La verdad es que, a esta altura, no debería tratarse de una noticia, mucho menos de un hecho que sorprenda. Y es que en las últimas horas se conoció una encuesta que reveló que el 72% de los argentinos desaprueba la gestión de Alberto Fernández. El relevamiento de la Universidad de San Andrés señala que a nivel nacional el Presidente tiene una imagen positiva del 27%. Y no es para menos.
Las empresas y los profesionales que hoy se van de la Argentina se van a un mundo que sufre de pandemia pero no de desgobierno. Ya en el primer trimestre de 2020, con 10 días de reclusión, la recaudación crecía al 30% y el gasto al 70%, y el déficit era de $124.727 millones. La vía al colapso estaba abierta: el PBI había bajado 6,1%; las exportaciones, un 20%, y la inversión, un 15%.
En cuanto a la desocupación, ampliando nacionalmente los datos de la EPH se verifica una pérdida de 312.000 de puestos de trabajo en el primer trimestre, sin cuarentena, y de 3,5 millones de puestos más en el segundo. Si la desocupación (13,1%) registró un aumento de “solo” 4 puntos es porque bajó dramáticamente la búsqueda de trabajo, que si se mantuviera en valores habituales haría que el desempleo superara el 40%.
Los abusos contra la propiedad privada mediante intervenciones, impuestos confiscatorios y usurpaciones; la agudización de la tragedia educativa y la crisis de seguridad desatada por la liberación de miles de detenidos; ni de un gobierno cuyo único plan económico parece ser la extracción compulsiva de recursos a quienes no los votaron con el fin de abastecer a la propia clientela.
Funcionarios que no funcionan y un presidente que no preside. No solucionaron nada, sino que empeoraron todo. Los únicos ministerios operativos del peor gobierno de la historia son el de Propaganda y el de Impunidad. Tales son las prioridades de Alberto, el conciliador, impuestas al país en medio del silencio de gremialistas, gobernadores y todo tipo de machos peronistas que le prendían ayer fuego al país y hoy se someten a los caprichos de la Reina. Pan y circo.
Tampoco hay sorpresa. Cada gobierno kirchnerista ha sido peor que el anterior. Una progresión descendente de Néstor a Cristina, y de Cristina a Cristina. ¿Qué otra cosa que este azote podía esperarse de la alianza entre el Virrey Alberto Fernández, un operador mediocre y sin principios, y una Reina en decadencia como lo es la vicepresidenta? El peor gobierno de la historia era más previsible que la llegada del coronavirus.
Y confirma que el peronismo solo promueve días felices liquidando activos acumulados por otros; como los lingotes del Banco Central de Perón, las joyas de la abuela de Menem y la abundancia sojera de Néstor. Pero cuando le toca administrar la escasez genera desastres como el Rodrigazo de Isabel, el ajustazo de Duhalde y la actual combinación de desastre económico y catástrofe sanitaria regidos por la diabólica trinidad de Cristina, Alberto y Sergio Massa.