El gobierno de Joe Biden incrementó las sanciones contra Rusia para responder a lo que definió como el “comienzo de una invasión” rusa sobre Ucrania: en sintonía con sus aliados europeos, aplicó castigos contra bancos y miembros de la elite rusa.
Entre ellos están el VEB (uno de los principales bancos de inversión y desarrollo de Rusia) y el banco militar (PSB), considerado fundamental para el sector de defensa ruso.
En la lista figuran tres cargos: el director de los servicios de inteligencia rusos (FSB), Alex Bortnikov; el actual jefe de gabinete adjunto de Putin, Serguéi Keriyenko; y el consejero delegado del PSB, Piotr Fradkov.
Sin embargo, y a pesar de usar un fuerte tono de guerra contra Vladimir Putin, dejó abierta una puerta a esfuerzos diplomáticos “serios” al decir que “hay tiempo de evitar el peor escenario”.
Biden anunció las sanciones en un discurso en la Casa Blanca. Dijo que Rusia había “violado el derecho internacional” con su “invasión” a Ucrania y advirtió que podría ir más allá con los castigos porque los que anunciaba eran “el primer tramo” de otra posible serie más extrema.
“Todavía creemos que Rusia está decidida a ir más allá y lanzar un masivo ataque militar contra Ucrania”, advirtió el presidente. “Si Rusia va más allá con esta invasión, estamos preparados para ir más lejos”, dijo, aunque señaló que “no tenemos la intención de pelear contra Rusia”.
Las medidas
“Vamos a imponer sanciones a instituciones financieras, a la deuda rusa y en los días que siguen a los miembros del Kremlin también”, dijo. Además, detalló que esas medidas comenzarán a hacerse efectivas mañana.
Biden anunció también que autorizó movimientos adicionales de las fuerzas estadounidense y equipos militares estacionados en Europa para apoyar a los estados bálticos aliados (Estonia, Letonia y Lituania) contra las amenazas rusas.
El jefe de la Casa Blanca levantó sustancialmente el tono desde las sanciones anunciadas el lunes tras el anuncio de Putin de que avalaba la independencia de dos regiones separatistas Donetsk y Lugansk en Ucrania y enviaba “tropas de paz” a esas regiones.
En principio, las represalias estaban dirigidas a prohibir nuevas inversiones, comercio y financiamiento por parte de estadounidenses desde, hacia o en las regiones”. Pero se reservaba el derecho de ir más allá.
Este martes efectivamente lo hizo, en coordinación con sus aliados. Temprano por la mañana sus funcionarios comenzaron a endurecer las palabras, algo que en este caso no es un juego retórico. Por primera vez definieron la ofensiva de Putin como “el comienzo de una invasión”.
La ofensiva
Esto es la justificación central de una respuesta de EE.UU. y sus aliados y marca la gravedad de lo que puede venir. Hasta ahora habían evitado usar esa palabra. Hablaban de “cruzar la frontera”, de “incursión”. Biden utilizó también esta fórmula e incluso definió a Rusia como “agresor”.
Biden se sumó a la ofensiva de represalias anuncias más temprano por la Unión Europea.
Los ministros, convocados a una reunión extraordinaria en París, dieron el visto bueno a una primera serie de sanciones que incluyó la entrada en territorio comunitario a decenas de altos cargos y políticos rusos, el veto a ciertas entidades financieras y al Estado ruso para operar en el mercado financiero y el sector de servicios europeos y un embargo a las dos provincias ucranianas declaradas en rebeldía.
El primer paso de la fuerte ofensiva de Occidente contra Rusia lo dio Alemania, que temprano detuvo el proceso de certificación del gasoducto Nord Stream 2, una infraestructura clave que deseaba Moscú, pero que Estados Unidos considera que profundiza la dependencia europea del gas ruso. El primer ministro británico, Boris Johnson, impuso sanciones a cinco bancos y tres oligarcas en Rusia.
Biden intentó despejar las dudas de muchos estadounidenses sobre las represalias contra Rusia ya que temen que se disparen los precios de la energía. El jefe de la Casa Blanca dijo en su discurso que es “crítico” que su administración busque evitar que los precios del gas escalen por el conflicto.
“Quiero evitar el dolor a los estadounidenses que están sintiendo en los surtidores. Esto es crítico para mí”, dijo.
Los temores de un conflicto armado en Ucrania son una nueva amenaza para una economía global que ha estado luchando por salir de la pandemia y hacer frente a niveles récord de inflación, advierten los analistas. Se espera que las sanciones, sobre todo la referida al gasoducto, alteren los mercados energéticos e impulsen aumentos adicionales de los precios de los productos básicos.
La incertidumbre sigue a un año de obstrucciones en la cadena de suministro que han interrumpido el flujo de comercio en todo el mundo. Rusia es el mayor productor de gas del mundo y provee el 17% del suministro global. Tiene el 12% de las exportaciones globales de crudo.
Consultado por Clarín, Anton Fedyashin, profesor de Historia y experto en Rusia de la American University, no fue muy optimista. Dijo que las sanciones “no disuadirán al Kremlin. No lo han hecho antes. Y esta vez, Occidente ha anunciado repetidamente qué tipo de sanciones aplicaría durante los últimos años y meses, y los rusos han tenido tiempo de prepararse. Además, la economía rusa es demasiado grande y globalizada para aislarla por completo, a diferencia de Corea del Norte, Irak o Irán, donde las sanciones tampoco han funcionado”.
El experto señaló que “hasta ahora, las sanciones impuestas por la UE, Gran Bretaña y EE. UU. son sorprendentemente leves. Las personas mencionadas ya están bajo sanciones, en el caso de los bancos no son prestatarios internacionales, y solo la prohibición de pagar la deuda soberana a través de los bancos occidentales es grave, pero los rusos tienen las quintas reservas de divisas más grandes del mundo que han acumulado precisamente para este propósito”.
Y agregó: “Todavía hay espacio para la diplomacia, pero tendrá que generar una solución que sea igualmente poco atractiva para todas las partes”.
PB