Por afuera, nada. La estampa de Lionel Scaloni es la de siempre en esta Porto Alegre que recibió a una Selección Argentina golpeada en la fresca noche de este jueves ante un puñado de no más de 15 hinchas. Lo que nadie sabe es qué pasa en el interior de la cabeza del joven técnico de 41 años después de los dos primeros partidos aquí en Brasil en los que las cosas salieron mal y dejaron a su equipo al borde del abismo. Lo que bien sabe el nacido en Pujato es que no solamente es el conjunto nacional el que puede quedar eliminado tempranamente si el domingo no gana; su puesto también está en la mira. Por eso, ante Qatar, el DT albiceleste afronta su gran prueba de fuego para seguir en la Copa América y para seguir en el cargo.
No es novedad alguna. Desde la propia AFA le pusieron a Scaloni el plazo de seis meses más, luego del interinato post Mundial de Rusia, con la posibilidad de extenderlo -vaya a saber uno por cuánto tiempo- dependiendo de su desempeño en el torneo de selecciones más importante del continente. Iba a estar en observación. Y, por ahora, sus decisiones quedaron en el foco de las críticas, por el funcionamiento del equipo y por los cambios durante los encuentros que parecieron no ir de la mano con lo que pedía el juego en esos momentos.
Atrás quedaron sus primeras seis presentaciones en 2018, cuando aceptó tomar el mando tras la salida de Jorge Sampaoli, de quien fue colaborador. En ese tiempo, se cansó de remarcar en cada una de sus conferencias de prensa que su tarea era exclusivamente la de probar jugadores para que el entrenador que viniera luego elegido por la AFA para quedar fijo pudiera tener un paneo al menos de quiénes estaban a la altura y quiénes no de vestir la camiseta albiceleste. No se preocupaba, decía él, por encontrar un funcionamiento colectivo.
Por eso, probó y probó. Llevó adelante la renovación profunda tan solicitada desde la opinión pública. Convocó en total a 56 futbolistas. Y en las 11 presentaciones que lleva hasta el momento planteó 11 formaciones distintas (Milton Casco fue el 41° jugador titular en su era). Son lógicas tantas variantes si se tiene en cuenta que se trata de una etapa de transición Sin embargo, una vez que supo de la boca del presidente Claudio Tapia que continuaría al mando para disputar esta Copa, siguió en la misma sintonía: la de testear más nombres nuevos.
De hecho, desde su discurso incluso utilizó este argumento para explicar por qué no citaba a jugadores ya probados en la Selección, como fue el caso de Sergio Agüero: “Ya lo conocemos, sabemos lo que puede dar; queremos ver a otros”. Y la búsqueda de un funcionamiento permaneció en el debe también en los dos amistosos de este año. A su favor, el tiempo de trabajo en 2019 fue escaso
Porto Alegre. Enviado especial.