Efemérides
El 15 de marzo de 1814, casi cuatro años después de la Revolución de Mayo, una flota patriota al mando del almirante Guillermo Brown, tras cinco días de combates, logró derrotar a las fuerzas colonialistas españolas y ocupar la isla de Martín García tomando el control definitivo del estuario del Plata y abrir la puerta para la ocupación de Montevideo dos meses después.
Hasta entonces la corona española mantenía el control formal de la Banda Oriental en lucha con las fuerzas acaudilladas por José Gervasio de Artigas en el interior de la misma que habían llegado a sitiar su capital donde resistían los ocupantes realistas que contaban con el beneplácito del gobierno del Reino de Portugal, Brasil y Algarve cuya capital estaba situada, por entonces en Río de Janeiro, sede del monarca Joao VI; gobierno que pretendía transformar al actual Uruguay en su Provincia Cisplatina.
En el Combate de Martín García participaron 664 combatientes patriotas a las órdenes del irlandés Brown y 442 colonialistas encabezados por Jacinto de Romarate y siete embarcaciones provistas de 91 cañones del lado de las Provincias Unidas del Río de la Plata y ocho con 36 cañones del enemigo. Entre los primeros hubo 48 muertos y 55 heridos, además de una nave averiada, en tanto los segundo, a los que se les capturó una embarcación, sufrieron 14 bajas por muertos y 50 por prisioneros.
El desalojo de los españoles de la Banda Oriental se concretó luego de 16 combates, el penúltimo y clave, el referido de Martín García, entre 1811 y 1814, cabiendo destacar que uno de los militares colonialistas más importantes era el capitán de fragata José Primo de Rivera, hermano de Joaquín Primo de Rivera, apresado en la batalla de Maipú; antepasados ambos de Miguel Primo de Rivera, jefe del gobierno español durante el reinado de Alfonso XIII y cuyas ideas corporativas se vieron reflejadas en la Argentina durante la presidencia de facto de José Félix Uriburu. Miguel, a su vez, fue el padre de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange, muerto durante la Guerra Civil Española.
El Combate de Martín García había comenzado mal para las fuerzas comandadas por Brown ya que la nave insignia quedó varada lo que provocó importantes bajas por lo que hubo una suerte de victoria inicial de los colonialistas pero las fuerzas patriotas se recuperaron y terminaron por desembarcar y ocupar la isla. Con ello el gobierno del director Gervasio Antonio de Posadas se aseguró que, a partir de entonces, el control de los grandes ríos de la Cuenca del Plata quedase en manos de las fuerzas independentistas.
La situación en el período previo era complicada. Las fuerzas al mando de Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano habían sido derrotadas en el Alto Perú; tropas realistas enviadas desde Lima atacaron Chile y, para colmo, la burguesía de Buenos Aires se enfrentaba con Artigas, el gran caudillo argentino oriental, como el mismo se autodefinía. En ese momento un hombre clave para la recuperación total de la Banda Oriental fue Juan Larrea, un independentista catalán como Domingo Bartolomé Francisco Matheu y otros de su mismo origen y vascos se sumaron a la causa de la liberación de las colonias americanas españolas.
La llegada de Larrea al Segundo Triunvirato a fines de 1813 hizo que el tema de creación de una flota naval importante pasase a ser una cuestión clave. Mucho más lo fue a partir de su designación como ministro de Hacienda cuando a comienzos de 1814 asumió Posadas como Director Supremo. Claro que para ello Larrea apeló a un poderoso agente británico, William Porter White, nacido en Boston, en los actuales Estados Unidos de América antes de su independencia. White, cuyo nombre lleva hoy una calle del suroeste de la capital argentina, había sido en 1806 el promotor de la invasión inglesa sufrida por la ciudad de Buenos Aires durante alrededor de dos meses y costó el saqueo de un millón y cuarto de libras de plata paseadas luego en Londres en carruajes.
White estaba, como la corona británica, en la expulsión definitiva de los españoles del Río de la Plata y en la creación de un estado tapón en la Banda Oriental, cosa que se concretó algo más de una década más tarde como consecuencia de la guerra argentino-brasilera. El acuerdo entre White y el Segundo Triunvirato, promovido por Larrea, se concretó el 28 de diciembre de 1813. El agente británico, a la sazón poderoso comerciante dedicado, entre otras cosas, al tráfico de esclavos, financió la creación de la flota, cosa que se concretó en un par de meses por lo que en marzo ya fue posible que la misma saliese a expulsar de Martín García y luego de Montevideo, tras la batalla de El Buceo, a los españoles.
Sin embargo el negrero White no pudo imponer como jefe de la flota a su compatriota estadounidense Benjamín Franklin Seaver y debió resignarse y terminar apoyando, el mismo, a Brown, frente al referido Seaver y al corsario Estanislao Courrande, el tercer candidato que tenía el mal antecedente de haber atacado buques mercantes británicos. Brown contaba con la ventaja de que la mayor parte de los tripulantes contratados para esa flota eran irlandeses y escoceses, amén de ingleses.
Los españoles habían fortificado la isla de Martín García luego de que a mediados de 1813 se produjese un ataque menor por fuerzas independentistas. Incluso las autoridades montevideanas, ante las noticias de la creación de la flota patriota a cargo del entonces teniente coronel Brown, pensaron en atacar Buenos Aires. Pero Brown al frente de los suyos partió rápidamente hacia la Colonia del Sacramento, la ciudad oriental que décadas atrás habían fundado los portugueses y que para entonces ya controlaban las fuerzas independentistas.
De ahí en más las cosas se precipitaron y tras la pérdida inicial por el envaramiento señalado, la flota de las Provincias Unidas logró hacer desembarcar fuerzas en la isla y obtener un contundente triunfo que puso en fuga a los colonialistas. Tras la victoria Brown comunicó a Larrea que “la Isla Martín García fue tomada por las fuerzas de mar y tierra, bajo mi comando, el lunes último a las cuatro y media de la mañana”, acotando: “Ruégole me escriba acerca de cómo debo disponer de la isla y la fuerza naval”. Desde ese momento el fin del colonialismo español en el Río de la Plata ya estaba decidido aunque faltasen poco más de dos años para su concreción final.