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Cristina Kirchner promueve la modificación más honda en más de siglo y medio en la Corte Suprema

A la vicepresidenta no le alcanzan los votos para iniciar juicio político a los magistrados que hoy le generan tantos problemas. Es por ello que elige arrasar con toda la Corte.

cristina en el senado
Inicio de sesión en el Senado de la Nación con la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.
Descacharreo

Las ideas de Cristina Kirchner movieron varios mojones del mapa institucional argentino durante el transcurso de los últimos 20 años en nuestro país. Sin embargo, cabe mencionar que la jefa del Frente de Todos nunca había llegado tan lejos como esta vez, con el impulso para emprender la modificación más profunda de los casi 160 años de historia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Ese proyecto, que si tuviera éxito provocaría un cambio sólo comparable por su trascendencia a una reforma constitucional, surgió como un asterisco más de la agenda de preocupaciones personalísimas de la vicepresidenta de la Nación, quien considera que la Corte es una de las poleas de la maquinaria del lawfare destinada, como ella misma se encarga de decir una y otra vez, a perjudicar su proyección política.

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La intención del proyecto quedó en evidencia en el propio recinto del Senado. Es más o menos lo mismo si la Corte soñada por el oficialismo tiene 25 o si tiene 15 integrantes: lo importante es cambiarla para licuar el poder de los jueces que la integran hoy. El proyecto contempló quintuplicar sus miembros y luego, como no conseguía los votos necesarios, el Frente de Todos aceptó rebanarle 10 miembros allí mismo, sobre las bancas del Senado.

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Como para que quede bien claro que la cantidad de jueces del máximo tribunal del país es un detalle negociable en una conversación de pocos minutos y no el resultado de un debate con la importancia que tienen los cambios institucionales de esa envergadura. Ese recálculo a la bartola también indica que lo que le falta al oficialismo es consenso político. A Cristina no le alcanzan los votos para iniciar juicio político a los diabólicos magistrados que hoy le generan tantos problemas.

Es por ello que elige arrasar con toda la Corte. Es una decisión equivalente a serruchar una alacena para alcanzar el salero esquivo que descansa sobre el estante más alto. Hoy mismo la vicepresidenta Cristina Kirchner tendrá la oportunidad de decir una vez más lo que piensa sobre el Poder Judicial. Lo hará en la audiencia por el juicio por la corrupción en Vialidad, la causa que más la preocupa.

Allí Cristina evitó defenderse como haría cualquier otro procesado y optó por intentar transformar la silla de acusada como atril político. Hasta ahora, ese plan le alcanzó para reunir al peronismo detrás suyo, pero no le permitió ganar apoyos nuevos. Es entendible. Sólo un puñado de convencidos puede pensar que entre los problemas del país figure la cantidad de miembros de la Corte Suprema -4, 15, 25 o 60- o la creación de una Cámara judicial en un paraje en donde ni siquiera existen los abogados.

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