El 11 de julio la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, anunciaba los lineamientos de su plan, que dijo consistía en seguir con el plan que ya venía aplicando el presidente Alberto Fernández junto a Martín Guzmán. Y destacó que creía en equilibrio fiscal y que el Estado iba a gastar solo lo que ingresaba en impuestos. Sin embargo, tres días antes, el viernes 8 de julio, el BCRA emitía $140.000 millones para financiar el rojo fiscal, en tanto que siguió emitiendo moneda para sostener el precio de los bonos en pesos.
Obviamente, el Gobierno sigue inventando relatos para no hacerse cargo de la inflación que genera el BCRA vía emisión monetaria. Y continúa con la historia de que responde a un fenómeno multicausal, de los “grupos concentrados que remarcan indiscriminadamente” los precios. Y también incluye la invasión de Rusia a Ucrania para justificar el desparramo fiscal y monetario que está haciendo.
Sin embargo, cuando se observa la tasa de inflación de junio y del primer semestre de este año en Argentina, y la compara con la de los países vecinos se advierte rápidamente que lo de la guerra es sólo parte del “relato”. Y es que la inflación de Argentina en junio no sólo fue la más alta comparada con nuestros vecinos, sino que además registró una distancia de seis hasta más de 10 veces entre las tasas del último mes que registraron las direcciones nacionales de estadística de cada país.
La realidad es que el déficit fiscal del primer semestre de este año aumentó 5 veces respecto al registrado en la primera mitad de 2021, orillando los $2 billones cuando se quita la contabilidad creativa de las rentas de la propiedad. El gasto primario aumentó 10% en términos reales en el primer semestre, según los datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso. De ahí que no es sostenible el argumento que los grupos concentrados que remarcan los precios son los responsables de la aceleración de la inflación.
Cuando uno mira los datos de Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay, entre otros, pareciera ser, de acuerdo al relato K, que los únicos empresarios que remarcan por deporte están en la Argentina. En el primer semestre del año, de acuerdo a datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), el gasto público primario aumentó 10,7% por encima de la tasa de inflación, es decir, contrariando el argumento que usa el kirchnerismo más duro, no hubo tal ajuste de la economía.
Por el contrario, voló el gasto público. ¿Dónde estuvo el mayor aumento? Los subsidios a la energía crecieron el 38% en términos reales, siempre comparando primer semestre de este año contra el primer semestre del año pasado. Luego los programas sociales con un incremento en términos reales del 28,9%, en tercer lugar, transferencias a provincias con una suba real del 13,1%.
Los gastos en personal se incrementaron el 11% y uno de los rubros que menos creció fue jubilaciones y pensiones, que aumentaron el 6,3% en términos reales. El dato relevante es que los recursos destinados a planes sociales crecieron muchísimo más en términos reales que los destinados a jubilaciones. El plan Potenciar Trabajo aumentó el 57,1% en términos reales, Becas Progresar el 197,4% y políticas alimentarias el 21,9% por sobre la tasa de inflación.
En definitiva, la presión que ejercen las organizaciones políticas denominadas organizaciones sociales lograron sacar una tajada mayor que los jubilados que no tienen movilización en la calle. Esto hace que se caiga el relato del kirchnerismo de que Martín Guzmán hizo un ajuste de la economía. En rigor, Guzmán nunca llegó a ejercer como ministro de Economía porque no manejaba variables importantes para controlar los crecientes desequilibrios macroeconómicos.
Ni siquiera controlaba a un subordinado suyo en el área de energía que respondía al kirchnerismo. Es más, es para dudar que Guzmán haya decidido otorgarles más recursos a las organizaciones políticas piqueteras. Esas decisiones pasan por Alberto Fernández y tal vez por Cristina Kirchner. Tampoco se puede comprar el argumento que voceros K lanzaron diciendo que desconocían el desborde de los números fiscales y la falta de reservas en el BCRA.
La mayoría de los economistas venían advirtiendo sobre el descontrol fiscal y monetario. En definitiva, hoy se ve a un BCRA que agoniza de reservas, emite pesos que nadie quiere para financiar al Tesoro y para sostener el precio de los bonos en pesos que tampoco nadie quiere y, como frutilla del postre, sigue batiendo récord en el crecimiento de la emisión de Leliq y Pases netos.
Lo que genera un monumental aumento del denominado déficit cuasifiscal. El Tesoro, con un gran déficit fiscal, había perdido hace tiempo el acceso al crédito internacional privado, y ahora también al crédito interno, y con la economía extenuada de pagar más impuestos. Política y económicamente el Gobierno parece estar agonizando, solo falta ver cómo hace para llegar a diciembre de 2023. Ese es el gran interrogante que todos se formulan.