Sergio Massa sabe que una tarea primordial de su campaña electoral es negar la influencia actual o futura de Cristina Kirchner. Alejar, hasta hacerla desaparecer, la posibilidad de que su silueta de candidato se superponga, como si fueran la misma cosa, sobre la que construyó Alberto Fernández en el año 2019. El ministro candidato necesita de dos condiciones para poder diferenciarse.
La primera es que Cristina Kirchner extienda su casi invisibilidad pública (en los últimos meses reapareció para votar el domingo eleccionario, durante una sesión en el Senado y en una entrevista con el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa), y que el candidato reitere, hasta el convencimiento de los desconfiados, que la actual vice no tendrá participación en su posible gobierno.
El domingo insistió sobre esa idea. “Cristina no va a tener influencia en mi gobierno”, dijo. “Desde el 10 de diciembre, el que tome las riendas del Estado voy a ser yo. Cristina deja la función pública, de ser vicepresidenta y no va a tener cargo público”. Y enfatizó, conocedor de que el fantasma es grande: “No se va a meter en nada, como no se metió este año en mi trabajo en el ministerio”.
Massa busca imprimirle a su definición la convicción que la realidad le retacea. Es imposible de creer que Cristina Kirchner no se meterá, cuando ya se metió para asegurarse no sólo influencia, sino una posibilidad de intervención directa a través de los diputados y senadores nacionales electos en octubre. ¿Quiénes son los principales legisladores que se aseguraron un lugar en el Congreso?
Los senadores por la provincia de Buenos Aires son Wado de Pedro y Juliana Di Tullio, dos pura sangre kirchneristas, uno principal figura de La Cámpora y frustrado precandidato presidencial designado por la vice; y Di Tullio, incondicional de la vicepresidenta a lo largo de años en el Senado y en la militancia. En Diputados, en tanto, los diez primeros lugares, y quienes ocuparán una banca a partir del 10 de diciembre son kirchneristas puros.
Se trata de Máximo Kirchner, Victoria Tolosa Paz, el sindicalista de los mecánicos Mario “Paco” Manrique, Cecilia Moreau, Santiago Cafiero, Luana Volnovich, Rodolfo Tahilade, Natalia Zaracho, Carlos Castagneto y Roxana Monzón. ¿A qué liderazgo responden estos legisladores? ¿En quién, pensará Massa, se referenciarán estos hombres y mujeres al momento de avanzar con proyectos que impulse su posible gobierno?
En la mayoría de los casos, definirlos como kirchneristas es decir poco. Son los ejecutores y voceros de los planteos más extremos de la vicepresidenta, sobre todo aquellos que atentan contra la institucionalidad, con el ataque y el Juicio Político a la Corte Suprema como ejemplo más notorio. Que Cristina Kirchner no tenga una intervención directa no quiere decir que pierda capacidad de influencia.
Y será tarea de Sergio Massa, si llegara a ser Presidente de la Argentina, ganarse el apoyo de estos legisladores, pero parece difícil pensar que no incluya, al menos, un intercambio con la actual vice. El primer ejemplo de autonomía del candidato, si se quiere, no fue auspicioso. En la misma noche en que negó cualquier posibilidad de influencia de la vice, Sergio Massa se desmintió a sí mismo.
Y es que el ministro se desmintió a sí mismo al negarse a condenar el juicio político a la Corte Suprema que impulsa Cristina Kirchner con los legisladores K como piezas de esa movida. “No leí los planteos del Juicio a la Corte”, gambeteó el candidato. La indefinición de Massa es, en realidad, un acto de sometimiento a la Vice, única interesada en avanzar contra la Corte Suprema.