(Desde Santo Domingo) Alberto Fernández sonrió cuando leyó un tramo del discurso que pronunció ayer Máximo Kirchner subido en un camión rumbo a la Plaza de Mayo. El presidente recién había llegado a la Cumbre Iberoamericana, y evaluó ante su comitiva oficial que la inesperada posición política del líder de La Cámpora implicaba un triunfo personal en medio de una cruenta interna de poder que tiene final abierto.
“Si alguien se enoja, vamos a las elecciones y la sociedad define”, opinó Máximo Kirchner frente a sus militantes y sin nombrar al jefe de Estado.
Alberto Fernández y el jefe político de La Cámpora se cruzan desde hace meses, y no hubo manera de cerrar esa interna clave en el Frente de Todos. Máximo Kirchner considera que el Presidente fue una falla en el sistema vertical de la estrategia del peronismo, y le imputa la derrota en las elecciones de 2021, la actual situación económica y el eventual futuro político de la coalición oficialista.
El jefe de Estado minimiza la capacidad intelectual de Máximo Kirchner, considera que aplica categorías políticas ancladas en tiempos de la Guerra Fría y que conduce una facción partidaria que el futuro de las cosas y sus circunstancias ya han dejado atrás.
En este contexto, Alberto Fernández movía todas sus piezas para competir por su reelección, mientras que Máximo Kirchner descartaba a las PASO como método para definir las candidaturas y negaba cualquier posibilidad que colocara al presidente en la grilla de largada.
Pero con el correr del tiempo, CFK y Máximo Kirchner concluyeron que Alberto Fernández no está dispuesto a renunciar a su sueño de reelección, pese a las internas palaciegas y a las críticas públicas. Es más: se sorprendieron cuando ministros que respaldan la estrategia electoral del Presidente salieron al cruce de las constantes críticas que se escuchan de funcionarios bonaerenses que responden a las órdenes del gobernador Axel Kicillof.
El jefe de Estado no quiere que Cristina elija al futuro candidato presidencial del oficialismo y pasa muchísimas horas diseñando jugadas para transformar al kirchnerismo en un nuevo capítulo de la historia del peronismo. Entre esos movimientos internos se encuentra su decisión de establecer un cronograma de trabajo que incluye una reunión del Consejo Nacional Justicialista, un encuentro del Congreso Nacional del peronismo y, finalmente, la competencia en las PASO para designar a los candidatos del Frente de Todos.
Hasta las declaraciones de Máximo Kirchner en el acto de condena a la dictadura militar, Alberto Fernández estaba solo. Los gobernadores, los intendentes del conurbano, los sindicalistas y los movimientos sociales se movían con cautela a la espera de la próxima jugada de Cristina. Ahora, el líder de La Cámpora avaló la posición presidencial hacía la convocatoria a las PASO.
Sin embargo, ello no significa que la vicepresidente acompañe ese profundo cambio estratégico. No siempre CFK y Máximo coinciden, y la prueba evidente es Alberto Fernández: Cristina decidió que fuera candidato presidencial en 2019, mientras que el líder camporista opinaba lo contrario.
La vicepresidente no quiere las PASO y menos aún que Alberto Fernández compita en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Su táctica electoral está centrada en encontrar un candidato que encaje en su estrategia política de largo alcance, y los probables comicios internos todavía no conjugan a pleno con la secuencia general que se planifica en el Senado.
En la comitiva oficial se especulaba anoche con una teoría política que permitía proyectar hacia adelante las declaraciones de Máximo y el esperable silencio de Cristina. Esa teoría colocaba a Axel Kicillof como candidato a Presidente, a Martín Insaurralde como candidato a gobernador de Buenos Aires y a CFK como candidata a senadora por ese distrito.
Esa lista interna de fuerte significancia kirchnerista tendría suficiente poder para derrotar a otra lista encabezada por Alberto Fernández y sus socios en el Frente de Todos. “De ellos esperamos cualquier cosa, pero por ahora seguimos en carrera”, afirmó a este enviado especial un protagonista clave de la comitiva que espera saludar a Joseph Biden en la Casa Blanca.