A solo siete días del inicio de clases, la escuela Miguel Lillo, ubicada en España al 1.700, enfrenta una situación desesperante. En el transcurso de un solo fin de semana, el establecimiento sufrió cuatro robos consecutivos. Los docentes y el personal auxiliar, visiblemente agotados, perdieron la cuenta de la cantidad de veces que la institución ha sido saqueada.
Según dijeron, los delincuentes ingresan por la parte trasera del terreno y se llevan todo lo que encuentran a su paso. La situación alcanzó un punto crítico cuando, tras reponer los sanitarios vandalizados, estos volvieron a ser robados el mismo día de su instalación.
Actualmente, la escuela, que alberga a 500 alumnos en los turnos mañana y tarde, ha perdido uno de sus baños, lo que compromete el normal desarrollo de las clases. La ubicación del colegio agrava la indignación: se encuentra a menos de 100 metros de la Comisaría Sexta.
Sin embargo, el personal policial argumenta que no cuenta con suficientes efectivos para vigilar la institución de manera permanente. Frente a esta situación, la comunidad educativa exige la presencia de una guardia policial de 24 horas, como ocurre en otras escuelas afectadas por el vandalismo.
Los daños no solo afectan la infraestructura, sino también el funcionamiento académico. En uno de los asaltos, los delincuentes desmantelaron la secretaría, llevándose tres impresoras, una computadora y el ventilador. Lo más alarmante es la pérdida total de la base de datos de la escuela, que contenía registros de notas, asistencias y otras informaciones administrativas.
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Si bien parte de los datos se almacenaban en la nube, una gran cantidad de documentos estaba guardada en el disco duro de la computadora robada, lo que implica un duro golpe para la organización escolar.
El personal educativo destaca que esta situación de robos y vandalismo no es exclusiva de la Escuela Miguel Lillo. En otras instituciones se ha vivido el mismo problema, aunque en aquellos casos la presencia policial ha logrado disuadir a los delincuentes. “Desde que se implementó una guardia de tres turnos en algunas escuelas, los robos se detuvieron”, explicó una docente.
El daño no es solo material. Enfatizan que los principales perjudicados son los alumnos. La ausencia de baños adecuados, la falta de ventiladores en medio de altas temperaturas y la pérdida de recursos pedagógicos afectan directamente la calidad educativa. Además, muchos útiles escolares, que eran reservados para los niños con mayores necesidades, también fueron robados.
“La escuela es un factor de cambio. Trabajamos con niños y familias en situación vulnerable y nuestro objetivo es mostrarles que hay otro camino a través del estudio. Pero si no tenemos las condiciones necesarias, es difícil cumplir con esa misión”, expresó una de las docentes.