Menaka Guruswamy es una celebridad en la India. Pero no es actriz, ni deportista. Es abogada. Y, de hecho, de las mejores en una nación con más de 1350 millones de habitantes. Tanto, que en sus 40 ya recibió el estatus mayor que puede dar la Corte Suprema de su país, ante la que suele litigar casos muy sensibles y muy ríspidos. Tanto, que dos de las revistas más prestigiosas del mundo, Time y Foreign Policy, la seleccionaron entre las 100 personalidades del año.
¿Por qué? Porque con sus demandas logró algunas de las mayores reformas institucionales de su país. Desde la regulación efectiva del derecho humano al acceso a la educación a la despenalización de la homosexualidad. Ella avanza con una premisa clara: “La India debe ser el país de su Constitución”. Es decir, plasmar en los hechos lo que está previsto en la ley máxima. Por eso centra ahora su mirada en la contaminación galopante que sacude a la India mientras lidia con la pandemia. Una combinación letal.
“Si no cambiamos, si no tomamos ciertas medidas, esto va a ser realmente desagradable”, plantea Guruswamy a LA NACION desde Delhi. Piensa en su país, pero también en el planeta y en el futuro de todos. Porque la India tiene sus rasgos muy particulares, pero varios de sus desafíos muestran una notable similitud con los que afrontamos los argentinos, a diario.
-¿Qué es lo que más te preocupa durante y después de esta pandemia?
-Me preocupan las mismas cosas que probablemente también están ocurriendo en tu país: la falta de instalaciones sanitarias o nuestra relación con el medio ambiente, entre otras. Esta pandemia ha puesto de relieve la incapacidad y la falta de voluntad de las naciones para priorizar la salud pública. Con la excepción de Europa Occidental, simplemente no estamos comprometidos con ella. Incluso en Estados Unidos, un debate político serio durante la pandemia debería ser si es necesaria una atención médica universal. Pero no es así. Lo mismo en la India. Desde nuestra independencia en 1947, todos nuestros presupuestos muestran que bajó la partida para salud. Así que gastaremos en armas o en pensiones de funcionarios, pero reduciremos los fondos para salud y educación. Es extraordinario. Hoy afrontamos una situación mortal, pero no tenemos suficientes unidades de cuidados intensivos y no están habilitando más camas. Y el Covid-19 se combina aquí con la contaminación. Después de Beijing, Delhi es la ciudad más contaminada del mundo. El índice de calidad del aire debería estar entre 0 y 60, pero aquí ronda los 470. Y hace unos días, durante unos festivales, llegó a 800 en ciertas partes de la ciudad. Estamos respirando y cubriendo nuestros pulmones con eso, los mismos pulmones que pueden ser afectados por el Covid-19. Esto demuestra el desinterés en tomarse en serio el medio ambiente. Como país no hemos prestado atención a las dos cosas que nos habrían mantenido a salvo durante la pandemia: la salud y el medio ambiente.
-O que habrían mantenido a salvo a muchos más, porque ciertos sectores pueden sustentar sus propias soluciones.
-Me preocupa la desigualdad, sí, tanto dentro de cada país, como entre naciones. Los países más ricos de Europa y de América del Norte tendrán acceso a las vacunas. Podrán registrar cierta desigualdad en términos de cómo se organiza y distribuye la vacunación entre sus nacionales, pero accederán a las vacunas, mientras que los países más pobres no accederán a las vacunas. Ese es mi temor y espero que todo lo que estamos experimentando en estos meses nos haga más reflexivos.
-Impulsó algunos de los más grandes casos judiciales en la historia de la India. ¿Planea litigar por el acceso a la salud o contra la contaminación?
-[Sonríe] Hay algunos casos pendientes en los tribunales sobre contaminación y Covid-19. Los tribunales se están preguntando ahora qué pueden hacer. Es una política pública que el gobierno debe tomar en serio, pero no ocurre. Mira. [calla unos segundos] Ambos somos abogados y conocemos las limitaciones de la ley. La ley puede regular la conducta, pero no puede cambiarla. Estos son temas macro: salud pública, contaminación, medio ambiente, cambio climático, y son los gobiernos los que tienen que cambiar eso. El problema es que ciertos temas se han convertido en estandartes políticos. Mira Estados Unidos. Si escuchas a Joe Biden, afirma que el cambio climático es su “tema número uno”. Y en la práctica, si crees en el cambio climático, eres demócrata; si lo niegas, eres republicano, y si no estás seguro, quizás seas un votante indeciso. ¡Es extraordinario! ¡Nuestra subsistencia como especie no es una cuestión de opinión política!
-¿Ocurre una polarización similar en la India? ¿Cómo impacta eso en la prevención y lucha contra la pandemia?
-La mayoría de los indios no usan mascarillas, pero no es por política, ni porque la mayoría de los indios no crea que eso sea bueno. Por supuesto que muchos indios creen en teorías conspirativas, pero el mayor problema es en realidad que no hemos tenido un mensaje político consistente. El Estado y la mayoría de los indios están acostumbrados a que la salud pública sea minoritaria y que la mayoría no acceda a ese servicio. El indio medio no muere en una cama de hospital. Simplemente muere. De modo que los más jóvenes se contagian ahora con Covid-19 y creen que es gripe, mientras que los mayores mueren en sus casas, como siempre ha ocurrido. Ahora bien, en ese contexto, ¿debe el Estado autorizar las reuniones religiosas? En la práctica, vemos que la decisión no dependerá tanto de las pautas sanitarias, sino de la política. Los gobiernos más conservadores de todo el mundo, incluido el de mi país, quieren que los espacios religiosos se abran al público. ¿Y qué hacemos, también, con las elecciones? Tuvimos siete en las últimas semanas, con miles de personas acudiendo a manifestaciones. El 95 por ciento, sin mascarillas. ¿Debemos permitir estos encuentros físicos con los candidatos? ¿O deberíamos habilitar solo eventos pequeños? En eso va el verdadero meollo de la cuestión: la política de cada país sobre la pandemia se manifiesta de manera diferente. Es un problema.
-Al mismo tiempo, usted dio una charla en 2019 en la que planteó que nuestras libertades “se están reduciendo”, aludiendo a valores nucleares como la igualdad, la fraternidad, la dignidad, la no discriminación. ¿Y ahora? ¿Esta crisis global puede resultar una oportunidad para acotar aún más esos valores?
-Sí. Como seres humanos, siempre hemos organizado nuestras opiniones en foros físicos, reuniéndonos como comunidades de personas, no sentados frente a una computadora, en Facebook o en Twitter. Estar ante una pantalla no es más que un individuo aislado que forma sus opiniones políticas en las redes sociales, lo que significa que los algoritmos están decidiendo qué mostrarte y qué necesitas absorber. ¡Nunca antes hemos formado nuestra opinión de esta manera! Hoy, sí. Las cuarentenas, el distanciamiento social y el trabajo desde nuestras casas conllevan que cada vez tengamos menos contactos humanos, sea con nuestras familias, vecinos o nuestra comunidad en general. Insisto con esto: estamos formando cada vez más nuestras opiniones, sentados solos frente a nuestras computadoras, impulsados por algoritmos. Si sigo una página de Facebook que se basa en mis preferencias, nada me obliga a involucrarme con alguien que no está de acuerdo conmigo. ¡Pero los seres humanos somos sociales porque eso nos ayudó a sobrevivir como especie! ¡Eso es parte de nuestra evolución!
-¿Acaso.
-[Interrumpe] Es interesante que se llamen “redes sociales” porque, en la práctica, rompen ese proceso evolutivo en sociedad. Nos permiten sentarnos en silencio, abrir nuestras computadoras y ser guiados por algoritmos. Es profundamente problemático porque estamos cada vez más aislados como individuos y políticamente polarizados como personas. Y no podemos comparar a las redes sociales con los diarios, por ejemplo. Los periódicos tienen un proceso editorial. Cuando vos, por ejemplo, escribís un artículo, debes citar varias campanas y luego tu editor y los verificadores de datos los contrastarán. Pero no es así en Twitter o Facebook. Podemos poner lo que queramos. Incluso Donald Trump puede negar que perdió las elecciones, convocando a sus seguidores en todo el mundo. Me pregunto a dónde nos llevará el uso de las redes sociales como herramienta política de campaña, de organización, de persuasión, de división social en nuestros países.
-En este contexto global, ¿es usted optimista?
-Sí. Creo que sólo los optimistas seguimos presionando contra la corriente. No vamos a conseguir logros rápidos, ni cómodos, pero creo que la pregunta sobre por qué destinamos tan poco dinero a la atención médica alrededor del mundo finalmente está planteándose mucho más porque la gente se enfrenta al Covid-19 y quiere respuestas de sus gobiernos. Esta pandemia hace que nos enfrentemos a la mortalidad de una manera que nunca antes habíamos enfrentado. ¿Sobreviviré? ¿Cuánto durará esta pandemia? ¿Tomará un año o cinco, a partir de ahora? ¿Cómo mantengo a salvo a los adultos mayores de mi familia? Y a esas preguntas se suman otras: ¿Qué es lo que valoro? ¿Qué es lo que valoro de mi vida? ¿Cuáles son las cosas que quiero hacer?
-En esa línea, ¿qué preguntas deberíamos plantearnos ahora?
-Creo que la gran pregunta que no nos hacemos es por qué estamos aquí. ¿Hay algo especial en nosotros como especie que nos permita ir más allá de “salirnos con la nuestra” mientras destruimos todo en este planeta? El hecho de que el Covid-19 haya saltado de la vida silvestre a nosotros, debería llevarnos a reflexionar. ¿Por qué estamos aquí? ¿Estamos aquí para destruirlo todo? ¿O estamos aquí para hacer algo más? No creo que sea una pregunta que pueda responder una religión, ni será respondida por la prosperidad material o por el consumo, ni mucho menos lograremos responderla escondiéndonos. La ciencia puede darnos algunas pistas y algo que me genera cierto optimismo en estos momentos es que ha resurgido la necesidad de creer en la ciencia. Seas conservador o liberal, querés una vacuna.
-¿Se abre una oportunidad para el razonamiento científico?
-Creo que la ciencia es el gran ganador en todo esto. Así como las religiones han tenido su momento durante los últimos años, creo que la ciencia lo tendrá durante las próximas décadas porque tendremos que sobrevivir a esta pandemia y solo sobreviviremos si nos tomamos en serio la investigación y la información científicas. Pero debemos promover la educación. Si las personas no tienen una exposición mínima a la ciencia y una educación básica muy sólida, no podrán siquiera comprender un virus que es invisible, que no pueden oler y que no pueden ver. Eso requiere un mínimo de buena educación. Se necesitan seis a ocho años de buena educación, al menos, para comprender qué es un virus. Por tanto, la pregunta subsiguiente es: ¿Tendremos un liderazgo político que tome realmente en serio los desafíos que afrontamos? ¿O tendremos un liderazgo político que simplemente piense en ganar las próximas elecciones? No deja de ser interesante la evolución de [el primer ministro británico] Boris Johnson. Pasó de abogar por la inmunidad colectiva y de afirmar que todo va a estar bien a contagiarse de coronavirus y ser atendido por el Servicio Nacional de Salud, un sistema que menospreciaba, en el que trabajan muchos de los inmigrantes que él no quiere en el Reino Unido. Espero que lo que vivió cambie su liderazgo político.
-¿Hay alguna pregunta que no le hice y le gustaría responder?
-[Piensa unos segundos] Creo que esta crisis global podría funcionar como una llamada de atención planetaria, para los políticos, los empresarios y la comunidad. Si no cambiamos, si no tomamos ciertas medidas, esto va a ser realmente desagradable. Así que espero que, dados los peligros que afrontamos, reaccionemos. Se espera que nuestro PBI se contraiga, las libertades en la India son una realidad compleja, lidiamos con oleadas de autoritarismo, con una prensa incapaz de plantear las preguntas importantes, con la incapacidad de los tribunales para detener excesos inconstitucionales, con representantes del pueblo que no miran lo que pasa, y todo esto. al mismo tiempo que la pandemia. No sobreviviremos a esto si no cambiamos.
Biografía
- Nacida en 1974, en la India, estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de India, en Bangalore. Cursó una maestría en la Universidad de Harvard y completó su doctorado, con una beca Rhodes, en la Universidad de Oxford.
- Como abogada, patrocinó algunos de los casos judiciales más relevantes de su país, logrando la descriminalización de la homosexualidad y la regulación efectiva del derecho humano a la educación, entre otros.
- Profesora visitante en las universidades de Yale, New York y Toronto, también es investigadora y conferenciante en la Universidad de Columbia y se desempeñó como consultora del Fondo para el Desarrollo de las Naciones Unidas y para Unicef.
- Reconocida en la India, Oxford y Harvard, fue seleccionada entre los 100 pensadores globales por la revista Foreign Policy, en 2019, en tanto que la revista Time la incluyó, ese mismo año, entre las 100 personas más influyentes del mundo
Recomendaciones para aprovechar el tiempo
-En estos tiempos de pandemia, ¿qué libros o películas o música o cualquier otra actividad sugiere a los argentinos para distraerse o, acaso, aprovechar el tiempo? ¿Qué hace usted con su tiempo libre?
-Por lo general solo tengo tiempo para estudiar, aunque estos meses han sido un buen momento para leer. Tengo en mi estantería Homeland Elegies. A novel, el nuevo libro de un novelista musulmán estadounidense, Ayad Akhtar, que explora la identidad en Estados Unidos. Es muy interesante. También estoy tratando de leer más sobre temas científicos, sobre la evolución de la especie humana. ¡Y me encanta el olor a papel de periódico con el café de la mañana! A esos diarios sumo la lectura de algunos periódicos extranjeros por Internet, tratando de sobrevolar el espectro político. Así que leo The Wall Street Journal y también The New Statesman. Resulta maravilloso porque muestran dos visiones del mundo muy diferentes. Ahora bien. tengo que decirte, mi profundo secreto es que amo las películas y lo peor que me han quitado es no poder ir al cine. Un privilegio para mí significa ir un lunes o martes por la tarde a ver una película porque significa que tienes control sobre tu vida. Así que intento compensarlo con películas en casa. ¡Amo Netflix! [risas]