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Deuda externa: el Gobierno quiere acercarse a los bonistas, pero éstos ya están hartos

Descacharreo

Cuando ya ha transcurrido un mes desde que se inició la cesación de pagos, desde el Gobierno se asegura que existe un contexto distendido en el cual encarar la negociación con los bonistas. Sin embargo, los acreedores externos ya están hartos, por lo que la reconciliación es materia de debate entre los analistas que siguen el día a día del tortuoso camino a la reestructuración de la deuda externa, al menos en lo que hace a los títulos en dólares.

Pero cabe destacar que, al parecer, nadie está dispuesto a patear el tablero. Y es que a uno no le conviene dejar de cobrar y al otro la amenaza del default sería algo imposible de sostener si se concretara. El restablecimiento del contacto urge en medio de una recesión que se acelera a medida que la pandemia se eterniza en el corazón productivo y comercial del país, es decir, a la región metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

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La estrategia del equipo económico que negocia la deuda bajo ley extranjera pasa por estirar la negociación de manera indefinida. Pero el acuerdo se demora y todavía resta discutir con el Fondo Monetario Internacional qué hacer con el préstamo récord que desembolsó durante la gestión de Mauricio Macri. El problema es que existe un delicado equilibrio que podría ser vencido por la tozudez de un Gobierno en el cual el kirchnerismo constituye una fuerza preponderante.

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Pero, además, está el otro actor clave, el mercado. El cual, con una táctica agresiva podría complicar todo más de la cuenta. Y si sobre llovido, mojado, se conoció en las últimas horas una evaluación que hizo el banco JP Morgan y no resulta nada alentador. Advirtió que “una resolución rápida del problema de la deuda es una condición necesaria para estabilizar las condiciones económicas mientras recupera el acceso al mercado internacional”, aclaró.

En esa línea, el banco JP Morgan advirtió que “sin una resolución exitosa de la deuda y sin un programa macroeconómico a mediano plazo, sería extremadamente difícil recuperar el valor del peso, aumentar las reservas del BCRA y esterilizar el exceso de liquidez para evitar que la inflación se acelere a un ritmo de tres dígitos”. La contundencia del análisis asusta, pero no deja de ser cierta en el contexto en el que el país se encuentra. Una inflación que se encuentre agazapada esperando para dar el tiro de gracia a una economía que se arrastra no tiene que acelerarse. Pero nada explica que esta opción no pudiera ser posible. Cabe recordar que existen tarifas como la de los servicios públicos de gas, luz y agua, que cuando deban actualizarse, significarán un impacto de lleno en los flacos bolsillos que tiene la gente desde otro tipo de pandemia que sufre Argentina, la pandemia económica.

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