En una semana, Alberto Fernández tendrá que presentarse en el Congreso de la Nación para dar su discurso de apertura del año legislativo. Se encontrará con un paisaje muy diferente al que enfrentó hace un año. La derrota en las elecciones de 2021 debilitó al Frente de Todos hasta llevar al kirchnerismo a situaciones que no había conocido mientras gobernaron Néstor y Cristina Kirchner.
A los problemas que ya tenía en Diputados, donde desde que asumió Alberto Fernández siempre tuvo que negociar con partes de la oposición para conseguir la aprobación de sus proyectos, a partir del recambio legislativo de diciembre la bancada oficialista perdió el quórum propio, con lo cual Cristina Kirchner quedó obligada a buscar apoyo de aliados provinciales para poder sesionar.
El Presidente pudo comprobar velozmente los límites que le impuso la derrota electoral cuando el oficialismo quiso aprobar el Presupuesto sin negociar con la oposición y terminó con el proyecto en el tacho de basura. No hay razones para suponer que la oposición esté dispuesta a cambiar esa postura sin que el oficialismo la modifique antes. Sin embargo, la metamorfosis más importante que encontrará Alberto Fernández el 1 de marzo es la que afecta al propio FdT.
Aunque nadie quiera admitirlo, la salida de Máximo Kirchner de la jefatura del bloque oficialista dejó expuesta la fractura que ya existía en esa bancada y, más ampliamente, en todo el Gobierno. Lo que habían sido señalamientos y críticas al Gobierno en boca de Cristina Kirchner se transformó en renuncia en la carta de su hijo. Ahora, el Presidente no está obligado sólo a negociar para obtener los votos de la oposición.
Tiene que conseguir también los de Máximo Kirchner y los diputados que le responden. Hasta ahora, aunque todavía aseguran que el proyecto será enviado esta misma semana al Congreso, nadie en el Gobierno sabe qué votará el ex jefe del bloque cuando tenga enfrente el acuerdo con el FMI. El ministro Martín Guzmán está atrapado en estas horas entre dos intransigencias. Los técnicos del Fondo le reclaman en Washington que reduzca de manera visible los subsidios a la energía.
La única manera de hacerlo es ampliar la cantidad de usuarios del servicio eléctrico en la Capital Federal y el Conurbano bonaerense que recibirán las boletas con aumentos superiores al 20% previsto para la primera parte del año. Ya no alcanza con cobrarles más caro a quienes viven en barrios privilegiados. En las cuentas del Fondo, la quita de subsidios debe afectar también a las zonas de clase media y baja.
Ahí aparece el otro límite de Guzmán. El más duro de todos. Cristina Kirchner dice siempre que el cambio en el sistema de actualización jubilatorio y la suba de tarifas de los servicios públicos que emprendió Mauricio Macri fueron las dos medidas que lo hicieron perder la elección de 2019. Sergio Massa da un paso más y advierte que esas dos decisiones de Macri fueron el germen del nacimiento del Frente de Todos, porque volvieron a poner a las diferentes vertientes del peronismo en la misma vereda.
Ayer, en las dos horas que pasaron juntos en la Casa Rosada, Massa y el Presidente le pusieron fecha al tratamiento del proyecto en el Congreso. El viernes piensan mandar el texto con la autorización del endeudamiento y un anexo informativo con los detalles del programa a la mesa de entradas de Diputados. Creen que entre el 10 y 15 de marzo podrá votarse y girarse al Senado. Todo indica que habrá que esperar a esos días para poder verificar la profundidad del quiebre que expuso Máximo Kirchner en el Frente de Todos.
