El viaje del Presidente a Jujuy para visitar a una supuesta Milagro Sala enferma en un hospital generó esta semana que se fue para ya no volver, un fuerte rechazo en gran parte de la sociedad. La reacción, fuera de toda cuestión ideológica, resulta natural frente a los enormes problemas por los que atraviesa el país. Es que existe una gran cantidad de temas urgentes que merecen su atención y gestión inmediata.
Sin ir más lejos, basta mencionar el desabastecimiento de gasoil, inflación sin techo, cotización récord del dólar. Es por eso que es un acto de irresponsabilidad total que el presidente Alberto Fernández haya elegido cancelar toda su agenda y viajar, junto con una comitiva, para visitar a Milagro Sala. El viaje, que seguro no obedece a la agenda oficial, lo pagamos todos los argentinos.
Para colmo, si lo anteriormente mencionado no fuera suficiente, indigna la exhibición en sus redes sociales que hace el Presidente y su posterior conferencia de prensa arremetiendo contra la Corte Suprema, acusándola de cometer “barrabasadas” en el proceso de juzgamiento a Milagro Sala, invocando los derechos humanos; resulta obscena y una amenaza contra el orden institucional.
¿Qué seguridad jurídica puede ofrecerle la Argentina al mundo si el propio presidente de la Nación es quien critica en público al máximo tribunal de Justicia por haber ratificado una sentencia contra la dirigente social jujeña? Vuelven entonces a nuestra memoria todos los actos de violencia que la líder de la Tupac Amaru impartía a diestra y siniestra a los miembros de su organización.
Por cierto, todos ellos, son hechos lamentables. Poco se dice de las maniobras ilegales que llevó adelante Milagro Sala y de las sumas millonarias que recibió para financiar planes de vivienda, durante la gestión de la expresidenta Cristina Kirchner. Esos hechos ilícitos han sido denunciados y sus sentencias condenatorias han sido confirmadas por la Cámara de Casación Penal y el Superior Tribunal de Justicia de la provincia de Jujuy.
Restando únicamente que se expida la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que es quien hoy tiene el caso a estudio. Parece increíble que frente a la flagrancia que significo la defraudación al Estado que perpetúo la asociación ilícita liderada por Milagro Sala, el Presidente elija sumarse al reclamo de una supuesta indebida detención y de un irregular proceso. Es verdaderamente ridículo.
Se trata de quien, a través de la coacción y la extorsión, llegó manejar millones de pesos para la construcción de viviendas sociales a través de distintas cooperativas que se robaron sumas millonarias, que superan los $700 millones. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Quién es verdaderamente Milagro Sala? Si para muestra basta un botón, cabe contar algunas de sus atrocidades encontradas en la Secretaría de Vivienda de la Nación.
El primer signo de sospecha que percibieron los investigadores es que todos los responsables de llevar adelante la aprobación y control de los programas de vivienda, se había escondido por algún rincón perdido de la Secretaría. Todos guardaban silencio cómplice y los expedientes, o no aparecían, o estaban incompletos, o faltos de documentación (en aquel entonces no existía el expediente electrónico, por lo que fácilmente se podían arrancar hojas y tirarlas a la basura).
El “modus operandi” era siempre el mismo. “La Milagro”, como la llamaban, venía con sus militantes a las puertas de las oficinas donde funcionaba la ex subsecretaría de Vivienda, dependiente del también condenado José López. Allí acampaban en reclamo de convenios de vivienda para su agrupación. Los funcionarios, temerosos, pero no por ello menos responsables y cómplices, “entre gallos y medianoche”, le aprobaban sumas millonarias.
Pasando por delante toda la normativa que regía la erogación de dichas transferencias. No había control técnico alguno. Nadie revisaba dónde iban ser emplazadas esas viviendas, ni controlaba las factibilidades previas de sus servicios, ni la titularidad de la tierra, ni nada. Y lo que es peor, los beneficiarios eran siempre, pero siempre, miembros de la organización que lideraba “la Milagro”.
Desconociendo cualquier indicador objetivo de asignación de acuerdo a necesidad, déficit, vulnerabilidad o cualquier otro índice equitativo de adjudicación. Los fondos iban de manera directa al Instituto de Vivienda Jujeño, quien recibía los mismos y automáticamente se los giraba a las cooperativas de la Tupac, para que estos, sin presentación de seguro de caución alguno, los retiraran por la ventanilla del Banco Nación de Jujuy.
Como grotescamente hemos visto que lo hacía la “Shakira”, una de las subordinadas de Sala. En cuanto a las auditorías y controles que el Estado Nacional debía llevar adelante sobre la ejecución de esas obras, los funcionarios de contralor viajan a la provincia de Jujuy e informaban en todos los casos que no se les había permitido ingresar a inspeccionar los avances de las viviendas.
Cobraban sí los viáticos por el viaje realizado, por una tarea que jamás realizaban y que tampoco denunciaban como irregular. Recuerdo muy bien interpelar a los entonces responsables por estas cuestiones, quienes, con su mirada al piso, expresaban que la orden venía de arriba y que ellos no podían hacer nada. Cómplices. También se pudo corroborar las cuestiones más burdas e insólitas jamás vistas.
Desde canillas de agua empotradas en una pared que no conducían a ninguna cañería, picos de gas desde los cuales no seguía red de gas alguna, centenares de viviendas a medio hacer, todas en fila y que no obedecían a ningún parámetro de planificación urbana más elemental; hasta una pileta de dimensiones exorbitantes financiada con fondos destinados a mejoramientos habitacionales.
En algunos casos, directamente no había nada, pese a que las certificaciones presentadas daban cuenta de que las viviendas se habían construido y el Estado había pagado por las mismas en su totalidad. Lógicamente que como lo indica la ley todas estas cuestiones fueron denunciadas en su oportunidad ante la Oficina Anticorrupción y, una vez requeridas por el Fiscal de Estado de la provincia de Jujuy, se aportó toda la documentación y toda la prueba que existía.
Ante brutal acto de defraudación y corrupción a las arcas públicas, pero muy especialmente por tratarse de fondos destinados a atender a los más vulnerables, aquellos a los que el Estado jamás les ha podido cumplir con el derecho a la vivienda digna; resulta una brutalidad que, en nombre de los derechos humanos y demás yerbas, tantos funcionarios del oficialismo, entre ellos el propio Presidente, se dejen guiar por su ideología y defiendan el uso clientelar de la pobreza.
Milagro Sala orquestó una asociación ilícita a través de la cual le robó millones de pesos a todos los argentinos y el sueño de la casa propia miles de jujeños. Frente a tremendo acto de corrupción, ofende a su investidura que las prioridades del primer mandatario pasen por visitar a una delincuente y no a tantos otras compatriotas que en estos años de pandemia han sufrido por parte del poder las negaciones más tremendas a sus derechos más elementales.
Justamente, sin merecer por parte del Presidente ni el más mínimo comentario.
En definitiva, lo que quedó claro en la semana que se esfumó fue que el kirchnerismo prefiere estar a la par de los delincuentes, al tiempo que le da la espalda a la gente que se encuentra inmersa en una crisis socioeconómica sin precedentes. Que Dios y la Patria se los demande.