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Dura crítica de Human Rights Watch a la postura de la Argentina sobre Nicaragua: “Es un disparate”

El Director Ejecutivo para las Américas, José Miguel Vivanco, cuestionó el comunicado de la cancillería argentina y dejó en evidencia la incoherencia de la posición

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El gobierno del presidente argentino Alberto Fernández decidió no condenar la farsa electoral que montó el régimen de Daniel Ortega
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Human Rights Watch (HRW), una de las ONG más reconocidas a nivel mundial, cuestionó este martes la posición adoptada por el gobierno argentino de Alberto Fernández respecto a las graves violaciones a los derechos humanos que se suceden en Nicaragua y a la farsa electoral que tuvo lugar el domingo y que coronó a Daniel Ortega nuevamente como presidente. “Es un disparate”, dijo su Director Ejecutivo para las Américas, José Miguel Vivanco en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter.

Disparate de la Cancillería Argentina sobre Nicaragua. En su opinión, las elecciones y la detención de candidatos presidenciales son dos cosas distintas. Les ‘preocupan’ las detenciones pero no se pronuncian sobre las elecciones por tratarse de ‘cuestiones internas’”, señaló Vivanco.

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A última hora del lunes, un día después de concretarse el fraude electoral, el gobierno argentino evitó condenar las maniobras que ejecutó Ortega y su esposa Rosario Murillo para perpetuarse en el poder, apresando a los candidatos presidenciales que podrían competirle la primera magistratura. “A horas de haber finalizado el acto eleccionario, mantenemos nuestra tradición diplomática de no injerencia en cuestiones internas en otras naciones”, estableció en su párrafo central la declaración de la Cancillería que encabeza Santiago Cafiero.

Curiosamente, en el mismo documento, el ministerio de Cafiero sí habla de temas internos de Nicaragua al hacer referencia a los presos políticos del régimen, aunque sin vincularlos con el acto eleccionario. Pese a no condenar las controvertidas elecciones, el Gobierno argentino reiteró su “preocupación ante la detención de dirigentes opositores” y “la necesidad de que el gobierno nicaragüense vele por el respeto de los derechos humanos de toda la población”.

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“En Argentina entendemos que la democracia supone respetar la diversidad ideológica y la participación cívica sin proscripciones. Debemos acompañar al pueblo de Nicaragua para que cuanto antes recupere el diálogo y la convivencia democrática”, concluye el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno de Alberto Fernández.

Esta no es la primera vez que Fernández muestra su respaldo a la dictadura nicaragüense. El pasado 20 de octubre, su gobierno se abstuvo de condenar al régimen en una votación de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que exigía “la liberación inmediata” de los opositores detenidos en Nicaragua antes de las elecciones que finalmente se celebraron este domingo 7 de noviembre y que fueran condenadas por las principales democracias del mundo.

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El llamado de atención de aquella reunión regional se resolvió con el apoyo de 26 votos a favor, es decir, el grueso de los países integrantes del organismo multilateral. Argentina no formó parte de ese grupo y sumó una de las siete abstenciones que evitaron pronunciarse a favor del reclamo hacia el gobierno del país caribeño. El único ausente fue Nicaragua, el protagonista de la tensión política.

Más aislado

El repudio es general. Solo un puñado de países avalaron la farsa electoral montada por el dictador Ortega este domingo en Nicaragua. Entre esos países se destacan Rusia, Venezuela, Bolivia, Cuba, Irán y Argentina. A fuerza de represión, persecución y censura, y con siete candidatos presidenciales opositores privados de su libertad arbitrariamente, el mandatario sandinista, en el poder desde 2007, permanecerá en el cargo junto con su esposa, la vicepresidenta Murillo, por un nuevo periodo de cinco años.

Las reacciones de rechazo y desconocimiento a los resultados difundidos por el Consejo Supremo Electoral (CSE) no tardaron en llegar.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue el primero. Sostuvo que las elecciones organizadas en Nicaragua por Ortega fueron “una pantomima ni libre, ni justa, y ciertamente, no democrática”. Pese a que el dictador sandinista se proclamó vencedor, Biden lo instó a tomar “inmediatamente” los pasos necesarios para “restaurar” la democracia en el país centroamericano. Además, reiteró su exigencia de que sean liberados “inmediata e incondicionalmente” los presos políticos.

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