“No se va a intervenir hasta que toque el piso de la banda; esto es, hasta $ 1.000 no se compra”. El presidente, Javier Milei, obtuvo el resultado esperado: mantener bajo control al dólar en la primera semana de vigencia de la flotación cambiaria entre bandas con un mínimo de $ 1.000 y un máximo de $ 1.400. El mercado respondió a las medidas anunciadas por el Gobierno nacional luego de que el viernes pasado el propio Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, señalaran que, tras el acuerdo con el FMI, la Argentina dejaba atrás la historia de las restricciones cambiarias. La convalidación de los operadores llegó con la cotización de cierre de ayer, y una baja del 5%, tomando como referencia el valor de las pizarras exhibidas por el Banco Nación, con los $ 1.160 por unidad.
Según el economista Gustavo Ber, en la plaza cambiaria, los operadores siguen atentos en estas primeras ruedas posliberación cambiaria, en especial al saldo diario del Banco Central -hasta ahora neutro reflejando su nula participación- y a los volúmenes de la oferta y demanda. “Ello se debe a que se espera una mayor liquidación de exportaciones y un creciente apetito por el carry-trade a corto plazo, potenciado ahora también por la flexibilización para el ingreso de inversores extranjeros”, remarca el analista. Frente a este escenario, se espera conocer en qué nivel y con qué estrategia saldría a comprar el excedente de divisas la entidad -más cuando se sigue desinflando tanto al contado como en los futuros y existen señales de que podría arrancar recién hacia los $ 1.000- a fin de poder avanzar con las pautas de acumulación de reservas acordadas en programa con el FMI.
El mercado celebra que Argentina, en un solo movimiento, despejó dos de los tres focos de incertidumbre que perturbaban a los inversores: el acuerdo con el FMI y la salida del cepo. El último bastión de dudas que quedaría en 2025, al menos en términos idiosincráticos, se relaciona con las elecciones de octubre, plantea por su parte GMA Capital.
El economista de esa firma Nery Persichini indica que, con este nuevo esquema cambiario sobre la mesa y cierta renovación en la euforia del mercado local, los inversores ya empiezan a mirar las dos grandes alternativas: carry trade y activos en dólares. Ambas tienen su atractivo y, por lo tanto, su riesgo, aclara.
Por el lado de los Globales, el experto percibe una nueva tendencia al aplanamiento de la curva. “Conviene recordar que a principios de años había tenido esta posición flat en rendimientos cercanos al 10%, con un riesgo país en torno a 550 puntos. Por su parte, ahora vemos una pendiente apenas negativa, con un riesgo país 175 puntos por encima del de enero”, subraya el analista. En este contexto, y con una mayor liquidez en dólares de la mano del FMI y otros organismos internacionales, la tasa de los bonos más cortos con vencimiento en 2029 y 2030 mantiene recorrido. Sin embargo, si el nuevo esquema cambiario convence al mercado, puede que las oportunidades se encuentren en el tramo largo de la curva. “Dada su elevada duration, rendimientos que rondan el 9% para los bonos más allá de 2035 pueden otorgar ganancias de capital de hasta 19% en moneda dura”, acota.
¿Y qué hay de los bonos en pesos? El nuevo esquema de bandas reconfigura el carry trade con tipo de cambio oficial, ahora con mayor volatilidad. De todos modos, observa Persichini, si bien la permanencia de la Fase 3 no asegura el rendimiento en dólares, como sucedía con la Fase 2, sí garantiza las ganancias y pérdidas máximas al tipo de cambio oficial.
Otras consecuencias
Luego de que el BCRA autorizara a los inversores no residentes el acceso al mercado de cambios sin autorización previa para repatriar nuevas inversiones de portafolio, con un mínimo de permanencia de seis meses, el dólar spot se desplomó hasta $ 1.125. En tanto, el tipo de cambio A3500 terminó en $ 1.172,80, ya que es un promedio de las operaciones del día, señala el reporte semanal de Portfolio Personal Inversiones (PPI). En línea con el spot, se desplomaron los futuros de dólar. Toda la curva finalizó a la baja, exhibiendo recortes de entre 5,6% y 6,2%. El contrato de abril terminó incluso por debajo del A3500 de ayer ($1.152 versus $1.172). Consecuentemente, las tasas implícitas se desplomaron. “Tomando como referencia los tres contratos más cortos, que son los de mayor volumen operado, la tasa de abril terminó en terreno negativo (-37,3% TEA), la de mayo pasó de 42,6% el martes a 5,2% ayer y la de junio de 37,7% a 13,6%”, detalla la firma.
El dólar “blue”, todavía de referencia hasta el viernes 11, con la vigencia del “cepo”, bajó $ 35 o un 2,5%, a $ 1.250 para la venta, un mínimo desde el 14 de marzo. Asimismo, el dólar marginal reduce la ganancia de 2025 a solo $ 20 o un 1,6%.
Por tercera rueda consecutiva y en función de aquella contundente frase presidencial, el Banco Central no intervino en el mercado de cambios, donde se observó una sólida oferta privada -con U$S 575,7 millones operados en el segmento de contado- que le dio consistencia a un drástico retroceso de más de 5% en la cotización mayorista.
En tanto, las reservas internacionales del BCRA registraron un importante incremento de U$S 1.813 millones o un 4,9%, a U$S 38.612 millones, el punto más alto desde el 4 de abril de 2023.
Mientras el dólar mayorista retrocedió con fuerza más de 5%, las acciones argentinas cayeron en sus cotizaciones en pesos en similar proporción, aunque se sostuvieron en dólares. Los índices de las bolsas de Nueva York cayeron entre 1% y 3%. No obstante, los ADR y acciones argentinas negociadas en dólares en Nueva York registraron números positivos. Destacó el salto de 10,7% para los títulos de Vista Energy, tras conocerse que adquirió por U$S 1.340 millones la participación accionaria de Petronas en La Amarga Chica, una de las áreas estratégicas del principal hub de shale oil de Vaca Muerta.
Fase 3: la extinción de las restricciones cambiarias
El cepo cambiario inició su camino a la extinción. El Gobierno dio un paso fundamental hacia mayor libertad económica con la inauguración de la nueva Fase 3. En particular, lo destacado pasó por el desmontaje del cepo para personas humanas residentes. Así, luego de casi seis años, los ciudadanos de a pie dicen adiós al cupo de U$S 200 mensuales, a la restricción cruzada, al “parking” y a la Comunicación A 7340. Por su parte, los inversores no residentes parecían haber sido excluidos de la flexibilización del cepo. Sin embargo, el Gobierno confirmó que podrán repatriar sus fondos sin autorización previa. Las autoridades buscan evitar el flujo de “capitales golondrina” y parecen haber aprendido la lección: estos deberán mantener los capitales por al menos seis meses.
Flotación: el esquema de bandas y la acumulación de reservas
El Banco Central reconfiguró el régimen cambiario al implementar un sistema de flotación de bandas, con un piso de $ 1.000 y un techo de $ 1.400, rango que se ajustará a un 1% mensual a la baja y al alza, respectivamente. Dentro de ese corredor, la entidad que preside Santiago Bausili tiene la capacidad para intervenir y comprar dólares. Sin embargo, confirmaron que solo lo harán cuando el dólar toque el límite inferior de la banda. El Gobierno parece tener plena confianza que las últimas medidas logren presionar hacia abajo del tipo de cambio, apreciándolo aún más, una carta fuerte a jugar previo a las elecciones, indica GMA Capital. De allí que el presidente Javier Milei intenta que la divisa se ubique en el límite inferior para luego solicitar al BCRA que compre divisas en el mercado, un mecanismo para acumular más reservas.
Desinflación: la meta proyectada por la Casa Rosada para este año
El presidente Javier Milei afirmó que desde el Gobierno proyectan una inflación por debajo del 1% a mitad de año. El objetivo resulta un poco ambicioso, debido la dinámica de precios que se observó en marzo (la tasa cerró en un 3,7%, más alta de lo que proyectó el mercado), pero una convergencia del tipo de cambio oficial hacia el piso de la banda de $ 1.000 (tal como proyectan) podría lograr intensificar la desinflación. Así la apreciación sería más efectiva que el ancla cambiaria de la Fase 2. El nuevo anclaje también se apoya en un cambio de régimen monetario. El Banco Central dejó de mirar la base monetaria amplia como referencia y ahora se enfocará en el M2 transaccional (el M2 privado que excluye cuentas remuneradas). Este agregado es más representativo de la cantidad de pesos efectivamente en circulación, apunta GMA Capital.
Reacciones: el festejo en los mercados
La apertura del mercado el lunes último fue elocuente para mostrar el impacto positivo sobre las valuaciones. Prácticamente todos los activos argentinos cerraron al alza, demostrando que, además del acuerdo con el FMI, los inversores esperaban respuestas sobre la nueva fase del programa económico.
Ante una baja del Contado con Liquidación de 6%, el S&P Merval se vio apuntalado un 11,9% en moneda dura, mostrándose como el gran ganador de la primera jornada de la Fase 3. El resto de los “assets classes” (clase de activos) soberanos variaron entre 5,3% y 8,3%, con bonos la curva de Boncer y Lecaps destacándose particularmente. Aunque más medida, la euforia continuó ayer con la apreciación de los activos argentinos que cotizan en Nueva York.
Desembolsos: la inyección de divisas por parte de organismos
En el marco del nuevo programa de Facilidades Extendidas con el FMI por U$S 20.000 millones, el Gobierno se aseguró una importante inyección de dólares para fortalecer el nivel de reservas del Banco Central. El Fondo dispuso ya de U$S 12.000 millones, mientras que restan otros U$S 3.000 millones este año.
En paralelo, las autoridades confirmaron el ingreso de U$S 6.100 millones de parte de otros organismos multilaterales para 2025, de los cuales U$S 1.500 millones ya fueron depositados. Con todo, las reservas brutas superaron U$S 38.600 millones. Por si fuera poco, el Banco Central también concertó otro REPO, esta vez por U$S 2.000 millones, cuyo impacto en reservas debería observarse en el corto plazo.
“Carry trade”: estrategia financiera en alza
Sin dudas, la nueva fase del programa económico fue un paso en el sentido correcto porque la Fase 2, con su nivel de dólar, mostraba evidentes signos de agotamiento a los ojos del mercado. Pero también es para celebrar porque es un gran avance en materia cambiaria: otorga mayor flexibilidad al precio del dólar, una característica común de la configuración macroeconómica de los países a los que intentamos imitar, según GMA Capital.
No obstante, el nuevo esquema debe tomarse, justamente como indica su nombre, como una nueva etapa del programa. Al igual que la Fase 2, parece descansar en la búsqueda de un nivel de tipo de cambio apreciado, con volatilidad acotada (al menos al alza) e incentivos al “carry trade” (estrategia financiera que combina tasa en pesos con dólares para generar ganancias con la compra y venta de instrumentos en pesos e inversión en moneda extranjera).