Cristina Kirchner volvió a decir que “ya lo dio todo” y les pidió que “no se hagan los rulos” a los dirigentes que le rogaron cantando que se presente como candidata a presidenta. La noticia parece difícil de digerir para su entorno más inmediato, integrado por un grupo de funcionarios que no consiguen, a pesar de las décadas que se acumulan, convertirse en políticos capaces de convocar por sí mismos a la ciudadanía en los turnos electorales.
Si la vicepresidenta no pone su nombre en las boletas del Frente de Todos: ¿Qué futuro tiene el instrumento que creó en 2019 y que, ya desde su inicio, quedó atado a su presencia en las listas en cada elección? Ya hace largo tiempo que Cristina entendió que el Frente de Todos se convirtió en una cáscara vacía en la que ella es la única que aporta votos. Esa herramienta, que en 2019 sirvió para perdonar a todos los dirigentes que alguna vez se habían separado de ella.
La misma herramienta que reveló su agotamiento en 2021, cuando quedó claro que el peronismo unido ya no era suficiente para ganar una elección. Hoy no quedan en la Argentina votantes seducidos por alguno de los dirigentes del Frente que no estén dispuestos a votar por Cristina. Si lo que permanece del Frente es un núcleo duro de votantes kirchneristas: ¿Qué sentido tiene darle espacio allí a dirigentes que anuncian que pretenden representar otra cosa?
Hoy, lo único que mantiene unido al oficialismo es la convicción de que, si Cristina mantiene su promesa de no jugar, el Frente no tiene ningún candidato indiscutible. Por eso es que el Presidente insiste con las PASO, una prédica que ningún otro integrante del Frente parece dispuesto a escuchar. En las últimas horas, Juan Manuel Olmos, vicejefe de Gabinete, y Eduardo De Pedro comenzaron a repartir chats para tratar de que conseguir una foto conjunta de las caras más visibles del oficialismo.
No consiguieron ni siquiera un “tal vez”. Hoy, la única comunicación que existe entre los jefes del Frente de Todos es la que mantienen Massa y Cristina. El ministro y la vice mantienen la alianza que nació cuando los dos decidieron trabajar en conjunto contra Martín Guzmán. Ahora, con Guzmán fuera del Gobierno y una situación mucho más desesperante que la que motivó aquella conspiración, la vicepresidenta mantiene su promesa de sostener a Massa hasta diciembre.
Ese apoyo a Sergio Massa garantiza además que Alberto Fernández -hoy encerrado en una soledad casi absoluta- pueda terminar su mandato presidencial. La vicepresidenta dedicó su discurso de reaparición a diferenciarse de Javier Milei, el hombre que hoy seduce a los votantes desencantados con el sistema y que alguna vez fueron representados por parte del kirchnerismo.
En definitiva, lo cierto es que, según se desprende de sus propias palabras, Cristina Kirchner notó que Javier Milei le está disputando al kirchnerismo su propio electorado, en sectores de la población empobrecidos, que ven cómo sus ingresos son devorados a diario y sin parar por la inflación que crece a medida que avanza la gestión del Gobierno nacional, el peor desde la vuelta a la democracia.