“Por la profesión estoy acostumbrada a vivir diferentes situaciones que se presentan cuando hay un desalojo. Me amenazaron o me corrieron con armas de fuego, pero jamás me imaginé que terminaría topándome con un cuerpo de una persona”, explicó L.M. la procuradora que aparece mencionada en el caso del crimen de Chacabuco 59.
La profesional, al igual que su hermano I.M, aceptó ser entrevistada siempre y cuando su identidad se mantuviera en reserva. “Lo primero que me gustaría aclarar es que sin pensarlo, por golpear la puerta de la casa de una mujer, me encontré con algo espantoso. En esa casa había prostitución, drogas y otras cosas”, afirmó.
– ¿Cómo surgió su vinculación en el caso?
– El señor (Luis) Fumero me contactó porque quería vender parte de la casa. Le propuse ir a una mediación porque consideraba que era el mejor camino que podía recorrer. Ellos estaban divorciados, pero no habían realizado aún la división de bienes. Mi idea era sentarlos a ambos para que llegaran a un acuerdo y se lo homologara en la Justicia.
– ¿Por qué se presentó en la casa de Chacabuco 59?
– Como Fumero no tenía ni el teléfono de ella, me presenté en el domicilio para invitar a la ex esposa a que nos sentáramos a negociar. Me atendió Alfredo, que estaba semidesnudo y en un estado lamentable. Era evidente que estaba bajo el efecto de las drogas. Ahí me di cuenta de que algo malo estaba sucediendo.
– ¿Cuál era la situación legal de la vivienda?
– Para seguir con el caso, me contacté con una escribanía para averiguar la situación de la propiedad. Ahí descubrí que la vivienda se había construido con los fondos de la herencia que recibió Fumero por la muerte de su padre y que la había inscripto como bien familiar, es decir, que era propiedad de él, de Picciuto y de su hija. Lo más grave es que esa situación nunca fue plasmada en el acta firmada. No se dijo que esa propiedad se había construido con el dinero que él había recibido.
– ¿Por qué Fumero decidió vender?
– Necesitaba dinero porque su situación económica era desesperante. Necesita capital para vivir y para tratar de salvar la empresa de ascensores que tiene.
– ¿Logró concretarse la venta?
– Sólo la parte que le correspondía a él. Tampoco la vendió, recibió una moto de seña por parte de un interesado. La operación se cerraría cuando él tuviera todos los papeles en reglas.
– ¿Usted compró parte de la propiedad?
– Esas son mentiras. Nadie compró nada.
– Los inquilinos la acusan de haberse presentado el 2 de mayo para apoderarse de la casa…
– Me gustaría aclarar que mi hermano fue porque se lo pedí. Lo hice porque no daba para que fuera sola a afrontar a esas personas. Eran personas que tenían severos problemas de consumo. Sí es cierto que hablé a Fumero para que tomara posesión del lugar. Recomendé que hiciera eso porque la casa era un desastre y, ante la ausencia de Picciuto, corría el riesgo de que esas personas de mal vivir se quedaran con ella.
– ¿Es cierto que autorizó a la única detenida a que retirara las pertenencias de Picciuto?
– Otra mentira. No podía autorizar eso, si no era mío. Considero al fiscal (Carlos) Sale como una eminencia y tengo un gran respeto por su trabajo, pero no sé qué espera para ordenar las detención de esas personas.
– ¿Cree que son sospechosos?
– ¿Y qué opina usted de dos personas que salieron corriendo antes de que encontraran el cuerpo? Lo hicieron a la noche, llevándose pocas pertenencias y dejando otro poco en el lugar.