Lo detuvieron como un fugitivo. Cuando iba en micro, cerca de la zona de Itú, a 100 kilómetros de San Pablo. Había partido desde Foz de Iguazú. Y tenía identidad falsa. Esta detención, confirmada a Infobae por fuentes policiales en Brasil, la vivió de otra manera. Muy distinta a su anterior caída, rodeado de policías, con un país expectante y conmocionado por la caída de la banda de secuestradores más tenebrosa después de la dictadura militar de 1976. Una banda que se llamó el clan Puccio.
Daniel Arquímedes Puccio, alias Maguila, el Puccio más enigmático e inasible, otra vez vivió el momento de ser esposado.
La Policía brasileña subió al micro para realizar una inspección en un operativo antidrogas. Había 15 pasajeros. Al encontrar a Puccio, le pidieron sus documentos. Su nerviosismo lo delató. La foto no coincidía con la que el sistema tenía registrada bajo ese otro nombre. Sus papeles resultaron ser falsos.
“Él dijo que tenía identidad falsa porque pensaba quedarse más tiempo en Brasil, pero no creemos en su versión. Subimos al micro en un operativo antidrogas”, según publica O Globo de Brasil.
Las autoridades certificaron su verdadera identidad y comprobaron que no existía un pedido de captura, por lo que al hijo de Arquímedes le aplicaron una multa y le dieron un plazo de 60 días para regularizar su estadía en el país. También encontraron que tenía dólares. Maguila dijo que eran para “comprar una propiedad”.
“Si andaba con documento falso, seguro es probable que anduviera en algo turbio, esta gente no cambia. Y este secuestrador gozó de una impunidad escandalosa”, dice a Infobae Rogelia Pozzi, viuda del empresario Eduardo Aulet, una de las víctimas del clan.
Su vida criminal puede resumirse en dos cartas. En la primera, su padre –el siniestro Arquímedes Rafael Puccio– le pide que vuelva desde Australia a la Argentina porque tiene un negocio que no puede fallar. La segunda la escribió él a Nelida Bollini de Prado, a la víctima que secuestró y el clan mantuvo cautiva durante 32 días en el sótano de su casa de San Isidro, y le pide perdón. Hasta le dice que de ese secuestro, que el 23 de agosto de 1985 terminó con el clan Puccio, participó “inconscientemente”.
Pozzi afirma ante Infobae: “Maguila nunca dejó de ser delincuente, lo tiene en su esencia. Es como el padre, hace años me apretó para que no reconociera al hermano Alejandro en una rueda de presos. Es como el padre y la madre. Usaron el dinero de los secuestros seguidos de muerte para vivir bien”.
La vida del único sobreviviente del grupo criminal que mantiene el apellido –su hermana Adriana se lo cambió por el de Calvo, el de su madre– y fue parte de una banda que al estilo siciliano firmó un pacto de sangre, fue uno de los mayores misterios. Reapareció hace tres años en San Telmo durante una visita a su madre Epifanía, se sabe que volvió al país cuando su caso prescribió después de fugarse durante años mientras estaba en libertad condicional. Se dijo que vivía en Santa Fe, que tenía negocios en Pinamar y Brasil. Pero lo último que se sabe trascendió hoy: Daniel Puccio, de 58 años, fue detenido hoy a 100 kilómetros de San Pablo, Brasil.
Su hermana Silvia murió de cáncer en 2011. Su madre, Epifanía Ángeles Calvo, vive junto a Adriana, la hermana menor del clan, en San Telmo. Los tres fueron fotografiados por la revista Gente en ese barrio.
El líder del tenebroso clan Puccio, que secuestraba y mataba empresarios en su casona de San Isidro, se llevó varios secretos a la tumba. Murió el 4 de mayo de 2013 a los 84 años. De la banda quedan pocos con vida.
Su hijo Alejandro murió de neumonía el 27 de junio de 2008. El 8 de noviembre de 1985 había sobrevivido después de tirarse del quinto piso del Palacio de Tribunales y caer sobre un puesto de la DGI. El coronel retirado Rodolfo Victoriano Franco había muerto tiempo antes. De Roberto Díaz, que hasta hace tres años daba notas, no se sabe nada: se le perdió el rastro. De Guillermo Fernández Laborda, el lugarteniente clave de Puccio, hay una noticia reciente: sufrió un ACV en la cárcel de Devoto. “Le quedó medio cuerpo paralizado y apenas puede hablar, está internado en un hospital”, le dijo a Infobae un compañero de Laborda, que solía tener una participación activa en el Centro Universitario de Devoto (CUD).