Los mensajes que envió la vicepresidenta Cristina Kirchner, en los que trató de “golpista” a la Corte Suprema, luego de que el máximo tribunal emitiera su fallo en favor de la autonomía porteña fueron descarados y cínicos. Es por ello que cabe preguntarse, ¿Acaso es la confirmación de que ella está desesperada?. Y es que Cristina acusando a la Corte Suprema de Justicia de golpista, ¿No será demasiado?
¿O es la confirmación de que está desesperada porque observa que siguen vivas casi todas las causas que tiene ante la Justicia? Algunas causas avanzan más rápido en tribunales y otras, más lento, pero todas las pruebas y testimonios que la condenan están absolutamente confirmados. El tiempo pasa y si las elecciones parlamentarias no favorecen a Cristina, las cosas se le van a complicar muchísimo.
Eso ella lo sabe. Por eso fue tan fuerte contra la Corte Suprema. Cuando Cristina Kirchner expresó que los golpes contra las instituciones democráticas ya no son como antaño, no hace más que confirmar que hace tiempo que la vicepresidenta ataca a la Justicia y le tira con lo que tiene a mano. Cristina sabe el rol que la Corte juega en nuestro sistema institucional. No le conviene saberlo pero lo sabe.
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De hecho, el que se lo recordó fue otro abogado, que ella puso en la presidencia, Alberto Fernández. Es lo que justamente publicó en un tuit el actual presidente en 2013, en el que paradójicamente hablaba de una actitud de Cristina frente a la Corte. “Si CFK no entiende porqué la Corte es un ‘contrapoder’, deberíamos averiguar quién la aprobó en Derecho Constitucional. Basta de sofismas”, escribía el actual presidente.
Fue el 11 de junio de 2013 y cada día tiene más vigencia. No sabemos quién aprobó a Cristina. Pero sí sabemos que los sinónimos de sofisma son falacia, engaño y trampa, entre otros. De todos modos, las irrupciones de la vicepresidenta, a esta altura, no deberían sorprender. El problema sería ahora Alberto Fernández.
El Presidente supo, con anterioridad, que estaba en los umbrales de un paso en falso. Cristina y el kirchnerismo le impidieron una corrección. De allí su propuesta de enviar un proyecto al Congreso para que le delegue facultades en la emergencia sanitaria. El Presidente ha llegado a este punto por haber abandonado a la política. Ofertó su papel de moderado y reniega del diálogo y el consenso como herramientas de convivencia y transformación en democracia.
Es por ello que cabe preguntarse, ¿Cuánto servirá que el Presidente descalifique el fallo y desafíe con que “haremos lo que debamos”? Lo importante parece ser que, más allá de sus disidencias internas, la mayoría de la Corte Suprema encontró razones válidas para converger en la defensa del orden institucional establecido. También, para asestarle un golpe a la soberbia y a los espasmos autoritarios.
