Hay varias cuestiones para analizar sobre la elección en Corrientes. Algunos rasgos de esa elección no son nacionalizables, son propios de una elección provincial, en una provincia que tiene una tradición política muy sofisticada.
Y que tiene una particularidad novedosa, porque en los últimos años se ha reconfigurado la política correntina. Hay otros datos de la elección que sí son susceptibles de ser nacionalizados. Y hay un tercer orden de fenómenos que pretenden ser nacionalizados aunque sea difícil de hacer.
La elección de Corrientes se veía venir con un resultado contundente a favor de Gustavo Valdés, el gobernador. Es un dirigente radical de larga trayectoria: fue diputado, Consejero de la Magistratura, entre otras cosas.
Y es un hombre que viene haciendo una gobernación considerada como muy eficiente. En otras palabras, Valdés es percibido como un buen gestor. Ha hecho una campaña muy intensa desde el punto de vista territorial y la gestión de Valdés tiene un respaldo muy importante.
Desde la época de Ricardo Colombi -antecesor de Valdés y también radical- hay una forma de construcción política electoral, algo que habitualmente se conoce como ingeniería electoral, que consiste en una gran alianza de distintas fuerzas no peronistas.
En el triunfo de Valdés como gobernador intervinieron más de 30 partidos aliados a él. Con una peculiaridad, que es la que consolida esta alianza: cada partido tiene su boleta y la fiscaliza. De tal manera que cada fuerza sabe cuánto pesa en la balanza al final de la elección.
Corrientes tiene partidos como el Partido Liberal, que viene de Mitre, del siglo XIX; el Partido Autonomista, que es el Partido de Roca. Tuvo después el Pacto Autonomista Liberal, liderado por José Antonio Romero Feris, que gobernó por años la política correntina y que era una alianza entre aquellos dos partidos. Todo eso se fragmentó, se pulverizó, y son esas viejas fuerzas conservadoras las que fueron detrás de Valdés en esta elección.
El radicalismo ha hecho en Corrientes una elección de 30 puntos. Todo lo demás, fueron aportes de estos afluentes, donde intervienen también el Pro, la Coalición Cívica, entre otros.
Estamos hablando de una elección muy contundente, con el 75% de los votos, de un gobernador muy exitoso, con un gran respaldo popular, y a su vez de una coalición donde intervienen muchísimos partidos que se suman al final.
Hay algo que no sabemos si se puede nacionalizar, que queremos saber si se puede o no, que es un nivel de abstención y de voto en blanco muy grande. Pasó en Salta, pasó en una pequeña elección en Córdoba hace poquito también.
Si uno mira las elecciones que se hicieron este año, durante la pandemia y las compara con elecciones similares en esos mismos distritos, el promedio de caída de la participación en este momento es del 13 por ciento. Hay una especie de desenganche de la gente con la política que instaura o abre un interrogante para las elecciones primarias.
Es un interrogante con muchos subinterrogantes. El que no va a votar, ¿por qué no va a votar? ¿Por miedo al Covid o por desencanto y enojo con la política? No es tan fácil saberlo. Y si hubiera votado ¿por quién lo hubiera hecho? También es muy difícil saberlo.
Una encuesta de la consultora Opina Argentina, de la provincia de Buenos Aires, muestra que la gente, que está disconforme, ahora empieza a estar más disconforme con el gobierno de Fernández que con el gobierno de Macri. Y la misma encuesta indica que para la gente los responsables de la crisis económica se encuentran en el gobierno de Fernández más que en el de Macri, por muy poco. Entonces, ¿a quién vota el que no vota?
Hay una franja, según un estudio de la consultora Wonder, que empieza a decir: “Yo recuerdo que con Macri estaba mejor económicamente”. Son los juegos de la memoria. No sabemos si estaba mejor o no. ¿La economía estaba mejor? Probablemente sí, porque la pandemia arrasó con todo y porque el Gobierno no ha hecho una gran gestión económica.
Pero hay gente que recuerda o que cree pensar que le iba mejor en aquel momento, es decir, con Macri, que ahora con Alberto Fernández.
El grado de participación de la gente en la política, el grado de compromiso -en la elección de Corrientes y las anteriores- es algo que puede adelantar lo que puede suceder en las elecciones generales.
Hay un tercer dato en la elección de Corrientes, que tiene que ver con la interna de Cambiemos y especialmente con la interna radical. A los radicales les fascinan las internas. Forma parte del espíritu del radicalismo y es propio de un partido de la oposición: el control del partido es muy importante porque es lo único que se puede dominar cuando se está fuera del poder.
Hay una discusión todavía poco nítida por la presidencia del radicalismo, que se renueva a fin de año, donde se recortan borrosas las figuras de Gerardo Morales y de Martín Lousteau.
Un sector del radicalismo tiene más afinidad o son más amigos -como se dice en la UCR- de Gustavo Valdés. Ellos fueron todos a celebrar el triunfo y en alguna medida a apropiarse de la victoria.
Por eso, esto de Corrientes no solamente tiene que ver con el comité nacional, tiene que ver con la competencia entre los que van con María Eugenia Vidal en la Capital -es decir, con la conducción del partido en la Capital- y los que van en la lista enfrentada a la conducción partidaria, que es la de Adolfo Rubinstein, Facundo Suárez Lastra, Luis Brandoni. Ellos se sienten más ligados a Valdés.
Y el que más ligado se siente a Valdés es Morales. Morales tiene mucha relación con él porque son gobernadores los dos. Ahora, ellos han ido ahí a apropiarse de ese triunfo. Lousteau, en cambio, dejó trascender que a él no lo invitaron y el gobernador responde que no se necesitaba invitación para el festejo.
Más allá de estos entredichos, no está claro hasta dónde Valdés quiere ser presentado en un alineamiento interno con Morales. Tampoco se sabe hasta dónde influye esto en la elección por la conducción partidaria, que es indirecta. Para ganar la elección radical hay que ganar la mayoría de los delegados al Comité Nacional (4 por provincia). El resultado no tiene tanto que ver con el voto de la gente, tiene más que ver con la burocracia partidaria. Pero lo que vimos en las últimas horas en Corrientes es que un sector del radicalismo festejó más que otro: son sectores que también están enfrentados en la provincia, no tan nítidamente como en la Capital.
Quien intervenga en la conducción del partido es algo muy importante si se tiene en cuenta que toda la geometría de Juntos por el Cambio está en tensión y se está modificando. Y hay una cantidad de internas (las va a haber dentro de dos fines de semana) respecto de estos problemas. En Córdoba, una parte del radicalismo va con Luis Juez y otra parte va con Gustavo Santos. Mario Negri, contra Rodrigo de Loredo. Esos alineamientos se proyectan también en los grupos que festejaron en Corrientes. Hay una proyección de esto en la interna radical que muchos quieren exagerar, pero que está dada.
La de Corrientes es una elección de rasgos particulares que le sirvió de telón de fondo a un episodio complicado que es el del diputado Miguel Arias, que fue baleado.
Cuando se mira de cerca esa cuestión, se advierte que Arias fue baleado desde el acto. Desde atrás del escenario. Mucho no se sabe a qué se debe. Algunos piensan que fue una maniobra, otros que fue un ajuste de cuentas. Hay una sospecha de que el tirador es alguien de Paso de los Libres.
La pregunta que ronda la cabeza de los correntinos es si hay narcos involucrados, en una provincia donde ha habido muchos narcos, sobre todo porque es una provincia con límites bastante difusos con Brasil.
Esto da pie para hablar de un tema más amplio: la violencia en la Argentina. En Venezuela hay un periodista y editor argentino, Sergio Dahbar, que fue director de uno de los grandes diarios del país, El Nacional, y le tocó cubrir todo el chavismo. Y Sergio, que es un gran intelectual, dijo: “La verdad es que estoy harto de escribir durante años la misma nota sobre las fechorías de los chavistas y del autoritarismo de Chávez”.
Entonces, empezó a mirar a la sociedad de Caracas. Empezó a hacer notas basadas en visitas que él hacía a dos lugares, bien pasada la medianoche. Caía a la una o dos de la mañana en comisarías y salas de emergencias de hospitales públicos. Y veía lo que pasaba. Y lo que veía ahí era la violencia que generaba la violencia política. “La gente por cualquier cosa se pega una puñalada o se da un tiro, cosa que no ocurría antes”, decía. ¿Esto viene de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba?
Hay tres episodios que están unidos por un hilo en las últimas horas. Uno es el escrache a Ginés González García. El otro, el exabrupto de Javier Milei contra Horacio Rodríguez Larreta y el último, el de la maestra que defiende a los gritos al kirchnerismo en una clase.
Sobre Ginés, mucha gente está enojada con él, por supuesto, y muchos tendrán derecho porque habrán pasado cosas dramáticas, hechos que se le atribuyen a la gestión del Gobierno y en particular a Ginés como ministro. Pero el escrache es el peor método para dirimir ese tipo de cosas.
Y denota un nivel de violencia contenida, de intolerancia, de exasperación muy inquietante, que no debería ser convalidado. Esto que le pasó a Ginés le puede pasar a cualquiera. He visto que le ha pasado a todo tipo de gente: con pandemia, sin pandemia, a buenos administradores, malos administradores. A mí me ha tocado ir con exfuncionarios a lugares donde no se animan a entrar por miedo.
Lo de Milei también es interesante. Él dice que le hicieron una cama, que lo provocaron. ¿Falta de profesionalismo? Hay además en ese exabrupto otra cosa interesante: Milei arrastra muchos votos aparentemente en una franja en la que hay muchos jóvenes. A ellos, ¿les gustan las propuestas de Milei o el estilo violento de Milei? ¿Les gustan sus ideas o el modo en que las expresa y ese nivel de intolerancia y de exasperación frente a la idea del otro?
La maestra plantea el mismo problema. No se si hay un caso de adoctrinamiento o es una maestra a la que se le salió la cadena, entró en un estado raro de exaltación emocional, y revela también un nivel de violencia extraordinario, que es lo que para mí destaca. La primera sensación que me genera es que nadie la ayuda a salir de ese trance en el que se encuentra.
Son tres fenómenos de violencia que tiñen mal, con un color oscuro y desagradable la vida política de la Argentina. No son los únicos, pero son los que tuvimos en los últimos días.
Sobre una campaña que en general es un misterio y que al Gobierno le preocupa. El Gobierno se recuesta sobre la pandemia, que sigue siendo un problema: el plan de vacunación sigue teniendo agujeros muy impresionantes. El Gobierno no previó partidas por el Covid en el presupuesto porque suponía que este año, a estas alturas, íbamos a estar todos vacunados.
El 50 por ciento de las vacunas AstraZeneca que tenían que llegar a la Argentina no llegaron. Esa es una responsabilidad de Alberto Fernández, de Ginés González García y subsidiariamente de la ministra Carla Vizzotti, que en aquel momento no fue la que contrató. Ellos hicieron una apuesta ciega por AstraZeneca por una recomendación que les hizo el empresario farmacéutico Hugo Sigman, que produce esa vacuna a nivel local: Sigman les mostró ese camino y hoy falta el 50 por ciento de esas vacunas. Y quien se haya dado la primera dosis de AstraZeneca y quiera darse la segunda va a tener un problema. Esas vacunas se pagaron, por lo menos en un 50 por ciento, ya en el mes de noviembre del año pasado.
Ahora hay un viaje de la ministra Vizzotti a Rusia y un pedido de informes en el Congreso liderado por la vicepresidenta de la Comisión de Salud de Diputados, Carmen Polledo, del Pro. El pedido de informes fue firmado por un grupo importante de legisladores. En él, están preguntando por las ventajas que el Gobierno le habría dado y le seguiría dando al laboratorio Richmond, de Marcelo Figueiras.
Le piden informes al Gobierno por ventajas impositivas ya otorgadas, por otras nuevas, destinadas a Richmond. Y piden explicación sobre cuáles son los precios por los cuales llega el principio activo de esas vacunas. Es decir, se interesan por los precios de cada tramo del negocio.
También preguntan si el Estado se hace cargo de pagar la logística de lo que empieza a ser un negocio privado. Y de nuevo, el gran misterio: si va a haber un laboratorio intermediario y con qué precios, porque en la carta de Cecilia Nicolini, la asesora presidencial, ella le decía a su contraparte en Rusia que no podía poner intermediarios porque eso violaría el contrato. Y ahora estamos en presencia de lo que no se quería hacer.
Este es un primer tema de la campaña, con datos que van mejorando felizmente de la epidemia, pero con la variante delta golpeando la puerta.
Después están las preocupaciones de los políticos. Una es el desenganche de la gente. El oficialismo, en particular, tiene varias preocupaciones. Santa Fe es una preocupación: Cristina Kirchner se apartó. Se presume que Agustín Rossi está mucho mejor de lo que ella creía. El ministro de Defensa enfrenta, en nombre del kirchnerismo, a la lista kirchnerista y podría sacar más votos de los que se pensaba. Un problema para Cristina, que es la responsable de conseguir más senadores. Por qué es un problema: porque aparentemente ella cree que Rossi no le garantiza en la elección general los números que le garantiza la lista del gobernador Omar Perotti. Ahí hay un tema importante en una provincia muy importante.
Hay otro tema, que es un problema en la Capital Federal, que es muy interesante, desconocido. Es el acuerdo interno que ha hecho Juntos por el Cambio para su primaria. Hubo una nota en Perfil muy interesante sobre el tema. Es lo siguiente: en la legislación nacional hay un énfasis en la política de género, en que se respete el cupo femenino. Si por alguna razón (muerte, enfermedad, etc.) una mujer deja de estar en el lugar de la lista para la que fue elegida legisladora, debe ser reemplazada por otra mujer y no por el varón que sigue en la lista. Esto nunca se aplicó a las internas porque genera distorsiones muy grandes, como la que atraviesa ahora Juntos por el Cambio. Distraídamente, porque aparentemente no hay picardía en esto y no debiera haberla, se hizo un acuerdo por el cual si un candidato entra en la lista en el lugar que le correspondería a una mujer debe poner a una mujer. En la PASO, para entrar en la lista de JxC en la Capital, hay que tener un piso del 15 por ciento de los votos. Es el derecho a estar en la lista. ¿Con qué orden se intercalan? Según el sistema D’Hont. Supongamos el caso de López Murphy, que en las encuestas daría que está segundo. Si ingresa, pero según el reparto lo hace en el lugar de una mujer, debe poner a Sandra Pitta. Pero si entra de nuevo más abajo y también le toca el lugar de una mujer, tendría que poner a María Eugenia Talerico. Quiere decir que el que vota a López Murphy tal vez debe consolarse con otros candidatos, -lo mismo pasa a Gustavo Lázzari- que quedarían afuera de la lista del Congreso.
El votante no sabe esto. Pero nos podemos encontrar con esta novedad en la noche de la elección. Y seguro termina en la Justicia. Por eso, los apoderados de Juntos por el Cambio están tratando de corregirlo en la Justicia electoral. ¿Por qué les interesa tanto corregirlo? Porque si los electores se enteran de que López Murphy puede no entrar en el Congreso a pesar de ser votado, pueden preferir a Milei en lugar de López Murphy.
La encuesta de Wonder tiene observaciones muy interesantes: hay un 9 por ciento de gente que vota a Santilli que antes votó a Alberto Fernández. Algunos creen que es porque el electorado la ve a Tolosa Paz como una candidata que da más el estereotipo, el estilo del Pro. Un dirigente del Pro muy versado en esto sugirió con ironía cambiar a Vidal para La Matanza y traerla a Tolosa Paz para Recoleta.
Esa encuesta de Wonder plantea otra curiosidad, que a lo mejor tiene que ver con los resultados. Cuando se pregunta a la gente si recibió alguna ayuda, algún plan de asistencia del Gobierno, ya sea provincial o nacional, se nota un descenso extraordinario en relación al año pasado. Es porque en el Gobierno no previeron partidas de asistencia en medio de la crisis. En 2020 hubo mucha más asistencia que ahora, tanto provincial como nacional. El descenso es enorme: pasa del 27 por ciento al 9 por ciento, entre los que fueron asistidos, de un año al otro.
Otro dato de Wonder inquietante para el Gobierno: hay mucha indecisión en sectores de recursos económicos y niveles educativos bajos, que tradicionalmente votan al kirchnerismo. Es decir, en los sectores más vulnerables. Está menos definido el voto, hay niveles muy altos de indecisión que normalmente no ha habido en esos sectores.
Hay además otra rareza: en la provincia de Buenos Aires hay una elección prácticamente de desconocidos. Santilli tiene un nivel de desconocimiento que supera el 30 por ciento; Tolosa Paz un porcentaje aún mayor; y Manes también. En una elección importantísima en un distrito importantísimo donde el Gobierno se juega la vida.
Hay un libro de Eric Hobsbawm, historiador marxista británico, que se llama Personas Extraordinarias y tiene un ensayo sobre sexualidad y política. Y Hobsbawm dice que la Izquierda es más represiva e impone una mayor disciplina; en consecuencia, registra menos vida sexual.
En cambio, la Derecha -sostiene-, que no reparte tantos bienes materiales según él, que es un marxista, concede las licencias carnales. Y Hobsbawm cita un dicho napolitano exquisito: “La cama es la ópera del pobre”. Es decir, “la derecha no te da de comer pero te da cama”. Que es lo que está diciendo Tolosa Paz en una frase escandalosa.
¿Por qué dice esto Tolosa Paz? Porque al kirchnerismo se les están yendo los jóvenes. Los jóvenes de la época de Néstor son gente que pinta canas. Entonces la experiencia que tienen los jóvenes del kirchnerismo es tardía y es de este kirchnerismo, el de Alberto, que se ha convertido en todo un problema para la campaña.
Uno de los temas es cómo ha quedado empantanado en la fiesta de Olivos. Y en hablar de cuestiones judiciales con enorme, daría la impresión, cinismo -sobre todo viniendo de alguien que se presenta todo el tiempo por su experiencia en el Derecho. Es alguien que dice que algo que representa una violación de las leyes que él mismo firmó no es delito; pero que si lo fuera él mismo se fija la pena. Con un fiscal cuya competencia -la de Ramiro González- es un misterio gigantesco. Por qué un cumpleaños que se celebró en Olivos es investigado por un fiscal de la Capital Federal. ¿Por qué las defensas de Fernández y los invitados al festejo no dicen que ese no es el fiscal natural?¿Por qué la Justicia de San Isidro no reclama la causa? ¿Por qué la Cámara donde llegó la denuncia lo aceptó? ¿O es un caso de Lawfare al revés? Al juez Sebastián Casanello no le llegó el planteo porque él por regla general delega el expediente. Y el fiscal nunca se hizo la pregunta sobre la competencia. Y esa discusión está en un limbo porque nadie la plantea. Si miro desde la casa de Cristina, me preguntaría: “¿Cómo pone tanta garra en defenderse él (Alberto), y por qué yo, Cristina, hace dos años que estoy esperando soluciones y no lo veo tan interesado?”. Si fuera Cristina diría: “¿Yo no tengo derecho a elegir los fiscales?”.
En el plano judicial hay, por otro lado, dos novedades importantes. Un proyecto que todos consideraban a favor de Ricardo Lorenzetti, que es el de Emiliano Yacobitti, para que en adelante el presidente de la Corte sea el más antiguo. Hay mucha información de que ese proyecto es impulsado por Lorenzetti y Massa, en el supuesto de que el más antiguo es Juan Carlos Maqueda, que va a decir que no por razones de estilo, igual que Elena Highton de Nolasco. Así la presidencia iba a caer en Lorenzetti. La primera novedad es que Elisa Carrió puso el grito en el cielo y, en un gesto que parece bochornoso, Cristian Ritondo retiró la firma en un proyecto de esta dimensión. Hay que recordar que en los considerandos del proyecto nos explicaban que con el cambio en la Corte nos garantizaban la vida republicana.
Un dato que no tuvieron en cuenta: si la ley salía, Maqueda, que no está de acuerdo con esa iniciativa, se haría cargo de la presidencia de la Corte, por estar indignado con semejante nivel de manipulación. El proyecto naufragó cuando Ritondo le quitó el aval. Todo el mundo dice que lo había firmado a pedido de Massa. ¿Larreta no mira todo esto? ¿No tiene nada que ver? ¿Macri no tiene nada que ver? ¿Ritondo trabaja para Massa? ¿No consulta a los que serían los jefes de su fuerza política? Grandes signos de interrogación sobre la vida interna de la Cámara de Diputados.
El otro tema judicial tiene que ver con la estratégica Cámara Federal. Con Bruglia y Bertuzzi, que deben ser reemplazados. Ya se hicieron los concursos y habría un acuerdo para que un juez lo ponga el oficialismo y otro la oposición y quede más equilibrada esa Cámara.
Ese acuerdo no se selló y depende de dos consejeros: el juez Juan Manuel Culotta y la senadora Silvina Giacoppo. Culotta tiene una lógica corporativa, como Ricardo Recondo, que negocian designaciones a cambio de favorecer a jueces de su agrupación; Recondo lo hizo a cambió de beneficiar su esposa. ¿Culotta está en la misma situación en la que estaba Recondo? No lo sabemos, pero en la oposición Macri, Larreta, Carrió, Vidal, Garavano (los que están sobre los temas judiciales) se están haciendo esta pregunta.
La mirada está puesta también sobre la senadora Giacoppo, jujeña, que reporta a Gerardo Morales, a ver si facilita o no que los dos cargos sean puestos por el Ejecutivo, es decir, por el oficialismo.
Es un tema técnico que tiene mucho que ver con el equilibrio de poder en Comodoro Py y con el nivel de colonización que puede hacer este Gobierno sobre la Justicia. Esto depende entonces del juez Culotta y la senadora Giacoppo.
El Gobierno mira con inquietud un dato: en todas las encuestas, si se suman los votos que sacaría Facundo Manes y Diego Santilli, ellos igualan y a veces superan los votos que tendría Tolosa Paz. Por supuesto que no se puede sumar, porque el que vota a Manes, tal vez lo hace porque no tolera a Santilli; y si pierde Manes se va a ir a otra opción. Pero hay un escenario matemático, no político, aritmético, en donde el Gobierno estaría muy justo en la elección.
¿Y si el Gobierno llega a las primarias y esa noche, sobre todo en provincia, encuentra que está con lo justo y que eso puede llevar a un cambio de clima que lo lleve a perder? Va a salir a quemar las naves, a gastar todo lo que haya que gastar, porque hay que ganar. ¿Qué cosa puede ser peor que perder? ¿Dos puntos de inflación? Cuidado con un resultado ajustado porque puede desencadenar decisiones que adelanten los problemas. En un contexto donde la figura de Martín Guzmán está severamente cuestionada por sectores del oficialismo, no solo de la oposición.
Alfonso Prat Gay, en medio de este contexto, escribió en su Twitter una crítica a cómo Guzmán computa la deuda de Cristina y la de Macri. Escribió Prat Gay: “Ah, mirá qué vivo Guzmán, que en el cómputo de la deuda, cuando compara la de Macri con la de Cristina, no computa la sentencia firme en contra nuestra dejada por Axel Kicillof, que tuvieron que pagar, que eran 14 mil millones de dólares.
Guzmán está impugnado también desde el oficialismo, desde el sector de Cristina, de Máximo y sobre todo por Sergio Massa, desde que no lo dejó intervenir en la negociación de la deuda. Massa tiene vínculos con cierto empresariado -siempre es difícil saber de qué naturaleza son esos vínculos- y gracias a esos vínculos habría hecho desembarcar en Edenor a Martín Redrado, que es un economista al que consulta mucho.
Hoy Redrado está en Nueva York buscando plata para que José Luis Manzano y Daniel Vila puedan pagar la compra de la empresa. Redrado es una suerte de gestor financiero, con remuneración. Redrado ya una vez apeló para esto mismo a un banco de Hong Kong. Aparentemente con la plata de Ricardo Depresbíteris, socio oculto en Edenor, amigo de Moyano, no alcanzaba.
Curiosamente ese grupo de poder piensa en Redrado para desembarcar en el Gobierno después de las elecciones. Y en otra persona que no sabe si agarrar o no: Martín Insaurralde. Sobre Redrado, queda una nota al pie de página: ¿Cristina ya lo indultó? Porque cuando el juez Bonadio la procesó en la causa del dólar futuro, fue citando un testimonio que ofreció Redrado.
La idea de Cristina es que el gabinete debe ser intervenido para que haya más ejecutividad. Insaurralde es el principal aliado de Máximo Kirchner, hay vínculos con La Cámpora en Lomas de Zamora, donde él es intendente. Se iría formando un gabinete con intendentes del Conurbano, con Ferraresi, Zabaleta, Insaurralde. Menos movimientos sociales, más intendentes y PJ tradicional. ¿Se dejará hacer esto Alberto Fernández? Si es un títere, se le enredaron los piolines. No está funcionando, porque va para cualquier lado. Es el gran problema de Cristina, la titiritera. Si se mira la campaña es Tolosa Paz la candidata y no Cafiero, como quería la vicepresidenta. Y Rossi, que iba a ser el reemplazante de Cafiero como jefe de Gabinete, fue mandado a competir en una operación de autodaño del oficialismo en Santa Fe. Quiere decir que Fernández logra con alguna habilidad algunos objetivos. Mejor que su jefa, que no logró poner a Cafiero en la lista, ni logró poner a Rossi como jefe de Gabinete.
Habrá que ver si Fernández utiliza el mismo estilo para resistir cuando le digan: “Tenés que abrir el gabinete y dejarte intervenir el Gobierno”. Depende mucho del resultado de las PASO. Si muestran un resultado que no le da al Gobierno aire para seguir tranquilo a las generales, va a haber un cambio de todo tipo. Y también el mercado va a tener un cambio. Porque cuando vea que el Gobierno, si no le va bien en las PASO, empieza a gastar más, y a atrasar más el tipo de cambio, el mercado registrará eso por adelantado y tomará posición.
Por Carlos Pagni