En estas horas fue Cristina Kirchner quien elogió a la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki, que acusó a “la codicia corporativa de los conglomerados de la carne” por las subas en el precio del alimento y en medio del rebrote inflacionario que se registra en ese país. “Escuchala atentamente. No es argentina y mucho menos peronista”, tuiteó la vicepresidenta. Cristina Kirchner elogia a los EE.UU. cuando alguien en el país del norte está de acuerdo con ella.
Escuchala atentamente. No es argentina y mucho menos peronista. Es la vocera del Gobierno de los EE.UU. explicando la razón del aumento de los precios, en especial de la carne, que también sufren los consumidores estadounidenses. “La codicia de los conglomerados cárnicos”. ¡Plop! pic.twitter.com/g0WGVGaZhN
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 15, 2021
No importa si ese alguien es republicano o demócrata. También ayer miércoles se conoció que la Reserva Federal aumentará las tasas y reducirá los estímulos en la economía para intentar mantener la inflación bajo control. Pero a estas medidas Cristina Kirchner no las elogió. Y al mismo tiempo, en EE.UU. buscan domar la mayor inflación en 40 años que alcanza el 6,8 % en doce meses.
Mientras que aquí el oficialismo busca aprobar una fiesta de gasto público y subsidios en el Presupuesto a pesar de que la inflación interanual es de 52,1%. Lo que daríamos por la inflación del país del norte. Claro está que la vicepresidenta no desaprovecha ninguna oportunidad para satisfacer su sesgo de confirmación y elogiar a todo aquel que coincide con ella. Cristina Kirchner sólo se elogia a sí misma.
Ya que hablamos de codicia cómo podría describirse sino la rapaz tributación del Estado que termina aumentando impuestos al no reajustar alícuotas considerando la inflación. Pero a eso no lo registra Cristina Kirchner. Ni sus diputados. Los codiciosos son los otros. Imposible no recordar el entusiasmo del expresidente Kirchner al describir como éxtasis su sensación ante la contemplación de una caja fuerte.
Lo curioso es que Cristina Kirchner que no habla nunca de inflación, que en su mandato tuvo un secretario de Comercio que no dudó en alterar el índice en vez de reconocer los aumentos, salga a tuitear sobre la inflación en EE.UU. para insistir en culpar a alguien más por los aumentos que destruyen el salario, en vez de hacerse cargo de la ausencia de políticas para combatirlos y de la fiesta de gasto y emisión que sólo echan nafta al fuego.
74 mil pesos necesitó en noviembre una familia tipo para no caer en la pobreza. Un día de estos les cobran bienes personales a los pobres. Quizás, en su fuero íntimo, la vicepresidenta, que no tiene problemas con la línea de pobreza, y que gana sólo en jubilaciones 33 canastas básicas mensuales, encuentra revancha al hallar una coincidencia con el Imperio que tanto denosta, cuando culpan a los codiciosos productores por la inflación.
Como si hubiera olvidado que hace tan sólo unos días fustigó al Fondo cuyo principal accionista es EEUU. Lo que pasa es que esto no es una contradicción para Cristina Kirchner. A ella no le importa la inflación ni los acuerdos civilizados con los acreedores. Sólo le interesa, simplemente y en ambos casos, tener a quien culpar. La codicia de poder de Cristina Kirchner definitivamente no es compatible con la división de poderes.