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Alberto Fernández y Cristina Kirchner continúan sin rumbo

El Presidente y la vicepresidenta hablan de un intento de “golpe de mercado”, cuando son sus propias acciones y gestos el germen de la desconfianza.

cristina kirchner y alberto fernández
Cristina Kirchner y Alberto Fernández en el acto por el centenario de YPF (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian). Por: AGUSTIN MARCARIAN / REUTERS
Descacharreo

Quien desconoce el camino y además equivoca el rumbo muy difícilmente pueda alcanzar un destino. Peor aún si no sabe elegir ese objetivo. Tanto el presidente de la Nación como la vicepresidenta padecen esas confusiones, que se trasladan a los agentes económicos y a la sociedad toda. Cuando en medio de la crítica situación que vive el país Alberto Fernández afirma que “el problema es que la economía crece mucho”, por ejemplo.

O como cuando Cristina Kirchner señala que la pérdida actual de reservas del Banco Central está causada por el endeudamiento en dólares asumido durante la gestión presidencial de Macri, podemos advertir no solo la profunda ignorancia de ambos funcionarios en materia económica. Asistimos también a la evidente ausencia de un rumbo económico por parte de quienes nos gobiernan, que se intenta disimular a la sombra de un relato populista cada vez más inverosímil.

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Erigida en censora, la vicepresidenta les endilgó tanto al expresidente Macri como a Alberto Fernández numerosas culpas. Levantando el tono de voz y el dedo acusador, con esa y otras falsas y tendenciosas afirmaciones, recibió el fervoroso aplauso de los concurrentes al acto organizado por la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) en homenaje a la creación de nuestra bandera.

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Tanto la ignorancia como la adulación sobrevolaron un auditorio muy dispuesto a diferenciarse por izquierda de un peronismo tradicional. La novedad en esa oportunidad fue que hubo también voces críticas de líderes que hasta ahora se enrolaban en un kirchnerismo fiel a la vicepresidenta. Reaccionaron contra su afirmación –la única atendible– referida a la tercerización de los planes sociales que alimentan los movimientos piqueteros.

A esas reacciones provenientes de su propia tropa, se sumaron comentarios privados de funcionarios del Gobierno abarcados por las críticas vicepresidenciales. Si el poder de la señora fuera el que dispuso al construir la fórmula ganadora en 2019, la severidad de sus críticas debería ser suficiente para que esos “funcionarios que no funcionan” renuncien o, en su defecto, sean removidos.

Sin embargo, los dos más claramente señalados, el ministro de Economía y el propio Presidente, siguen en pie. La vicepresidenta podrá pretender desligarse de toda responsabilidad. Pero el Presidente conserva el cargo y ejecuta políticas del libreto kirchnerista sin intentar corregirlo. Cristina Kirchner y Alberto Fernández también coinciden en buscar culpables para la crisis socioeconómica y financiera fuera de la propia gestión gubernamental actual.

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Recientemente, hablaron de un intento de “golpe de mercado”, del mismo modo que antes habían sostenido la tesis de golpes mediáticos o judiciales. No advierten que el golpe se lo están dando ellos mismos con sus propias disputas por el poder, que acrecientan la desconfianza y la incertidumbre en los mercados. Como tampoco advierten que en boca de los mentirosos hasta lo cierto se torna dudoso.

El Fondo Monetario Internacional, en su primera revisión frente al incumplimiento de la meta de reservas, exigió un mayor ajuste al advertir el riesgo de un nuevo default. En rigor, este temor es el del mercado y está reflejado en el elevado índice de riesgo país. El ajuste, así como el deterioro de la economía y la inflación, constituyen una seria preocupación de gobernadores e intendentes.

Su futura continuidad está en juego y guía sus movimientos y acercamientos. En estos momentos pueden coincidir con la vicepresidenta en desprenderse y alejarse del Presidente. Pero más adelante podrá cambiar o no la idea de separar las elecciones propias de las nacionales. Se debilita el poder de Cristina Kirchner, pero podría asumirlo en plenitud formal si Alberto Fernández se ve superado por el deterioro de la situación que su propio gobierno causa.

En ese marco, cabe mencionar que, ante el fracaso de la pésima gestión gubernamental de esta cuarta administración nacional de parte del kirchnerismo y, sobre todo, con la Justicia sobre su cabeza, la reacción de la vicepresidenta Cristina Kirchner podría ser verdaderamente imprevisible. Y es que solo el respeto irrestricto a la institucionalidad podrá sostener tan difícil escenario.

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