Pese a la fuerte presión que ejercieron en las últimas horas los sectores que responden a Martín Lousteau y Facundo Manes, el jefe de bloque de diputados de la Unión Cívica Radical, Rodrigo De Loredo, no apartará a los cinco legisladores que se reunieron este martes con el presidente Javier Milei en la Casa Rosada y decidieron apoyar el veto total de la ley que aumentó las jubilaciones, pese a que, en junio, habían votado a favor cuando la reforma recibió la media sanción en la Cámara baja.
Después de una tensa cumbre de la bancada del radicalismo, que se realizó anoche, en la antesala de la sesión convocada por la oposición para rechazar el veto presidencial, De Loredo y sus aliados internos enfriaron la posibilidad de avanzar con el corrimiento de los legisladores que optaron por cambiar el sentido de su voto y cooperar con el Gobierno de Milei, quien considera que la norma sancionada por el Congreso busca destruir el equilibrio fiscal y desestabilizar su programa económico.
Se trata de Pablo Cervi (Neuquén), Martín Arjol (Misiones), Luis Picat (Córdoba), Mariano Campero (Tucumán) y José Tournier (Corrientes). También colaboraron con el oficialismo Gerardo Cipolini (Chaco), cercano al gobernador Leandro Zdero, y Roxana Reyes (Santa Cruz), quienes se ausentaron en el momento de la votación.
El giro de los diputados radicales, uno de los pilares de la estrategia defensiva que tejió la Casa Rosada para sostener el veto en la Cámara baja y reunir los 87 votos negativos, provocó una ola de repudios y críticas en las filas de la UCR. La Convención Nacional, a cargo de Gastón Manes, apuró ayer un comunicado en el que advirtió que podría haber sanciones para los legisladores si hoy respaldan la postura del oficialismo y no insisten con la ley que aumentó las jubilaciones sin acuerdo con el Gobierno. El comité radical, que preside Lousteau, reafirmó e hizo “propio” el posicionamiento de la Convención Nacional.
Pese a que les reprochó su actitud, De Loredo les dio cobertura a los diputados que se inclinaron por colaborar con el oficialismo. Ellos, en tanto, ratificaron que permanecerán en la bancada radical. Anoche, al calor de la bronca por la foto de Milei con los diputados radicales en un despacho oficial de la Casa Rosada, Fernando Carbajal, Pablo Juliano, dos laderos de Manes, y el jujeño Jorge Raúl Rizzotti, cercano a Gerardo Morales, presionaron para que los díscolos se fueran del bloque antes de que avance un proceso formal para la expulsión o que Tribunal Nacional de Ética de la UCR evalúe su situación.
Pero Arjol, Campero y el resto de los diputados que visitaron a Milei en la Casa de Gobierno llegaron a la cumbre con el “cuchillo entre los dientes” y lanzaron una ofensiva contra sus detractores apenas escucharon los primeros reproches. Apuntaron contra Lousteau por el sugestivo silencio del comité nacional de la UCR respecto de la candidatura del controvertido juez Ariel Lijo para ocupar una vacante en la Corte Suprema de Justicia. También cuestionaron el acuerdo que trenzó el jefe de la UCR con el kirchnerismo para presidir la Comisión Bicameral de Inteligencia. A su vez, a lo largo de la discusión, recordaron que Manes y Juliano se desmarcaron de la posición del bloque de la UCR a la hora de votar la ley bases y no fueron sancionados por la cúpula partidaria. Por último, le enrostraron al sector más combativo que Pedro Galimberti había renunciado antes de la sesión en la que se trataría el veto a la ley de jubilaciones para asumir como Delegado de la Comisión Técnica Mixta (CTM) de Salto Grande. De esa forma, el oficialismo sumó otro empujó en su cruzada por sostener el veto presidencial, ya que Galimberti fue reemplazado por Nancy Ballejos (Pro), un espacio que decidió acompañar la posición del oficialismo.
Los díscolos argumentaron que no estaban a favor de redoblar la apuesta después de que Milei firmara el veto. Lo consideran un “hecho nuevo”. Y ahora comparten en diagnóstico oficial: creen que la ley podría afectar la estabilidad del plan fiscal de Milei, sobre todo el artículo vinculado a la deuda de la Anses con las cajas previsionales, y complicar la batalla contra la inflación. “No queremos voltear al gobierno, como el kirchnerismo; pretendemos que al país le vaya bien”, arguyen. Ayer el presidente les ratificó que el veto a la reforma jubilatoria es fundamental para sus metas fiscales. Trazó un panorama sombrío en caso de que el Congreso logre insistir con la ley.
“El tema es mantener el equilibrio fiscal y, como empresario, me preocupa que aumentar el gasto sin justificar de donde lo saca. Los aportes y contribuciones que pagan las empresas son notablemente más altos en la Argentina que en otros países con quienes competimos”, afirmó Cervi ante la consulta de LA NACION.
Hoy, Juliano volvió a la carga durante la sesión y les reclamó a los conversos que “devuelvan sus bancas” por defender el veto de Milei. “Tengan el coraje político de lo que hacen afuera sostenerlo acá adentro. Yo no voy a ser responsable de eso”, dijo.
Los radicales que cambiaron su postura apuestan a preservar un buen vínculo con Milei y cooperar con el Gobierno. El nexo con el Ejecutivo fue Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, quien comenzó a involucrarse en la gestión política del Gobierno. Bullrich tiene llegada a Campero, quien integró sus listas en Tucumán en 2023. Por ahora, no abrieron una discusión con el Ejecutivo sobre la posibilidad de sumarse a un eventual interbloque del oficialismo.
“No voy a ser partícipe de una desestabilización de los kirchneristas que han perdido la memoria”, exclamó Campero en pleno recinto para justificar el viraje de su voto.
Apenas comenzó la cumbre, Arjol increpó a sus rivales ideológico en la bancada: “Yo me siento sapo de otro pozo en el radicalismo. No necesitan una convención, decidan qué hacer con nosotros”. De Loredo evitó que el conflicto escale y pidió tolerancia frente a las disidencias. Y sugirió buscar alternativas para motorizar una insistencia parcial al veto total, para ratificar la recomposición del 8,1% de los haberes jubilatorios por la inflación de enero que no admitió el Ejecutivo y la actualización de los haberes por inflación. El ala combativa lo descartó por diversas razones: consideran que podría ser declarado inconstitucional y, además, saben que el kirchnerismo rechaza esa salida intermedia, por lo que sería inviable conseguir los dos tercios.
Enfrentado a Lousteau y Manes por el posicionamiento frente al gobierno libertario, De Loredo descartó de plano la chance de apartar a los legisladores que se inclinan por modificar su voto. Ya está habituado a sufrir fugas por izquierda o derecha durante las votaciones, por lo que prefirió hacer equilibrio y evitar una división en la bancada.
“No hacemos macartismo”, dicen en la cúpula de la bancada radical.