“En 2019 el valor fue la unidad, por eso fuimos el Frente de Todos. Ahora el foco está puesto en el para qué”. La frase pertenece a un dirigente oficialista que está al tanto de las conversaciones de la mesa chica del sector mayoritario del oficialismo, cuya columna vertebral es el kirchnerismo, en alianza con el massismo. En la antesala de la definición de las candidaturas, en esas mesas Cristina Kirchner ya dejó en claro que no designará a ningún postulante sin antes haber acordado un programa, esencialmente en lo económico. Cuatro años después, no quiere que le vuelva a pasar lo mismo que padeció con Alberto Fernández.
La definición más escuchada por estos días en el despacho principal del Senado, el Instituto Patria y la flamante Escuela Justicialista Néstor Kirchner es que “el candidato es el programa”. Se trata de un revival de aquella frase despectiva “el candidato es el proyecto”, que acuñó La Cámpora en 2015 cuando no le entusiasmaba subirse a la campaña presidencial de Daniel Scioli. Pero a la vez, la nueva consigna funciona como una advertencia de que, esta vez, la vicepresidenta no extenderá un cheque en blanco a Eduardo “Wado” de Pedro o Sergio Massa, quienes suenan como los más probables candidatos de “la doctora”.
Según pudo saber LA NACION de fuentes partidarias, entre los economistas de cabecera de Cristina Kirchner se encuentran -además de Axel Kicillof, que lo es en forma permanente- Eduardo Basualdo y Pablo Manzanelli, referentes académicos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y de sólidos nexos tanto con el gobernador de la provincia de Buenos Aires como con el diputado Máximo Kirchner. A tal punto que se considera a Basualdo uno de los formadores de Kicillof, mientras que Manzanelli fue el autor del proyecto del “impuesto a la riqueza” que impulsó el hijo vicepresidencial en el Congreso.
Ambos académicos, que reportan al Instituto Patria y a la CTA a través de centro de investigación Cifra, son los autores de un documento titulado “Sistema político, coyuntura económica y líneas de política económica en la Argentina actual”, publicado por FLACSO el mes pasado. En un texto de 25 páginas, en el que califican a la gestión de Alberto Fernández como un “profundo fracaso” y caracterizan a Juntos por el Cambio y a Javier Milei como grupos “devaluadores” y “dolarizadores”, Basualdo y Manzanelli avanzan con una “propuesta alternativa” que llegó directamente al escritorio de Cristina Kirchner.
Allí, reclaman una “profunda redefinición del acuerdo” con el FMI, que revise “el plazo de devolución, la eliminación de los sobrecargos en las tasas de interés y metas más holgadas” para las reservas; impulsan un “shock distributivo” en favor de trabajadores y jubilados; aconsejan para combatir la inflación un “riguroso congelamiento de precios por seis meses”; proponen una “política de divisas cero” para las 20 empresas “endeudadas bajo la administración anterior”; propician el “contralor estatal en las exportaciones agropecuarias” y la activación de una “firma testigo”, como pudo haber sido Vicentín.
En la presentación de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner (EJNK), el 27 de abril en La Plata, la vicepresidenta planteó los “cuatro ejes” que debería incluir el “programa de gobierno” del oficialismo: revisar o “dejar de lado” el actual acuerdo con el Fondo Monetario; elaborar un plan propio de “crecimiento, industrialización e innovación tecnológica”; articular una “alianza entre lo público y lo privado para desarrollar recursos estratégicos extraordinarios”, como el litio y el yacimiento de Vaca Muerta; y un capítulo institucional que incluya la “renovación del pacto democrático” y la “recuperación de la Corte Suprema de Justicia”.
En la mesa chica de la EJNK no hay representantes del presidente Alberto Fernández. En cambio, figuran la diputada Claudia Vernazza, por el Instituto Patria; el funcionario del ministerio de Economía Rodrigo “Rodra” Rodríguez (La Cámpora); la santacruceña Virginia García (exmujer de Máximo Kirchner); el exministro de Educación Nicolás Trotta (cercano al sindicalista Víctor Santa María); la diputada Mónica Litza (del Frente Renovador massista); el director de ARBA Cristian Girard (por Axel Kicillof); un representante de “Wado” de Pedro y el especialista en comunicación y exsciolista Juan Courel.
El centro de análisis político, en cuya formación se involucró personalmente Cristina Kirchner, ya cuenta con más de 12.000 inscriptos para participar de los siete cursos ofrecidos por medio de charlas grabadas y clases magistrales. Luego de la primera que estuvo a cargo de la propia vicepresidenta, está previsto que los principales expositores en las próximas semanas sean los ministros Massa y De Pedro -que en forma coincidente están en la grilla de los posibles candidatos presidenciales del espacio- y el gobernador Kicillof, quien en la faz pública sigue siendo la voz cantante del kirchnerismo en materia económica.
“El peronismo es el paraguas que nos cobija a todos”, grafica una dirigente del Frente de Todos en diálogo con este medio, buscando minimizar las diferencias históricas entre el kirchnerismo y el massismo, que atraviesan ahora por una etapa de confianza política entre sus máximos referentes. De hecho, la presencia de Máximo Kirchner en la delegación que encabezó Massa en China fue una muestra de que ambos espacios se encaminan a atravesar el proceso electoral en forma conjunta, aunque tras la experiencia compartida en Shanghái y Pekín sigue pendiente el viaje del ministro de Economía a Washington por el FMI.
En el trabajo de Basualdo y Manzanelli, que ponderan en el Patria, se argumenta que Cristina no tuvo injerencia en las negociaciones con el Fondo. “El kirchnerismo no se quedó con la lapicera ni el diseño de la política económica, ni la renegociación de la deuda con el sector privado y el FMI, para finalmente tener que aceptar que tampoco iba a poder conducir la política económica en la etapa final del gobierno”, sostienen los economistas. Esas culpas pesan sobre el exministro Martín Guzmán porque cerró un acuerdo que “ya fracasó”. Y la presión recae sobre Massa, a quien los economistas K miran de reojo.
“La función del ministro de Economía, evidentemente, es la de la coyuntura. Y es buscarle soluciones políticas a cuestiones técnicas que no cierran”, definió esta semana el sociólogo y magister en economía Manzanelli en declaraciones a AM 530. También sostuvo que Cristina Kirchner tiene una mirada a mediano plazo cuando propone “atar el pago de la deuda al superávit comercial”, como lo hizo en el acto de la Plaza de Mayo. La vicepresidenta escucha este tipo de opiniones, que cuestionan el clásico “shock ortodoxo de la derecha argentina” y militan el regreso al modelo de la “economía nacional y popular”.