Desde mañana, a los cordobeses la vida se les volverá más parecida a lo que era antes de que la pandemia nos sacudiera aquel marzo de 2020. El Gobierno de esa provincia dispuso que el barbijo deje de ser obligatorio en los espacios cerrados. No obstante, continúa siendo recomendable su empleo en personas mayores o con factores de riesgo. Con esta medida, los habitantes de Córdoba se suman a los de Mendoza, quienes se convirtieron en unos de los primeros argentinos en desprenderse del tapabocas, en mayo pasado. En la ciudad de Buenos Aires también ha dejado de ser una exigencia.
En rigor, el cubrebocas en ambientes cerrados se ha convertido en una de las medidas sanitarias más extensas decretadas a partir de la primera cuarentena, dos años y cinco meses atrás. Las autoridades sanitarias de Tucumán todavía no se han pronunciado de manera oficial.
Quién sí ha hecho oir su voz es el doctor Mario Raya, subdirector del Centro de Salud. “En los lugares cerrados y concurridos, como los supermercados o centros comerciales, todavía se recomienda usar barbijos”, afirma, en diálogo con este diario.
Aunque Raya emplea verbos como sugerir o recomendar, deja en claro su postura como infectólogo, pues considera que sería deseable que las personas sigan poniéndoselos. Incluso aclara que en las clínicas, sanatorios, hospitales u otros sitios donde se brinde atención médica convendría mantener la obligatoriedad.
A su turno, el infectólogo Gonzalo Tomás observa que si bien todavía las reglamentaciones provinciales prevén los tapabocas, en los hechos no son exigidos. “En muchos locales no los piden. En principio, estoy de acuerdo porque actualmente nos encontramos en un contexto epidemiológico de baja incidencia; con pocos casos nuevos. Si aumentaran las infecciones en cambio, tendríamos que restaurar la restricción”, reflexiona.
Y en coincidencia con Raya, plantea que en los ámbitos sanitarios tendría que mantenerse el barbijo como un legado “bueno” de la pandemia, pues se trata de espacios de riesgo. “Algunos profesionales piensan que no deberíamos bajar la guardia; ‘esto no ha terminado’, dicen. Personalmente, entiendo que se trata de una postura respetable. Pero quizás los cuidados puedan adaptarse al contexto sanitario actual”, simplifica.
Donde el debate se vuelve más álgido es en las escuelas y colegios. Han sido numerosos los reclamos de la red tucumana de Familias y Padres Organizados por la Educación, quienes desde mayo de 2022 vienen exigiendo el fin de la obligatoriedad en el ámbito académico. Carina Mondino -vocera de esta agrupación con ramificaciones en todo el país y el mundo y surgida tras el cierre de las escuelas durante las cuarentenas de 2020- ha dicho en repetidas ocasiones que después de tanto tiempo de uso prolongado y sostenido, el barbijo ha generado efectos perjudiciales que exceden su potencial beneficio.
“No solo representa un obstáculo para la comunicación verbal y no verbal, sino que dificulta el proceso de aprendizaje, especialmente en lo referido a la lecto-comprensión. El barbijo no tiene que ser obligatorio para los niños y adolescentes”, sienta postura.
Las madres Florencia Frías Silva y María José Galindo apuntaron directamente contra el argumento esgrimido oportunamente por las autoridades nacionales y provinciales, quienes habían explicado que aunque los contagios por coronavirus han descendido, los ocasionados por otros virus respiratorios han aumentado. “Eso carece de fundamento. Históricamente, ¿cuándo se utilizó el barbijo para evitar una gripe? ¿No bastaría con chequear la experiencia de otros países donde los niños lo han abandonado?”, se preguntan.
Antes del invierno y tras un debate en el Consejo Federal de Salud (Cofesa), del que participaron la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, y sus pares provinciales, se reiteró la recomendación del tapabocas por el brotes de influenzas. Sin embargo, en aquella ocasión expresaron que eso sería hasta que finalizara el invierno. De ser así, faltarían unas semanas.