Dibu Martínez (6): Descolgó un par de centros y tapó una jugada de riesgo que resultó anulada por offside. En el segundo tiempo no dudó en rechazar con los puños una pelota suelta. Contuvo sin problemas un tiro libre. Héroe ante Australia -por la última jugada- y en los penales ante Países Bajos, esta vez pudo disfrutar de los grandes momentos de fútbol de sus compañeros.
Nahuel Molina (6): Se proyectó con decisión más de una vez, en un equipo que necesitó de sus laterales ante un mediocampo tan granítico. Y en la marca cumplió.
Cuti Romero (7): Firme y con personalidad. No se dejó intimidar por la potencia de los balcánicos. Tapó un remate franco arrojándose al césped. Cuando tuvo que raspar, raspó: fue amonestado.
Nicolás Otamendi (8): El mejor defensor de Argentina a lo largo del campeonato. Una muralla en lo alto, un par de cruces quirúrgicos, muy bien anticipándose. ¿Croacia tuvo más la pelota en la etapa inicial? Si no lastimó, mucho se explica desde el zaguero del Benfica. Sacó todo. También vio la amarilla.
Nicolás Tagliafico (7): Buen primer tiempo, metido y atento para siempre estar un paso adelante de los rivales. Fue importante cuando en las transiciones se animó a usar el carril que Alexis Mac Allister le dejó cerrándose. En el segundo, varios contragolpes se iniciaron en su olfato para cortar. Mucho sacrificio.
Rodrigo De Paul (7): Se sintió más cómodo en el encuentro a partir de la ventaja. Una máquina de empujar, de contagiar. Y de jugar también, sobre todo en el segundo tiempo, hasta que salió. Inteligente y astuto. Otra vez dio ventaja física por la dolencia que arrastra: jamás se notó.
Leandro Paredes (6): Le costó agarrar la pelota en el inicio, como a toda Argentina. Luego se asentó y distribuyó bien el balón, con un par de toques de distinción. Fue reemplazado en el complemento.
Enzo Fernández (9): El mediocampista más lúcido de la Albiceleste. Le supo sacar jugo a las veces que la pelota pasó por sus pies. Un tiro al arco que forzó la volada de Livakovic. Una asistencia imperial a Julián Álvarez en el penal que Messi convirtió. Una pared con Messi a toda velocidad que llenó los ojos de los espectadores. Luego, con la salida de Paredes, bajó al rol de N° 5 que venía desarrollando. Versátil, lujoso. No tiene techo.
Alexis Mac Allister (7): En el primer tiempo Argentina casi marca a partir de un cabezazo suyo. Se mezcló en el circuito de juego, se movió a uno o dos toques, perspicaz desde lo táctico para buscar los espacios a ocupar. Casi le pone su sello al resultado con un remate que salió ancho, tras asistencia de Dybala.
Lionel Messi (10): Hizo todo lo que tenía que hacer (y más) para jugar la segunda final de un Mundial en su carrera. Todas las alarmas sonaron cuando empezó a tocarse el posterior izquierdo en señal de dolor. Pero sus gestos sólo le agregaron épica a su actuación imperial. Pateó el penal como pedía la coyuntura del partido. Cedió para Julián en el inicio del 2-0. La jugada del tercer gol paseando a su marcador pisotea el pasaporte, que evidentemente miente sus 35 años. Hizo una doble pared con Enzo Fernández que mereció llegar a la red. La Copa del Mundo le debe algo. El rosarino sueña con recogerlo el domingo…
Julián Álvarez (10): ¿Acaso no se cansa? Una máquina de presionar, de tirar diagonales para ofrecerse, tal como hizo en el penal, en la vieja combinación riverplatense con Enzo Fernández. El segundo gol es un acto de fe de 50 metros, a lo Kempes en el 78. Y en el tercer tanto le puso su rúbrica a la magia de Messi. Partido consagratorio. Pero a Argentina le queda uno más…
Lisandro Martínez (6): Entró para reacomodar el equipo con otro esquema. Y una vez más hizo su trabajo a la perfección.
Exequiel Palacios (6): Cada vez que saltó al campo dejó buenas sensaciones. Toque y ubicuidad.
Paulo Dybala (6): Interesantes primeros momentos en Qatar. Una linda asistencia a Mac Allister y conexiones de pie sensible.
Juan Foyth y Ángel Correa: Scaloni se dio el gusto de darles rodaje a los que venían esperando. Lujos que permitió un contundente 3-0.
Lionel Scaloni (8): El plan inicial sufrió en el comienzo ante la tenencia de Croacia, pero el primer gol rompió todo. La lectura de los cambios fue perfecta. Solidificó aún más el fondo, sumó tocadores para defenderse con el balón.
