Si Vinicius no es en este momento el mejor jugador del mundo, cómo mínimo está en el podio. Porque el atacante de Real Madrid no es simplemente un futbolista que gambetea y hace goles, sino que es capaz de ponerse en el hombro a Brasil, la Selección más veces campeona en la historia y que ahora tiene a Neymar en las tribunas. Pero además es un provocador serial Vini y eso es algo que debería entrar en revisión.
La escena se ha repetido: Vinicius llora frente a un auditorio y denuncia racismo. Se repudian todas esas actitudes discriminatorias, por supuesto. El extremo las ha sufrido principalmente en España. Pero el brasileño debería entender que el respeto también se brinda. Y, si lo sabe, tendría que ponerlo en práctica y no provocar como lo hace en casi todos los partidos que disputa. En Las Vegas, se la pasó sobrando a los paraguayos, quienes en un momento estallaron y lo fueron a buscar.
Juega bien Vinicius y es lindo verlo jugar. Tiene frescura, además: se permite reír y festeja haciendo muecas. Puede tirar una bicicleta y un caño en la misma jugada. O hacer dos goles en 45 minutos para hacer olvidar el penal que falló Paquetá. Pero también puede mirar desafiante a sus rivales y hacer alguna de más para que todos los salgan a buscarlo con rabia.
Brasil se despertó y pasó por arriba a Paraguay. Vini marcó un golazo después de una enorme jugada colectiva y después se aprovechó de un horror de Alderete para el 3-0. El segundo lo anotó Savio, luego de un error de Espinoza.
El complemento comenzó con un golazo de Alderete para el descuento, pero en la acción siguiente Paquetá tuvo su revancha del penal y festejó el 4-1 definitivo.
Ya no pisó el acelerador Brasil y perdonó a Paraguay, que quedó eliminado. El argentino nacionalizado Andrés Cubas recibió la roja por una patada a Douglas Luiz que el VAR pudo haber revertido.
Ganó, goleó y gustó Brasil, que apareció en la Copa.