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Cristina Kirchner y su amigo Vladimir Putin

La relación entre el kirchnerismo y la Rusia de Putin merece una lectura más atenta a la que estamos realizando los argentinos.

cristina kirchner y vladimir putin
Cristina Kirchner y Vladimir Putin
Descacharreo

La relación entre el kirchnerismo y la Rusia de Putin merece una lectura más atenta a la que estamos realizando los argentinos. No alcanza con condenar en la ONU la invasión rusa a Ucrania días después de que el propio presidente Alberto Fernández invitara a Vladimir Putin a utilizar a nuestro país como cabecera de playa para desembarcar y expandirse en América Latina, porque hay una historia conocida que los une, no se puede tapar el sol con la mano.

No importa si Rusia tiene petróleo, dólares o tecnología, eso pasa a segundo plano cuando se trata de analizar el comportamiento de un líder que viola sistemáticamente los derechos humanos en su tierra y en otros países. El Gobierno y casi la totalidad del kirchnerismo es demasiado benévolo, comprensivo y se dice amigo de quien hoy pone en jaque la paz del mundo.

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Esa es una definición política acorde con lo que vivimos hoy, añadiendo que nadie puede decir que la decisión del líder ruso los tomó por sorpresa. Incluso, con antelación, el kirchnerismo tiene firmados acuerdos para que miembros de nuestras Fuerzas Armadas reciban adiestramiento militar en Rusia, justamente de manos de un ejército invasor. Y esta relación avanzó y se consolidó aun sabiendo quien estaba del otro lado.

Lo de Ucrania no es nuevo, la Rusia de Putin ya había usurpado su territorio soberano años atrás, como lo hizo en Chechenia, Azerbaiyán, Georgia y también en Kazajistán, reprimiendo a sangre y fuego. Además, Putin conoce muy bien nuestra región y sin dudar apoya a regímenes totalitarios en América Latina, como las dictaduras de Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua.

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El de Putin es un régimen sin restricciones morales y que no cuenta con convicciones democráticas. Es un gobierno autoritario, homofóbico, que se jacta de serlo. Con la Argentina tiene una deuda particular que nos costó muchas vidas, por supuesto, con la complicidad del gobierno de los Fernández, y está dada en el abastecimiento de la vacuna Sputnik V, de la que tanto se habló por su falta de aprobación internacional.

Pero olvidamos reparar lo suficiente en que Rusia no cumplió con lo acordado que, según el propio Fernández, eran 20 millones de dosis que íbamos a recibir en enero y febrero de 2021. Estas llegaron a cuentagotas y se retrasó el plan de vacunación justo ante la segunda ola de Covid-19 que nos tocó atravesar con gran parte de la población sin vacunas, lo que elevó la tasa de mortalidad a niveles superlativos.

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No podemos obviar que el gobierno argentino rechazó más de 11 millones de vacunas Pfizer para poder comprar más vacunas Sputnik, pero no cumplieron y los resultados fueron trágicos. Oportunamente, una misiva firmada por la asesora presidencial, Cecilia Nicolini, al número dos del Fondo de Inversión Ruso, daba cuenta de la preocupación del gobierno no solo por la falta de vacunas sino por el incumplimiento en la entrega que impedía defender “el proyecto”.

En ese sentido, cabe manifestar que la pregunta está abierta: ¿Acaso merece Vladimir Putin la amistad de nuestro pueblo y la alianza estratégica que propone el gobierno argentino? Sin dudas la respuesta debería ser contundente: no, bajo ningún punto de vista. Y en política, sobre todo, está claro que hay determinados momentos donde a algunos amigos vale la pena soltarles la mano.

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