El derrumbe de parte del cielorraso del edificio en donde funciona la Biblioteca Popular Alberdi y el Teatro de la Paz reabrió el debate por el estado de conservación de los edificios históricos de Tucumán. “El problema nunca es la antigüedad, sino el mantenimiento”, explicó la arquitecta Ana Chiarello, directora del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán (FAU-UNT).
La creación de la Biblioteca Alberdi se remonta a 1903. La institución surgió como un desprendimiento de la “Sociedad Sarmiento” y en su génesis estuvo destinada especialmente a los sectores trabajadores. En un principio funcionó en 24 de Septiembre al 500. Luego, en 1911, gracias a un subsidio nacional, compraron el inmueble de 9 de Julio 162 en el que este lunes se registró un derrumbe. Según el blog de la biblioteca, hay imágenes del edificio que fueron tomadas en 1900.
La arquitecta Chiarello señaló que, junto con la Biblioteca Sarmiento, la Alberdi es una de las más importantes de la ciudad por su trayectoria debido a que posee un valioso reservorio de libros y documentos. Además de haber sido un centro de actividad cultural destacado a lo largo de muchas décadas, el edificio en sí también posee gran valor patrimonial.
Ante el derrumbe ocurrido este mediodía, la especialista en Patrimonio llamó a la reflexión sobre la conservación de los edificios históricos en Tucumán. [su_highlight background=”#FAFA05″ color=”#000000″ class=””]”El problema nunca es la antigüedad, sino el mantenimiento y el procedimiento con el que se los interviene”, [/su_highlight]explicó la arquitecta. En ese sentido, destacó la importancia de desterrar la idea de que un edificio, por el sólo hecho de ser viejo, corre riesgo de caerse. En el caso de inmuebles como el del Teatro de la Paz, manifestó que “son edificios de principio de siglo con arquitectura de altísima calidad, del mismo modo que era el ex Banco Francés, al que dejaron deteriorarse”.
Sin embargo, advirtió que un edificio que no se mantiene, inevitablemente se deteriora. Ante el abandono de algunas construcciones, también explicó que “un edificio, como cualquier casa, cuando está en uso es mucho más fácil de mantener, cuidar, el cuidado pasa hasta por la limpieza diaria”.
En la misma línea, la especialista insistió que “la solución no es demoler un edificio antiguo”. “Es fundamental que no se confunda edificio mal mantenido con edificio antiguo, que no tiene porqué tener problemas. No volvamos a caer en la paranoia de que todos los edificios que tienen algún problema deben ser demolidos para hacer luego una playa de estacionamiento”, renegó en alusión a casos como el de la Casa Conte, la emblemática edificación que quedó reducida a escombros en julio de este año para la construcción de una cochera en Alberdi 150.
Como respuesta ante el deterioro, Chiarello manifestó que es fundamental la voluntad política para que se destinen los recursos necesarios para el mantenimiento. La capital de Tucumán, recordó, tiene la distinción de “Ciudad Histórica” y aún conserva una parte importante de su patrimonio, como por ejemplo, la Biblioteca de la Sociedad Sarmiento, el conjunto de edificios bancarios por calle San Martín, el Museo de Bellas Artes, el edificio del Buen Pastor, la Catedral o el Conjunto Franciscano, que es “la manzana más antigua que tiene la Provincia”, entre otros inmuebles.
Como ejemplo a seguir en relación con construcciones valiosas, citó el caso de la Casa Sucar, que fue rescatada de la demolición por la gestión que conduce el intendente Germán Alfaro y que actualmente funciona como un museo.
“Si Tucumán sigue resolviendo todos los problemas de los edificios históricos por la vía de la demolición nos vamos a quedar sin Ciudad Histórica”, reflexionó la especialista. Estas construcciones, explicó la experta, además del valor para la memoria colectiva y como elemento de unión para la sociedad pueden beneficiar a la provincia y a sus habitantes en otros aspectos.
[su_note note_color=”#0A8C06″ text_color=”#ffffff” radius=”10″ class=””]”Hay muchas cosas que sabiendo gestionarlas tienen un potencial para el turismo cultural, que bien armado genera muchísimo movimiento en la economía y muchas fuentes de trabajo”, expuso Chiarello, quien también recordó que “hay ciudades que viven del patrimonio arquitectónico y urbano, que apuestan a eso”.[/su_note]
Más allá de la potencialidad económica, el patrimonio es clave para mantener factores que nos unen como sociedad. “Es el lugar donde se expresa esa memoria colectiva. La biblioteca no es sólo el edificio, es también la institución, es todo lo que ofrecía”, reflexionó Chiarello. Por último, señaló que la preservación de estas historias guardadas entre ladrillos no sólo es “para el disfrute de esta generación, sino para todas las generaciones que siguen”.