En la quinta jornada del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa declararon los policías que participaron del allanamiento en el chalet donde se alojaban los acusados en Villa Gesell, también la dueña del hospedaje y otros testigos.
El allanamiento en el chalet donde detuvieron a los rugbistas acusados de asesinar a golpes a Fernando Báez Sosa fue el 18 de enero, a las 10.30, horas después del homicidio. Allí detuvieron a diez jóvenes, días después liberaron a dos, que fueron sobreseídos y declararán como testigos en el juicio.
Para esto, fueron citados a declarar los policías que participaron en el episodio bajo las órdenes del fiscal Walter Mércuri.
Ariel Pintos, jefe de la Departamental Pinamar y testigo en el caso, detalló cómo identificaron a los agresores hasta llegar al momento del allanamiento de la casa donde se hospedaban.
Destacó que fue de utilidad el video de la expulsión de los agresores, que proporcionó el boliche Le Brique y el video del supermercado donde fueron demorados unos minutos.
El jefe policial contó que antes de dar con la ubicación de los imputados fueron domicilio por domicilio a lo largo de una cuadra de 120 metros.
“Golpeé la puerta y cuando me preguntaron quién era dije: ‘La policía. Salgan por favor’. Yo estaba junto con mi compañero, el comisario inspector Segovia, vi salir a uno, a otro. Entre el cuarto y el quinto ya me di cuenta de que eran los mismos diez que habían expulsado del local bailable. Por lo agresivos que eran se les impartió la voz de alto y se los obligó a tirarse al piso. Se comunicó a la fiscalía. Llegó el doctor Walter Mercuri -fiscal original del caso- y personal de DDI y de Policía Científica”, dijo.
Por su parte, Lautaro Alejandro Cuqueijo, testigo del procedimiento de la policía científica, también contó lo que vió durante el allanamiento.
En el relato sobre aquel momento, el hombre recordó: “Cada vez que entrábamos a un cuarto, entraban los chicos y mostraban la evidencia: camisas, zapatillas, la zapatilla con sangre… El único que noté que estaba nervioso era el grandote, musculoso, creo que tenía bigote. Se puso a vomitar. Si no me equivoco es Máximo Thomsen”, recordó. “Estaba tranquilo, como rendido”, agregó.