Por momentos, se tapa los ojos. Otras veces se inclina para adelante y queda con la cabeza gacha hacia el suelo, descansando un poco. A veces también oculta el rostro entre sus manos. Estar sentada dentro de la misma sala donde juzgan a dos de sus hijos por el crimen de Fernando Baez Sosa, ocurrido en Villa Gesell el 18 de enero de 2020, no debe ser nada sencillo para María Cinalli.
Su cara muestra un dejo de tristeza, a pesar de que usa barbijo la mayor parte del tiempo. El semblante serio lo mantiene desde que empieza hasta que termina la audiencia.
En el único momento que su mirada cambia es cuando los imputados entran a la sala. Sentada en el banco, se sacude inquietamente. No hay mucho espacio para moverse. La sala casi siempre está llena. Aun así, cuando Luciano y Ciro Pertossi ingresan, no importa si por primera vez en el día o después de un cuarto intermedio, María Cinalli posa su mirada ansiosa sobre sus hijos.
El primer día del juicio que se lleva adelante en Dolores casi no habló con los jóvenes. Sin embargo, en la segunda audiencia mantuvo algunas breves palabras con Luciano Pertossi, algo que también hizo en la jornada de este miércoles.
Por supuesto que el diálogo es apenas un cruce de palabras perdidas porque los ocho rugbiers están permanentemente custodiados por policías que lo rodean de comienzo a fin. A los costados y detrás de ellos siempre hay fuerzas policiales.
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Durante el debate, Cinalli escucha con mucho respeto. Algunas veces, como madre, ciertas situaciones le duelen y se queja. Lo hace de forma discreta. Quizás le comenta algo por lo bajo a quien tiene a su lado o en ocasiones niega con la cabeza.
Aun así, pese a su propio sufrimiento, también reconoce la tristeza de los padres de Fernando. Cuando declaró Graciela Sosa el primer día, la madre de los hermanos Pertossi no pudo evitar conmoverse con el relato. A pesar de las lágrimas, tiene muy en claro que el debate será largo y que debe seguir adelante.
De principio a fin, la mamá de los hermanos Pertossi presencia la audiencia. Cuando hay pequeños descansos, aprovecha para ir a hacer fila al baño o se toma unos minutos para comer algo fuera de la sala. En general, está acompañada de otros familiares de los rugbiers.
En esos encuentros rompe el silencio que la inunda por la gran cantidad de tiempo que demanda cada jornada judicial. Juntos, los allegados comentan sobre el avance del debate y muestran su parecer.
El martes, “Tati”, como le dicen sus conocidos, estuvo junto a la tía de Lucas Pertossi la mayor parte del tiempo. Este miércoles, en cambio, se sentó al lado de la mamá de Matías Benicelli y del papá de Ayrton Viollaz. En los cuartos intermedios también aprovechó para compartir el descanso con los padres de Lucas Pertossi y de Enzo Comelli.
Además, a diferencia del primer día que todos mantuvieron sus roles y se mostraron distantes, hoy la propia Emilia Pertossi, hermana de Luciano y Ciro y la abogada que acompaña al defensor Hugo Tomei, también pasó a charlar unas palabras con las familias.
Siempre que puede, Emilia le dedica unas palabras a su madre. Cuando tiene unos segundos, pasa por su lado y le deja algún comentario. A veces, cuando María Cinalli tiene alguna duda, directamente le pregunta a su hija. La postura de Emilia no es sencilla. Es hermana, hija y abogada de las partes involucradas en este caso.Los testigos que declararon en la tercera audiencia
Las audiencias son largas y duras. Hay muchos testigos citados a declarar cada día y eso hace que las jornadas se extiendan desde las 10 hasta las 18 o 19, dependiendo el día.
Este miércoles se presentaron a declarar algunos amigos de Báez Sosa, que relataron la golpiza mortal, mientras que además se llevó todas las miradas Pablo Ventura, el joven que fue señalado por alguno de los rugbiers horas después del crimen y que estuvo detenido injustamente cuatro días. Luego salió en libertad porque los investigadores comprobaron que no tuvo nada que ver con el hecho.
“En las noticias decían que yo era el rugbier número 11 y que alguien me había incriminado. Me parece cualquier cosa lo que hicieron”, dijo en su declaración. Luego fue el turno del padre de Ventura, José, que trató de “cobardes” a los rugbiers por lo que hicieron.
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Luego fue el turno de los tres patovicas que intervinieron esa noche en la pelea que se desató dentro del boliche Le Brique. Por lo que declararon Alejandro Muñoz, Maximiliano Ávila y Christian Gómez, durante la madrugada del 18 de enero se desató una discusión entre los rugbiers y los amigos de Fernando.
“A Thomsen lo tuvimos que sacar entre dos porque estaba muy agresivo. Mis compañeros me dijeron que fue el que más se peleó con Fernando adentro del boliche”, sostuvo Muñoz.
Por su parte, Ávila explicó que desde lejos se dio cuenta de que había una situación extraña en el medio de la pista y que se acercó rápido para separar. “Lo veo a Fernando y a uno de los rugbiers peleando. Agarro a uno de ellos y freno la pelea. Ahí Fernando le pega una piña en el estómago al chico que yo tenía agarrado. Le digo a Fernando que me acompañara afuera y salió tranquilamente. Cuando yo llegué, ya Fernando tenía la camisa rota”, expresó.
Finalmente, los últimos en declarar fueron Edgardo Lawreczuk (policía que trabaja en la DDI de Villa Gesell y que buscó las cámaras de seguridad que grabaron el hecho) y Maximiliano Rosso Suárez (el policía que llegó a la discoteca y le hizo primeros auxilios a Fernando).