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“Andá a cobrarle a Magoya”: el drama de los trabajadores de Ribeiro en Tucumán

Martín, empleado de la empresa, relata todo lo que se sabe y lo que no se sabe detrás del drama que viven sus compañeros: "La situación es desesperante, nos dijeron que era por la pandemia, pero la realidad es otra".

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Descacharreo

Hace diez años, Martín llegó a “Ribeiro”. Nunca, jamás, claro, aquel muchacho de entonces 24 años hubiera podido llegar a imaginar que hoy, junto a más de una treinta de compañeros, recibiría el punto final. La empresa de venta de electrodomésticos decidió cerrar sus puertas y hay más de 30 empleados que viven una situación crítica.

“El gerente de la sucursal nos mandó anoche un mensaje acerca del cierre de las sucursales. El contrato de locación se vence el 30 de junio, pero esto se veía venir. Nos adeudan tres meses, marzo abril y mayo. A febrero lo pagaron hace 15 días. Quedan 33 familias sin trabajo. Hoy se baja la persiana y supuestamente deberíamos preparar toda la mercadería para que se la lleven, pero ya no vendemos más: solo se les cobrará la cuota a los clientes que quieran pasar por la sucursal”.

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Martín encontró en “Ribeiro” la posibilidad de un trabajo y la ilusión de ascender en base a su esfuerzo: entró como armador de muebles, pasó al depósito, luego fue responsable del depósito y llegó a ventas, desde el lugar que responde a las razones del sonido estrepitoso y el silencio triste desde mañana mismo: “Desde la empresa nos dijeron que por la situación económica y sanitaria de pandemia, se ven obligados a cerrar la sucursal de Tucumán. Ah, y que más adelante verán nuevas formas de darnos trabajo. Pero la realidad es otra”.

“Esto no viene por la pandemia: desde abril de 2019 empezaron a pagarnos en cuotas semanales, con retraso. En diciembre del 2020 con el ciclo de pandemia y todo en la empresa, los vendedores llegaron a sus objetivos personales porque había mercadería. Por ejemplo, se vendieron todas las piletas para el verano. Después cayó la venta, pero cayó por falta de mercadería. Por ejemplo: un lavarropas semiautomático es algo que la gente busca como al pan del mediodía y no teníamos. No teníamos mercadería propia. Ponele que cosas de afuera del país no entren, pero un Drean que es nacional se vende como pan caliente y tampoco había. Las persianas caen por faltas de productos”.

Si alguien pasó por las puertas del inmenso salón de “Ribeiro” en plena 25 de Mayo al 300, corazón del microcentro de la capital tucumana, veía detrás de carteles escritos a mano y pegados en las vidrieras el drama que denunciaban los empleados. Y si los colegas de Los Primeros o alguien de la prensa buscaba una voz, los empleados mayores de 50 años señalaban a Martín para decir lo que estaban viviendo.

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“Justo hoy con los muchachos nos acordábamos: ‘Eh, te acordás de los televisores prendidos’. Hay compañeros que pisan los 50, los 52, los 54. ¿Cómo hacen para conseguir otro laburo? A los vagos de la empresa les interesa un número y dicen: ‘Cierren la sucursal de Tucumán. Ya vemos si le vamos a pagar o no a los boludos esos’. Pero la verdad es que ni eso nos mandan: nadie apareció de la empresa. Nunca, nada, nadie nos comunicó nada: están todos en Buenos Aires, no hay nadie acá. Te doy un ejemplo: le mandé un whatsapp a la gerenta de Recursos Humanos, que tiene el doble tilde azul del leído desactivado. Entonces le mandé un mensaje de texto: ‘Disculpá, sé que podés leer los mensajes sin el tilde. ¿Me podés responder?’”.

Ante este escenario, los pasos a seguir que advierte Martín son: “Hoy tuvimos reunión con el sindicato y nuestra abogada, quien presentó hace una semana el embargo preventivo. Se va a pedir un secuestro de mercadería para saldar la deuda. La Justicia puede hacer dos cosas: mandar a remate los televisores, las heladeras y las pocas cosas que quedan y con la plata pagarnos las deudas o decidir que la empresa nos pague directamente con la mercadería. Desde Buenos Aires el único mensaje que nos mandaron fue que hoy todo se terminaba”.

¿Y el lunes? “Nosotros tenemos que estar en el local y presentarnos a trabajar hasta el miércoles 30 de junio que vence el contrato de locación y tenemos que dejarlo despejado. Después, no tenemos idea porque no tenemos literalmente respuestas de nadie. Técnicamente no nos despidieron, ¿pero qué vamos a hacer? ¿Cómo nos van a pagar lo que nos deben? Nos deben tres meses, aportes, obra social, todo.

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Andá a cobrarle a Magoya después. El ninguneo es total. En Tucumán había tres sucursales: Concepción se cerró el año pasado y Banda del Río Salí en diciembre de 2020 y hoy se cierra San Miguel. Están cerrando todo: Catamarca, Mendoza y La Rioja ya cerraron. Lo hacen siempre de la misma manera, diciendo que la pandemia es una condición económica y sanitaria”.

“Pero insisto: vas a Castillo y ves que vende, vas a Cetrogar y ves que vende, vas a Musimundo y ves que vende. No es el mismo caudal, pero vende. Mientras tanto, uno de nuestros compañeros renunció y se le dio un trabajo nuevo, otra gente con habilidades en la cocina está vendiendo empanadas y pastas, entre quienes yo me incluyo hago changas y otros verán qué hacen. Si me doy por despedido no tengo certeza de nada de que te paguen lo adeudado: el tema de la indemnización no se va a cobrar más, por ejemplo. Todas las cuentas están vacías, embargadas, y ellos están afectadísimos totalmente. Nada está a nombre de Ribeiro (por eso las comillas). Uno nunca imagina que algo así llegara a suceder, pero llegó”.

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