“El gobernador Jaldo actuó en consecuencia, en pensar en la gente y en las principales actividades económicas de la provincia que son la actividad sucroalcoholera y el limón”, sostuvo Amaya que recordó momentos críticos en la historia de Tucumán, como el cierre de ingenios en 1966 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, que resultó en la migración de miles de tucumanos y la pérdida masiva de empleos.
“No es lo mismo opinar desde afuera. Yo tuve responsabilidad de gestión y por eso lo sé perfectamente. A veces hay que despojarse de las pasiones y del individualismo y pensar en lo colectivo,” agregó el contador.
Amaya, quien también tuvo un papel destacado en la gestión pública, afirmó que “cada uno puede opinar, pero cuando tenés que gobernar una provincia de casi 1.800.000 habitantes no es tan fácil”.
Y concluyó: “Las épocas eleccionarias son circunstanciales pero primero hay que pensar en Tucumán que necesita salir adelante y entre todos tenemos que pensar en eso, sin egoísmo, sin individualismo”.