Ni Cristina Kirchner, ni Máximo, ni Axel Kicillof. No hay ninguna pronunciación de los referentes del kirchnerismo sobre la invasión de Rusia a Ucrania. Es un silencio en la cúpula del espacio que sin embargo hace mucho ruido bajo la superficie. No es un silencio pasivo sino un aval activo: acompaña con serena condescendencia los sonidos intensos de abajo, donde los vítores de “los soldados de Cristina” a Vladimir Putin son entusiastas y explícitos en las redes sociales.
Hay en esos tuits de seguidores kirchneristas dos argumentos centrales. El primero es que Putin está haciendo justicia contra un gobierno ucraniano pro-nazi que sojuzga a ciudadanos que se sienten rusos como los de los gobiernos independentistas de la región del Donbás. Es el discurso de Putin. Exacto. Con pelos y señales. Es decir, el discurso del invasor. Idéntico al discurso de Adolf Hitler cuando invadió su Austria natal.
Es decir, argumentando que allí se estaba sojuzgando a la minoría alemana. Sería un “relato antinazi” pero calcando el razonamiento y el proceder del führer que invadió Polonia argumentando que prusianos habían quedado “del otro lado” y que él debía reunir a la “gran nación alemana”, no importa dónde estuvieran sus integrantes. Putin va claramente tras “la gran nación rusa”.
El segundo argumento es que Estados Unidos es peor. Que invade países y nadie dice nada. Que sojuzga a los pueblos a través del Fondo Monetario Internacional, que dicho sea de paso está próximo a “sojuzgar” a la Argentina por un acuerdo que el Gobierno de Alberto Fernández persiguió por meses. Recordemos que con ese mismo análisis Máximo Kirchner dejó la presidencia del bloque oficialista en Diputados.
Fue en este mismo febrero que Alberto Fernández visitó a Putin y le ofreció a la Argentina como puerta de entrada para Latinoamérica. Le dijo mirándolo a los ojos que Argentina tenía que dejar de tener “esa dependencia tan grande con el FMI y Estados Unidos”. Le abrió la puerta a un autócrata que, como vemos, no repara en las formas cuando quiere entrar a algún lado. El argumento de que Estados Unidos es peor que Rusia tampoco es original.
Bordeando lo insólito, Evo Morales tuiteó desde Bolivia, con soltura: “Condenamos el intervencionismo de Estados Unidos para enfrentar dos países como Rusia y Ucrania. Europa no puede convertirse en el teatro de operaciones de Estados Unidos contra países soberanos”. El apoyo kirchnerista a Putin que Cristina avala con su silencio activo no menciona en absoluto la persecución del presidente ruso a los homosexuales, los disidentes y el feminismo.