Por estas horas, la tensa relación que existe entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner se encuentra en el punto más álgido desde que ganaron las elecciones en diciembre del 2019. El conflicto generado por el funcionario Federico Basualdo, apoyado por el kirchnerismo duro, deja en claro que nadie le hizo tanto daño a Alberto como Cristina. Lo desestabiliza política y anímicamente.
Y es que todos los días, la vicepresidenta conspiraría contra Alberto y lo vacía de poder. Sin prisa, pero sin pausa, el fuego amigo de la vice va erosionando la investidura presidencial. En ese sentido, Cristina avanza en una suerte de golpe palaciego porque le voltea ministros, le impone las estrategias, lo somete a las órdenes de Axel Kicillof y, como si esto fuera poco, no le permite que le pida la renuncia a un simple sub secretario de Estado.
Analizar la pelea entre Martín Guzmán y Federico Basualdo, subsecretario de energía eléctrica, como una interna entre ellos es quedarse con la anécdota. Esa escaramuza es parte de una batalla mucho más peligrosa que exhibe casi pornográficamente la debilidad de un Presidente que no tiene fuerza ni para echar a un funcionario de tercer nivel. Esto lo expone de forma terrible ante la sociedad.
El poder de Basualdo es ser integrante de La Cámpora, de la guardia de hierro de Cristina, y es eso lo que lo convierte en un intocable. En una sola jugada, Cristina dejó al Presidente de la Nación como un títere; al ministro que está negociando con el Fondo Monetario como un pobre muchacho. ¿Y Alberto? Bien, gracias. No sabe, no contesta. Exige súper poderes al Congreso, pero Cristina lo convierte en un mini presidente.
Ahora bien, cabe preguntarse entonces: ¿Cuál es la posición del presidente en relación a su vicepresidenta? Alberto carece de votos, de territorio, de organización y, lo que es sensiblemente peor, carece del coraje suficiente para enfrentar a su jeja política. Es por eso que hay que señalar como al principio, nadie le hizo tanto daño a Alberto como Cristina. Lo desestabiliza política y anímicamente.
A Alberto le tienen rodeado el rancho y cada tanto, Cristina, Axel, Máximo y los talibanes de La Cámpora le dan un cachetazo para que recuerde quien manda. Claramente, así es imposible gobernar y da una idea acabada acerca de por qué es que este Gobierno nacional es tan ineficiente, al punto de que muchos ciudadanos lo consideran en las redes sociales el peor gobierno de la historia.
¿Acaso jugará Cristina con la idea de que la presión que ejerce podría servir para que Alberto Fernández dé un paso al costado? Eso sería letal para la institucionalidad argentina, al tiempo que una especie de golpe de Estado interno no la dejaría bien parada mientras que al país lo sumiría en un caos similar al vivido en el 2001. Deberá entender que el que juega con fuego, al final se termina quemando.
