Argentina nuevamente fue noticia y nuevamente por un aspecto por demás negativo. Y es que, si bien es cierto que finaliza el año 2020 con un sabor amargo para las economías del mundo, como no podía ser de otra forma a causa del efecto negativo sobre la producción, el comercio y el turismo que provocó el coronavirus y las obligadas medidas de confinamiento aplicadas por todos los países, en el caso de Argentina la afectación fue mucho peor.
Y es que el balance bursátil del año deja un alza del dólar a nivel local cercana al 100% y una baja promedio del 35% para las acciones. Y es que, si bien fue generalizada la inyección de liquidez de parte de los principales bancos centrales del mundo que emitieron moneda y los gobiernos aplicaron ambiciosos paquetes fiscales para moderar el impacto sobre la actividad y asistir a los sectores sociales más vulnerables, Argentina no fue una excepción.
En ese marco, el gobierno de Alberto Fernández también optó por programas de expansión monetaria y fiscal para hacerle frente a una caída del PBI del orden de los dos dígitos, una recesión sin precedentes desde la crisis de 2001-2002. Sin embargo, las dificultades para obtener financiamiento genuino por medio de la colocación de deuda obligaron a utilizar la “maquinita”, es decir, la emisión de pesos sin respaldo.
Esta restricción trajo las consecuencias conocidas: una inflación muy alta en la comparación mundial, la depreciación del peso y el efecto de contagio sobre las valuaciones de todos los activos, bienes y servicios domésticos, que medidos en dólares se desplomaron, desde acciones y bonos hasta salarios. De esta manera, si se excluye a Venezuela, la Argentina ostentó otro triste récord, como no podía ser de otra manera.
Y es que nuestro país tuvo la moneda que más se devaluó en el año y su mercado fue el que más cayó en el mundo, por tercer año consecutivo. Esto se debe al hecho de que las acciones argentinas, en cambio, acumulan una baja promedio del 34% en dólares, según se desprende de la cotización de los ADR de empresas nacionales que se negocian en el exterior. En esta pérdida de valor confluyen varios factores.
El más importante es el de la depresión económica debido a que Argentina arrastra tres años de recesión, iniciada con la crisis cambiaria de 2018, pero que por diversos factores no se detuvo hasta hoy y en 2020 se profundizó en forma dramática por el COVID-19. El PBI de Argentina es hoy inferior al de 2010, es decir, una década perdida. La erosión financiera provocada por la constante devaluación del peso es otro motivo del desplome de las cotizaciones.
Y un tercer factor es el de las expectativas, hoy el menos negativo: si se cumplen las proyecciones de un crecimiento económico del 5% para 2021, aunque sea por un “rebote” después del “bajón” reciente. Si se analizan las monedas globales, el peso argentino es el que más se devaluó. Al comparar la evolución del tipo de cambio implícito en la Bolsa, el dólar contado con liquidación avanzó casi 90% en 2020.
