El intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro se mostró molesto en las últimas horas debido a que siente que se le endilga el problema del transporte público de pasajeros a él. Lo que ignora o no quiere ver es que la situación claramente encuentra en él a uno de los culpables de que sean más de 60 días los que los tucumanos permanezcan siendo rehenes de gremialistas intransigentes y de empresarios ineficientes.
Y es que no se hizo cargo jamás de castigar a los empresarios con la quita de las concesiones a pesar de que amenazó en más de una oportunidad con hacerlo. Al final, terminó siendo, cómo lo dice el refrán, “un perro que ladra, pero que no muerde” y hasta permitió que los choferes de colectivo le coparan la parada y obstruyeran las principales entradas al centro de la ciudad que él gobierna y afectando a los vecinos que lo eligieron para que se haga cargo de estas cosas.
En ese marco, gracias a los informes publicados por este medio, no sólo se visibilizó la inacción del intendente en materia de transporte. Sino que también sirvió para que, al menos, comenzara a hacerse cargo en parte, aunque no en la forma en la que debería hacerlo, es decir, quitándole las licencias a los empresarios que ni con millones de pesos en materia de subsidios puede sostener un servicio esencial para la mayoría de los tucumanos.
Pero a Germán Alfaro no se le ocurrió mejor idea que firmar un decreto para que los transportes escolares hagan las veces de colectivos. Ahora bien, cabe recordar que no debería autorizar eso debido a que no corresponde hacerlo en medio de la pandemia y en el momento de mayor cantidad de contagios. ¿Acaso irán los pasajeros amontonados en el interior de la combi pequeña? Esa la solución delirante e irresponsable que encontró Alfaro?.
Pero, además, nadie tuvo en cuenta la falta de seguros pertinentes con los que deberían contar los transportes escolares para poder funcionar como colectivos. El riesgo será enorme para quienes se vean obligados a subirse en rodados que están pensados para trasladar a niños, no a un grupo de adultos. Sin mencionar que serán un blanco fácil para los delincuentes que verán en estas combis una oportunidad para robar a los pasajeros.
Por lo tanto, Alfaro no tiene empacho de arriesgar la vida de los propios vecinos que lo votaron. No tiene vergüenza de brindarles menos que un paliativo a los miles de tucumanos que a diario se trasladan, incluso, en medio de la pandemia. Arriesga sus vidas y su salud sólo por evitar “hacerse cargo” del problema de fondo y tomar el toro por las astas. En definitiva, esta medida no se trata más que de una bomba de humo para distraer.
Sin embargo, continúa sin hacerse cargo en serio y solucionar la cuestión de fondo, el problema principal. Lo cual consiste en el hecho de castigar con la quita de concesiones a los empresarios del transporte que hacen lo que quieren. Pero el intendente capitalino prefiere ser funcional a éstos y les deja que no brinden un servicio esencial, al tiempo que les permite conservar las licencias, sin que se preocupen por las consecuencias que Alfaro no hace cumplir.
