Cristina está nerviosa, más que lo habitual. Y es que durante el transcurso de la semana pasada leyó las últimas encuestas referidas a las elecciones legislativas de este año y habría señalado que los resultados fueron muy preocupantes para ella y sus intereses. Fue tal el nerviosismo y el estado de estupor que hasta entró en pánico y es que esa es la verdadera razón por la cual se decidió el retorno de las clases presenciales en la provincia de Buenos Aires.
Es decir, el regreso a las aulas en algunos municipios bonaerenses fue por razones electorales, porque se vieron venir la noche. Y es que el descontento de la gente se vuelve cada vez más grande y al hartazgo social no le alcanza con la demorada e ineficiente campaña de vacunación. La economía diaria golpea con fuerza a causa de la falta de trabajo y de una inflación a la que el Gobierno nacional no puede domar.
Los números que las consultoras le mostraron sobre los posibles resultados electorales son muy preocupantes para la vicepresidenta. Sobre todo, en la provincia de Buenos Aires donde Cristina Kirchner se juega la vida, la libertad y la suerte de su proyecto de impunidad, venganza y continuidad en el poder. En ese sentido, el cristinismo bonaerense, con Axel Kicillof y Máximo Kirchner como comandantes, cometió un rosario de errores interminables.
Y lo peor es que no pudo solucionar casi ninguno de los problemas. Y esto se refleja en las encuestas. Perón decía que la única verdad es la realidad y la situación social, económica y sanitaria es pésima al punto de que es posible compararla a la de la crisis del 2001. Es por ello que hay un rechazo creciente hacia el oficialismo nacional y provincial y se fortaleció la opción de un voto castigo, realmente masivo.
Esta situación adversa expresada por las encuestas fue determinante y es por eso, por orden de Cristina Kirchner que en el kirchnerismo pegaron un giro de 180 grados en el tema de las clases presenciales. Fue tan inesperado todo, tan traído de los pelos que Alberto Fernández y Nicolás Trotta se enteraron con el anuncio que hizo Kicillof por televisión. Una vez más el presidente y el ministro quedaron pagando.
Es por ello que todos se sorprendieron, menos Cristina Kirchner, que tomó la decisión. Es tal su obsesión por ganar las elecciones de este año que no escatimará en acciones que la acerquen a lograr su objetivo. No en vano, después de varias semanas apareció en público otra vez y se mostró junto a Axel Kicillof como una muestra de apoyo y en ningún momento nombraron a Alberto Fernández, de quien buscan despegarse ahora.
La búsqueda de impunidad es primordial para Cristina Kirchner y para ello necesita obtener la mayoría simple en la Cámara de Diputados para obtener el quorum propio y poder votar a su antojo las leyes necesarias para modificar la Justicia según su propio beneficio. Una tarea a esta altura titánica si se tiene en cuenta que no solo deberá lidiar con el mal humor social, sino también con su propio gobierno que solo atina a empeorar la situación.
