Mientras el Gobierno negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar que la Argentina caiga otra vez en default, este viernes se cumplen 20 años del día en que, horas después de ser designado como presidente interino, Adolfo Rodríguez Saá declaró la cesación de pagos sobre más de 100.000 millones de dólares de la deuda, el mayor de la historia en el mundo.
El default fue un episodio más de la crisis de 2001: un desplome institucional, social y económico sin precedentes en el país que puso fin al gobierno de Fernando de la Rúa y al modelo de la convertibilidad cambiaria y dejó 40 muertos por violentos incidentes en las calles.
Un día después de la caída de De la Rúa -el 20 de diciembre-, el Congreso eligió como presidente provisional al titular del Senado, el peronista Ramón Puerta. Horas después, Adolfo Rodríguez Saá -gobernador de San Luis por el PJ desde 1983- asumió como presidente elegido por el Congreso.
La deuda externa era impagable. El puntano juró el 23 de diciembre, asumió el 24 e inmediatamente anunció el default ante la Asamblea Legislativa. Su discurso fue celebrado por la mayoría de los representantes.
Se suspendieron los pagos de una deuda que alcanzaba los U$S 144.453 millones que alcanzaba por entonces la deuda pública argentina. La medida afectó inicialmente a U$S 61.803 millones en bonos y títulos públicos bajo legislación extranjera, y a otros U$S 8.030 millones de otras obligaciones.
En cambio, se mantuvieron los pagos con organismos multilaterales –U$S 32.400 millones– y los recientemente emitidos préstamos garantizados U$S 42.260 millones emitidos a bancos en el país y AFJP locales.
Se esperaba que Rodríguez Saá convocara a elecciones para el 3 de marzo de 2003. El dirigente quería quedarse más tiempo, pero los gobernadores peronistas le quitaron apoyo. Sin poder, renunció el 30 de diciembre. Llegó Eduardo Camaño, un duhaldista que ocupaba desde hacía tres semanas la presidencia de la Cámara de Diputados y estuvo a cargo del país el 31 de diciembre.
El 1° de enero de 2002, la Asamblea Legislativa eligió presidente a Eduardo Duhalde, quien seis días más tarde decretó el fin de la convertibilidad y avanzó con una de las mayores devaluaciones de la historia, llevando el valor del dólar de 1 a 3 pesos en pocos días. Las reservas del Banco Central estaban casi agotadas y los bancos no podían devolver los depósitos a la gente.
La reestructuración de los pasivos del default tuvo distintos tramos. Entre los canjes de 2005 y 2010 el país logró una aceptación del 92% de los bonistas. Los fondos buitre que se mantuvieron afuera del acuerdo litigaron en la justicia de Nueva York, lograron fallos favorables y aceptaron una propuesta de pago recién en 2016.