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ALFARO CON SU INACCIÓN, AVALARÍA LA VIOLENCIA

El intendente deberá hacerse cargo de la grave problemática que el municipio tiene naturalizada, con los hechos de violencia por parte del personal de tránsito

Germán Alfaro Dirección de Tránsito
Descacharreo

Opinión. “Lo que nos dejó la semana

Las luces se las debió haber llevado la inauguración de la semipeatonal de calle 25 de mayo, pero, sin embargo, sólo fueron sombras las que oscurecieron, una vez más, la gestión del intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro. Y es que no hay palabras para describir la tremenda muestra de violencia institucional de parte del Estado capitalino, a través de una dependencia municipal como lo es la dirección de tránsito.

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Los funcionarios municipales encargados del control de la vía pública de San Miguel de Tucumán, no tuvieron piedad a la hora de atacar a trompadas a un ciudadano, que sólo atinó a defender su único medio de transporte. A los agentes ni siquiera les importó que estuvieran presentes tres niños pequeños, ni el llano de ellos tras ver cómo le pegaban entre cuatro hombres a su progenitor que intentaba impedir que le secuestraran su moto.

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Como señalamos durante el transcurso de la semana desde Tucumán Despierta, la única intención que tienen estos agentes es la de recaudar dinero a como dé lugar. Es por ello que en realidad hacen uso y abuso de su poder, cada vez que intentan secuestrar una moto. Lo grave del asunto es que, justamente, lo ocurrido durante la semana no fue un hecho casual, sino que, por el contrario, responde a un viejo modus operandi.

Para muestra basta un botón, pero en este caso sobran los hechos para graficar la manera en la que actúan. A fines de abril del año pasado, un escandaloso hecho tuvo lugar cuando inspectores de tránsito secuestraron una motocicleta en la esquina de Avenida Salta y calle San Martín. En un video que se viralizó en las redes, se ve como un grupo de personas intentan detener el secuestro del vehículo y son insultados por los inspectores.

Otro hecho parecido tuvo lugar a mediados de diciembre del año pasado, cuando en un video se puede escuchar cómo el conductor de la moto acusa al inspector de haberlo hecho caer del rodado. La respuesta del uniformado es que su “contrincante” había pasado un semáforo en rojo. Esto provocó que se libre una violenta pelea. ¿Acaso una infracción legitima al agente municipal a hacer caer de una moto a un supuesto infractor?

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Pero como si esto no fuera suficiente, hubo otros acontecimientos en los que se vieron involucrados agentes de tránsito de la capital a lo largo de los más de 5 años que lleva la gestión de Germán Alfaro. En ese sentido, los funcionarios municipales tampoco se privaron de cobrar coimas, como si se tratara de lo más normal del mundo. Incluso, durante el comienzo de la pandemia de coronavirus.

En ese marco, en marzo del año pasado, en la esquina de avenida Juan B. Justo y España, un grupo de agentes de tránsito quisieron cobrar la inédita suma de $20.000, luego de que el dueño de un auto no tuviera todos los papeles en regla. Luego, quisieron arreglar por unos $3.000 y quedarse con la mercadería que llevaba en el auto destinada a resguardase en el comienzo de la cuarentena decretada el año pasado.

Pero el hecho que incluso llegó a trascender los límites provinciales se dio en diciembre del 2018, cuando un vecino grabó a un agente de tránsito mientras recibía una coima de parte de un automovilista que había cruzado un semáforo en rojo en San Miguel de Tucumán. El conductor circulaba junto a su esposa a bordo de un auto, cruzó un semáforo en rojo y fue perseguido por un agente de tránsito que estaba en su moto.

El policía lo obligó a detenerse y le pidió los documentos del vehículo. Un vecino estaba observando la situación y, al ver que el policía y el conductor se movieron de forma sospechosa, comenzó a grabarlos. Con la cámara de su celular, pudo captar como el conductor le entregó un billete al agente mientras que el policía le devolvía la licencia de conducir al automovilista. Luego, dejó que el hombre se retirara en su auto. 

En aquella oportunidad, Germán Alfaro firmó un sumario administrativo para que se abra una investigación hacia el empleado municipal. En tanto, el subdirector de Tránsito y Transporte de la Municipalidad de San Miguel, Enrique Romero, manifestó que participará la División de Delitos Telemáticos en el hecho. Sin embargo, este funcionario arremetió contra el vecino que grabó un video y lo acusó de tener causas judiciales por robo agravado y hurto.

No es casualidad esta actitud de Romero, quien luego de los golpes propinados por sus agentes de la semana que pasó en contra de un ciudadano, salió a defenderlos y a justificar la violenta golpiza, aunque representen al Estado municipal. Incluso, dijo que era entendible una reacción a puras trompadas al hombre que sólo intentó evitar que le secuestraran su moto delante de sus tres pequeños hijos.

Ahora bien, el intendente Alfaro sólo atina a actuar como si fuera ajeno a esta problemática y como si pareciera desconocer que quienes actúan de forma tan violenta son sus propios empleados. Simplemente, decidió no hacer nada para controlar a los funcionarios de tránsito, ni tampoco está dispuesto a ponerles orden e impedir que sigan cometiendo todo tipo de atropellos violentos y hasta cobro de coimas.

¿O acaso, en el fondo, el intendente capitalino cree que no hay que hacer demasiado ruido para que estos hechos se naturalicen? La gravedad de los hechos relatados de forma resumida en esta nota y lo que desde hace más de 5 años atraviesan muchos ciudadanos por culpa de la “patoteril” actitud de los agentes de tránsito municipales, es demasiada como para dejarla pasar. Sin embargo, hay un poder del Estado que se encarga de hacer la vista gorda.

Se trata de la Justicia de Tucumán, “la misma que siempre mira para otro lado cuando está involucrada la política”. ¿Cómo es posible que ningún fiscal interviniera de oficio ante el grave hecho que significó el accionar de los agentes de tránsito en contra del ciudadano? No tendría que esperar a que un ciudadano denuncie este claro hecho de violencia institucional, tendría que haber actuado de oficio.

Sin embargo, a los sumo, quedará en una simple investigación administrativa de parte de la misma municipalidad, que protege a estos devenidos en patoteros. Y es que, al igual que la Justicia de Tucumán, Germán Alfaro y compañía, decidieron hace rato no hacerse cargo de absolutamente nada. Lo irónico e hipócrita es que con el eslogan de hacerse cargo es que su esposa, Beatriz Ávila, llegó al Congreso de la Nación.

Alfaro les exige a todos que se “hagan cargo”, pero él no cumple. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que el pueblo diga basta y se subleve ante ese cinismo y la falta de reacción de parte del intendente? ¿O hasta que algún día ocurra una tragedia que involucre la violencia de los agentes de tránsito y entonces haya que lamentarse? La ciudadanía y la historia juzgarán a Germán Alfaro si sigue en la posición de no hacerse cargo de la violencia de sus propios funcionarios.

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