El intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, comenzó a padecer evidentes síntomas de un tempranero nerviosismo. Y es que no se entiende de otra forma por qué fue que en el día de ayer el líder del Partido por la Justicia Social (PJS) realizó declaraciones políticas en las que cuestionó a dirigentes que, según señaló, hace dos décadas se presentan como alternativas para los tucumanos.
Y es que el mandatario municipal mencionó, puntualmente, al gobernador, Juan Manzur, al vicegobernador, Osvaldo Jaldo, y al legislador Ricardo Bussi. “La gente está cansada”, dijo Germán Alfaro. “Yo no quiero ser candidato. No tengo problemas en ese aspecto. Ahora, soy la mayor fuerza en la oposición, tengo más legisladores y concejales, estoy en el municipio más grande y tengo estructura”, manifestó.
Evidentemente, Alfaro se agrandó en el marco de la cercanía de las elecciones legislativas que se avecinas y comenzó a repartir bombas para todos los sectores con la única intención de ser el único político bien parado. “Creo que puedo conducir este proceso. Pero si alguno no lo cree así… seguiremos como hace seis u ocho elecciones con los mismos candidatos a gobernador, a senador, a diputado”, resaltó.
En ese sentido, a quienes apuntó con esas declaraciones fue a sus supuestos aliados como es el caso de la senadora nacional Silvia Elías de Pérez y del diputado José Cano. Ahora bien, evidentemente, Germán Alfaro debe tener la cara de piedra a la hora de decir esas cosas porque parece haber adquirido una memoria selectiva en la que la amnesia política le hizo olvidar su más que funcional pasado para con el oficialismo.
Y es que resultan increíbles las declaraciones del intendente. Su soberbia no tiene límites. Lo demuestra cuando manifiesta que la gente está cansada de muchos políticos que están hace más de 20 años como opciones electorales, y no se incluye. Cabe recordar que Alfaro se alejó del PJ para aliarse al macrismo, siendo cómplice de las políticas implementadas durante ese tiempo.
Además, recibió una cuantiosa cantidad de dinero de las arcas nacionales, mientras Macri estuvo en el poder, para luego desconocer a Juntos por el Cambio haciendo que su esposa, Beatriz Ávila, abandone ese espacio opositor para formar un bloque autónomo. Germán Alfaro bien supo usufructuar por más de 20 años el lugar que ocupó dentro del peronismo, es decir, demasiado tiempo para obviarlo.
Y es que el intendente siempre fue funcional al oficialismo ya que, entre otras cosas, su propia esposa cuando fue legisladora también fue funcional al oficialismo, cuando aportó en el año 2015 junto al entonces legislador provincial y actual Secretario de Obras Públicas del municipio, Alfredo Toscano. De hecho, sus nombres figuran en los registros de la Cámara Nacional Electoral (CNE) como aportantes a la campaña del Frente para la Victoria-PJ en los comicios para cargos nacionales de 2015.
Cabe recordar que, según la base de datos pública de la CNE, cada uno de ellos figura con una colaboración de $50.000 en efectivo para las listas del FpV-PJ, en las candidaturas para cargos nacionales. El apoderado local del PJ de entonces, Marcelo Caponio, sostuvo que tanto Ávila como Toscano hicieron aportes regulares (5% de su dieta) como legisladores al partido hasta octubre de 2015.
Esto significa que mientras usaba a Cambiemos jugaba para el kirchnerismo. Pero ahora Germán Alfaro también hace lo mismo cuando se muestra en reuniones con los dirigentes de Juntos por el Cambio, pero sale de recorrido con Juan Manzur por los vacunatorios capitalinos. El intendente debería estar agradecido de que la especulación no sea un crimen, de lo contrario, le habrían dado cadena perpetua desde hace mucho tiempo ya.
Pero lo que ignora el intendente de San Miguel de Tucumán, es el hecho de que el engaño sí es algo que merece un castigo, al menos social, al menos cuando va dirigido a los ciudadanos que votan creyendo en un candidato que miente. Y es que, por un lado, coquetea con el gobernador Juan Manzur, pero también pretendería usar nuevamente a Juntos por el Cambio para lograr que su esposa, la diputada nacional Beatriz Ávila, vaya al Congreso como senadora.
Ahora bien, ¿Por qué harían esto? Sencillamente porque ya le dio buenos resultados al matrimonio político, tanto en el 2015 como en el 2019. En aquellos años, tanto Beatriz como Germán usaron a este espacio opositor, en primer lugar, para llegar y mantenerse en la Intendencia y, en segundo lugar, para que Ávila llegue a la Cámara baja del Congreso. Pero la oposición pareciera tener memoria de corto plazo.
Porque se habría olvidado lo que la esposa del intendente les hizo ni bien asumió su banca en diputados. Y es que, una vez que Mauricio Macri se convirtiera en el único presidente que perdió una reelección en la historia argentina, Beatriz Ávila cumplió aquella máxima que dice, “cuando un barco se hunde, los primeros en abandonarlo son las ratas”. Fue allí que renunció al bloque parlamentario de Juntos por el Cambio sin la más mínima vergüenza.
Por todo esto, Germán Alfaro tendría que entender que la gente está cansada de los demás, pero pareciera pensar que a él y a su mujer los adoran como si hubieran tenido un comportamiento ejemplar en la política. Las líneas anteriormente descriptas, dan testimonio de que no son más que una pareja de caraduras y de oportunistas que sólo aspiran a acumular poder.
Germán Alfaro afirma que no quiere ser candidato, pero pone como condición para formar un nuevo frente que su esposa encabece lista; eso no condice con lo que pregona. No sólo aspira a que la diputada encabece la lista de candidatos a senadores, también quiere que dirigentes de su espacio, el PJS formen parte de las mismas. Juntos por el Cambio debe tomar nota que no se trata más que de una emboscada a lo Caballo de Troya.
¿Acaso Germán Alfaro pensará que él y su esposa Beatriz Ávila no forman parte de la casta política que gobierna Tucumán los últimos 20 años?