Tucumán cierra un año que difícilmente pueda ser superado en lo que hace a la decadencia institucional que vivió durante este año. Luego de que se consumara el archivo de todas las denuncias presentadas en contra del juez Francisco Pisa, queda claro que a los tres poderes del Estado que constituyen la República en un sistema democrático, no les importa nada el manejarse con una notoria impunidad de cara a la sociedad.
Hay un dicho que reza que en política no hay sorpresas sino sorprendidos, en alusión a que nada debería llamar la atención y que quién se admira de algo en este marco, no sería más que una persona ingenua. Sin embargo, no deja de ser llamativo el hecho de que un juez pueda absolver a alguien que como en el caso de Mauricio Parada Parejas, quien acosó durante 7 años a una mujer y terminó asesinándola, y que el magistrado que posibilitó esto ni siquiera atraviese un juicio político.
Claramente, el último objetivo que persiguen las instituciones en Tucumán es el de lograr justicia por las víctimas y los inocentes. Tal parece que el único interés de la clase política y judicial es salvarse entre ellos para resguardar el poder que detentan. Pero acciones como las de la Legislatura, no hacen más que poner blanco sobre negro acerca de lo que ya sabe la sociedad desde hace muchísimo tiempo.
Y es que con una acción como la que realizaron los legisladores peronistas del oficialismo salvando al juez Pisa, no hace más que evidenciar las espurias relaciones entre el poder político y la Justicia. Es que de otra forma no puede entenderse cómo un magistrado que absuelve a un femicida, que hostigó a su víctima durante 7 años, puede salir indemne después de haber actuado como lo hizo.
Pero mejor se explica cuando se concretan aquellas dudas que existía en la sociedad tucumana luego de que el propio gobernador no dijera ni la más mínima palabra en favor de los familiares de la víctima y en contra de este juez. Finalmente, su compañero de fórmula terminó cumpliendo con el pedido de titular del Poder Ejecutivo que le habría pedido salvar a Francisco Pisa y vaya a saber uno las espurias razones de esta decisión.
¿Es tan grande lo que le debe el poder político de Tucumán al juez Pisa para que no tenga más remedio que salvarlo de la forma grotesca y sin vergüenza como lo hizo ayer? Quizá, la respuesta es más simple de lo que la sociedad piensa y al fin al cabo esté frente a nuestras narices. Y es que la mayoría de los jueces que actúan en Tucumán han sido anteriormente funcionarios del poder ejecutivo que comandaba antes Alperovich, ahora Manzur y quizás el día de mañana el propio Jaldo.
De hecho, los integrantes del máximo tribunal de la provincia son ex funcionarios gubernamentales del peronismo. La misma Corte Suprema, que nada hizo y nada dijo acerca del juez Pisa y cuyos integrantes están denunciados, algunos por abuso sexual y otros por tráfico de influencias. En todo caso, la acusación más grave que debería recaer sobre la mayoría de los integrantes del Poder Judicial en Tucumán es la de ser mandaderos del poder político.