Luego de que abril finalizara con cifras superiores a las previstas, la inflación de mayo mostrará una tasa levemente menor pero que seguirá cómodamente por encima del 3%, como ocurre desde octubre de 2020 cuando comenzó a impactar la expansión monetaria para financiar el déficit fiscal a medida que se reabrió la actividad. El problema de fondo es que los precios continúan sin freno y el aumento de los servicios sigue escalando.
En ese marco, el supuesto Gobierno nacional y popular no hace más que convalidad cuanto aumento le piden, logrando empobrecer día a día a los argentinos. Y es que a la dinámica inflacionaria que parece tener un piso difícil de perforar se le suman los aumentos puntuales de regulados o estacionales que cada mes suman unidades al índice de precios al consumidor (IPC) del Indec.
A la inflación núcleo que del año creció por encima del nivel general en los últimos dos trimestres (27,5% vs. 25,8%, respectivamente) en mayo impactarán también aumentos importantes en combustibles, tarifas de servicios públicos y las prepagas de salud, además de la preocupante evolución de los precios de los alimentos. En ese sentido, está previsto que las naftas completen este mes el tercio final del aumento trimestral del 15%.
El tema es que acumularán ya 16 aumentos desde agosto de 2020, mientras que el GNC tuvo un incremento mucho más marcado, de 30%, lo que no sólo afectará a la división de combustibles del IPC oficial sino que también tendrán un efecto de segunda ronda sobre la logística de productos de consumo masivo. En tanto, para los hogares las tarifas de luz en la zona metropolitana subirán un 9%, mientras que las de gas subirían un 7%.
Las prepagas de medicina privada terminarán de subir entre el mes pasado y el actual un 10%, con una suba distribuida en 4,5 puntos porcentuales y 5,5 unidades, respectivamente. Para los analistas estas presiones al alza no permitirán una significativa reducción de la inflación en los próximos meses, lo que complicará que los salarios no puedan recuperar en términos reales lo que vienen perdiendo desde el inicio de la pandemia y de la cuarentena.
Parece haber factores que están generando presiones de primera y segunda ronda, que afectan directamente a la evolución de la canasta de bienes y servicios, y que difícilmente se vean compensados por la suba de los salarios, lo más preocupante viene por combustibles, tarifas y alimentos. Esto se debe porque el Gobierno permite que suban los servicios al tiempo que baja línea a las empresas para sean “cuidadosos” con las paritarias y no se suban demasiado.
En definitiva, el gobierno deja correr los aumentos, como los de internet y televisión apoyando que la conectividad sea para las ganancias de unos pocos, y no para quienes más la necesitan. Un oficialismo que, al convertirse en un populismo sin dinero, se saca la máscara y deja ver su verdadera naturaleza, la de ser una coalición que somete al conjunto de la población a un ajuste feroz y neoliberal.
