Luego de que el dólar blue continuara con su tendencia bajista y de que ahora el dólar Bolsa o MEP cotice a un valor casi idéntico al dólar turista, es decir, en torno a los $140, la calma parecía haberse instalado, al menos de momento, en el Gobierno nacional. Sin embargo, el fuerte retroceso que acumulan las cotizaciones en el mercado financiero y en el informal no le permiten festejar al Banco Central ni mucho menos.
Por el contrario, existen todavía una serie de variables financieras que están lejos de acomodarse y que preocupan al titular de la entidad, Miguel Pesce. Y es que en la máxima autoridad monetaria contemplan con fuerte preocupación que la desconfianza aún persiste en el sistema financiero y se evidencia en variables que se monitorean a diario, las cuales son: las reservas que no repuntan, la fuerte caída de depósitos en dólares pero también en pesos.
En cuanto a las reservas, durante octubre, el BCRA tuvo que vender USD 1.100 millones para evitar un salto del tipo de cambio. La expectativa del Gobierno es que la promesa de no devaluación acelere la liquidación de dólares por parte de las cerealeras y que además entren divisas por la cosecha fina. El objetivo de mínima sería equilibrar el mercado y que el Banco Central no precise seguir interviniendo.
El peligro radica en el hecho de que, de no lograrse este objetivo, sería extremadamente difícil evitar una devaluación brusca en un plazo relativamente breve. Como si esto fuera poco, se produjo una fuerte caída de depósitos en dólares, en lo que los analistas entienden que es posiblemente el principal signo de desconfianza por parte de pequeños y medianos ahorristas, que prefieren sacar los billetes del banco y dejarlos en una caja de seguridad o en el colchón.
De hecho, el mes pasado, en el marco de la incertidumbre cambiaria, se fueron USD 1.500 millones, una cifra que no se registraba desde el año pasado. Si bien es cierto que este fenómeno no tiene un efecto directo sobre la actividad económica, es un reflejo de la búsqueda de refugio por parte de los inversores. Es por ello que la expectativa del oficialismo es que la mayor estabilidad cambiaria ayude a frenar esta acelerada salida de dólares de los bancos.
Además, el tercer problema radica en el hecho de que también empezaron a caer los depósitos en pesos. En ese sentido, en octubre la merma fue de $110.000 millones, con lo que se interrumpió una fuerte racha alcista de los meses previos. La razón de este comportamiento es que las empresas buscaron otras opciones más atractivas, especialmente los bonos ajustados al dólar que colocó el Tesoro para financiar el déficit fiscal.
Y es que el hecho de que el Gobierno tenga la necesidad de financiamiento, es lo que acelera la salida de depósitos, debido a que se trata de un claro fenómeno de desplazamiento del sector privado a favor de las necesidades de fondos del Estado. El punto es que, en el caso de que persista este comportamiento, los bancos se verán obligados a subir más la tasa de interés para captar plazos fijos en pesos y competirles a las opciones dolarizadoras de Martín Guzmán.