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Alberto Fernández acordó con Cristina abrir las PASO en 2023 y se anticipan otros conflictos en el Frente de Todos

El anuncio del Presidente rompe con el esquema vertical de la coalición en el que el kirchnerismo es el socio mayoritario. Quiénes suenan como candidatos.

el presidente alberto fernández en el acto de plaza de mayo foto efe
Descacharreo

No se soportan y fueron pocas las veces que no tuvieron más remedio que compartir un acto juntos, pero hay algo en lo que Alberto Fernández y Sergio Berni coinciden: en que el Frente de Todos necesita abrirse y habilitar internas para garantizar su supervivencia más allá de 2023.

El primero recién tomó nota tras las Legislativas, al cabo de la estrepitosa derrota electoral que protagonizó el oficialismo en 15 distritos en todo el país, pero especialmente en las dos listas que encabezaron candidatos suyos, en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad. El ministro de Seguridad bonaerense lo reclamó públicamente antes y hasta amenazó con dejar el espacio tras el cierre de listas en el que Máximo Kirchner lo obligó a bajar las candidaturas de su agrupación “La 20 de Noviembre”.

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Pero pasada la elección ambos están en ese mismo barco, que si bien evita fugas inmediatas anticipa un clima de tensión permanente en la coalición gobernante y potenciará internas en la recta final del mandato de Fernández. Una verdadera guerra de guerrillas

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Si bien inicialmente el Presidente sorprendió al poner en discusión su propia candidatura a la reelección, su mensaje y la iniciativa de “institucionalizar” el FDT tuvieron un alcance más amplio y fue interpretado como un intento de poner límite a cualquier condicionamiento del kirchnerismo duro. Pero fue acordado con Cristina Kirchner, en una charla telefónica que mantuvieron horas antes del anuncio y en medio del debate público que tras el domingo plantearon algunos dirigentes frentetodistas. 

 “Mi mayor aspiración es que en el año 2023 desde el último concejal hasta el presidente lo elijan primero los compañeros del Frente de Todos”, dijo, el jefe de Estado en el acto en Plaza de Mayo convocado por el Día de la Militancia y para festejar el “triunfo” que en Casa Rosada consideran a haber perdido por menos diferencia de la prevista luego de las PASO.

Vista aérea de Mayo en el Día de la Militancia. Foto: Julian Meyer
Vista aérea de Mayo en el Día de la Militancia. Foto: Julian Meyer

Fernández no desconoce de las aspiraciones presidenciales de varios integrantes del oficialismo. Incluso de varios a los que tiene cerca, como el caso del jefe de Gabinete, Juan Manzur, al que -como contó Clarín semanas atrás- Cristina le hizo saber su visto bueno para que construyera poder de cara a 2023; y de accionistas de la coalición, como Sergio Massa, ó el propio Máximo Kirchner. No es algo que al Presidente lo ocupe, especialmente porque aún no está anotado en la carrera por la reelección y sabe que para que eso pueda ocurrir primero deberá resolver los problemas que no pudo y -en varios casos- no quiso afrontar su gestión en la primera mitad de mandato. De todos modos, la buena sintonía de la vice con Massa y la luz verde a Manzur no pasan desapercibidas y no generan demasiada gracia en el  entorno presidencial. 

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Sin unidad no sólo no se podría mejorarle la vida a los argentinos sino que se agravarían varios problemas que heredamos de (Mauricio) Macri”, razona un hombre del riñón fernandista, sobre la decisión de abrir el juego horizontal “para que todos los sectores discutan y debatan”.

Pero la movida del jefe de Estado, especialmente reclamada por la CGT liderada por su amigo Héctor Daer que quedó herida en el reparto de listas; los intendentes del PJ bonaerense y varios de los gobernadores que desde sus provincias suelen amagar con una rebelión con la misma facilidad con la que se escurren cuando Cristina amenaza con poner el ojo en sus territorios, va más allá e implica discusiones que anticipan más tensión.

Es que, como el mensaje propone la posibilidad de primarias en varias categorías, asoma un debate en la Provincia. Axel Kicillof, impuesto como Fernández “a dedo” por Cristina, tendrá que lidiar con varios competidores naturales. Uno de ellos podría ser el propio Máximo K, con quien mantiene una gélida relación que empeoró en los últimos tiempos con el desembarco forzoso de Martín Insaurralde en la Jefatura de Gabinete que dispuso el jefe de La Cámpora.

En rigor, el enroque que relegó al cargo de jefe de asesores a Carlos “Carli” Bianco, mano derecha del gobernador, lo dispuso la vicepresidenta a pedido de su hijo, lo que constituyó toda una señal para el kicillofismo y ayudó para derribar algunos mitos: durante el último año, circuló que el gobernador era la primera opción presidenciable de Cristina y que su influencia sobre ella iba más allá del líder de La Cámpora. Ahora, tras la elección, vuelve a quedar clara la jerarquía. 

Al mismo tiempo, Insaurralde, lugarteniente del ya no tan joven Kichner, nunca ocultó sus aspiraciones y lideró la resistencia todista en Provincia, en la Tercera Sección. Es impulsado por varios intendentes que son parte del scrum que armó para que Máximo se quede con el PJ bonaerense en la próxima elección. Si el lomense no se anima, hay otros alcaldes dispuestos a plantarse en la grilla. 

En la carrera provincial tampoco hay que descartar candidatos del Movimiento Evita y de la UTEP, el sindicato piquetero de la economía popular que integra al Gobierno. Del único que, curiosamente, Kicillof no puede esperar competencia es de Berni, ni siquiera aunque su ministro deje su cargo. “El Loco nunca va a hacer nada contra Axel ni competirle. Ahora es su amigo y, si va por la gobernación, lo va a apoyar, ni siquiera aunque se vaya del Frente”, repiten cerca suyo.

En ese contexto se explica el aval de Kicillof, ante Fernández y los intendentes, para que busquen los “consensos” para lograr la posibilidad de competir por un nuevo mandato en 2023, con un fallo judicial o con una ley aclaratoria en la legislatura bonaerense. Sucede que, sin esa herramienta, habrá más dirigentes dispuestos a subirse a la competencia.

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