Todo puede empeorar. Va a subir la temperatura. No hay pronóstico de lluvia. El fuego avanza. Se queman los humedales. 400 mil hectáreas arrasadas. Animales muertos. Recursos insuficientes. Los pobladores, los productores, unos pocos bomberos, corren desorganizados a echar baldes en los pastos, donde pueden. Los aviones hidrantes llegaron tarde. Los brigadistas arribaron por tandas. No alcanzan.
En Corrientes le apuntan a Juan Cabandié, el ministro de Medio Ambiente de la Nación. Por la inercia, por la falta de timming y por el dudoso manejo de los recursos públicos para combatir las llamas. Y para prevenirlas. “Hay funcionarios que no funcionan”, parafraseó a CFK, el gobernador radical Gustavo Valdes. Aludía a Cabandié, que no estaba cerca, sino en Barbados, plantando arbolitos con Alberto Fernández.
Su cartera maneja el Sistema Nacional de Manejo del Fuego. Tiene una caja descomunal para hacerlo. Para prevenir desastres, se solventa con fondos provenientes de una prima que cobra cada póliza de seguro y que le gira la Superintendencia de Seguros de la Nación cada tres meses. Por el primer trimestre de este año, el Plan de Manejo del Fuego ya recibió 833 millones de pesos. Consta en los registros oficiales a los que accedió Clarín.
Pero en los primeros días del fuego en Corrientes, a causa de una sequía prolongada por más de 70 días, el ministerio de Medio Ambiente solo movilizó 8 brigadistas. Luego reforzó con otros 30. Todo empezó mal. Siguió peor. Los aviones hidrantes (cuatro finalmente) llegaron a destiempo, después de una puja retórica en la que Cabandié salió a plantear que Corrientes había rechazado su ayuda. Falso. Eso crispó los ánimos de Valdés. Le salió al cruce con furia.
Aún así Cabandié siguió sus planes. Viajó a Barbados. Cuando se consultó porqué lo había hecho en medio de los incendios descomunales, desde su cartera explicaron que “el viaje estaba previsto con antelación”. Cabandié no se pierde ninguna cumbre ambiental. Nápoles, Escocia, viajes por el mundo.
Mientras tanto, nada está resuelto en el litoral. El daño en el Iberá es incalculable. Se ve desde el espacio, según fotos difundidas por la NASA. En ese contexto, los bomberos voluntarios de todo el país dieron a conocer un comunicado en el que plantean que todo está mal. Exigen coordinación. Sienten que las convocatorias por parte del Ministerio de Ambiente son desorganizadas y caóticas. Y que el desmadre los deja, en medio del desastre, en un “estado de indefinición”.
¿Qué está pasando? “Es un tema de sistemas. El Sistema de Manejo del Fuego estaba en manos del ministerio de Seguridad. Pero con la llegada de Alberto pasó a manos de Medio Ambiente. Así, Cabandié se quedó con el manejo de las contrataciones de aviones hidrantes, del despliegue de brigadistas, del manejo de los bomberos voluntarios. Sospecho que lo usan políticamente. A Valdés, le retacearon la ayuda por una cuestión partidaria. La urgencia se atendió de un modo político”, explica Marcelo Rozas Garay, ex funcionario que estuvo a cargo del manejo de los desastres naturales durante el gobierno de Macri, cuando el área estaba bajo la órbita del Ministerio de Seguridad.
El mismo Garay razona: ” El sistema @Sinagir_Arg creado en 2016 es necesario para coordinar medios nacionales. Si no, deviene el caos. Inentendible operativamente que el Servicio Nacional de Manejo del Fuego esté en manos del Ministerio de Medio Ambiente. ¿Loteo para La Cámpora? Han creado una torre de Babel para coordinar la gestión del riesgo de desastres”.
¿De dónde viene la plata?
Hace un año, Cabandié celebraba “los recursos para el Servicio del Manejo del Fuego con los fondos provenientes del cobro de alícuotas de seguros”.
Oficializaba que el Servicio Nacional de Manejo del Fuego totalizaba con las modificaciones presupuestarias más de $ 3.058 millones. Un crecimiento de fondos siete veces superior a 2020 ($ 433 millones). Todo eso debía servir para prevenir el fuego, para anticiparse a los desastres o al menos mantener la capacidad de reacción ante lo inevitable.
“Los fondos provenientes de las primas de seguro se cobrarán todos los años, garantizando los fondos para el sector y brindando previsibilidad para poder planificar el fortalecimiento integral del Servicio del Manejo de Fuego”, decía el ministro. “Hace siete meses asumimos la responsabilidad de coordinar el Servicio y en ese tiempo incrementamos siete veces el presupuesto y mejoramos las condiciones laborales de las y los brigadistas con la homologación del convenio colectivo de trabajo sectorial”, agregaba.
Después publicaba todo en Instagram, como suele hacer. Pero el cambio climático avanzaba en silencio y el fuego se veía venir. Estaban los fondos por atraparlo antes de que se desatara, pero en la Patagonia, en Córdoba y ahora en el Litoral, finalmente, se terminó corriendo de atrás.
PS