Las próximas elecciones legislativas exhiben las paradojas que a veces sorprenden en la política. El oficialismo confía en recuperar en la Capital y en Córdoba, dos bastiones opositores por antonomasia, las bancas de la Cámara de Diputados que podría perder en Buenos Aires –el territorio que dominan Cristina Kirchner y su hijo Máximo– si, como se prevé, no logra repetir el triunfo arrollador de 2019. En paralelo, Juntos por el Cambio apuesta a arrebatar un par de bancas en dos distritos comandados por el PJ, Tucumán y Santa Fe.
La carrera por el control del Congreso está largada: el oficialismo sabe que debe alcanzar al menos el 40% de los votos a nivel nacional para soñar con alcanzar el quorum en la Cámara baja. Juntos por el Cambio corre con desventaja: en este turno electoral pondrá más bancas en juego (60) que el Frente de Todos (51) porque se renuevan los escaños obtenidos en 2017, cuando triunfó en la elección frente a un PJ dividido en tres corrientes.
Su mayor desafío está en la Capital, donde arriesga 10 bancas de las 13 que están en juego: 8 que obtuvo el macrismo y 2 de Evolución, de Martín Lousteau. Ambos espacios, hoy unidos, deberían superar el 60% de los votos para retenerlas: una cuesta demasiado escarpada para el oficialismo porteño que intentará aprovechar el kirchnerismo.
Son los costos inesperados de los acuerdos que también afectan al Frente de Todos, sobre todo en su bastión, Buenos Aires. Aquí, la coalición oficialista pondrá en juego 18 bancas, 16 propias y otras dos correspondientes a flamantes aliados que a fin de año dejarán la Cámara baja: Eduardo “Bali” Bucca y Pablo Ansaloni. Para retener estas bancas, el kirchnerismo debería arañar el 50% de los votos en la provincia.
Este porcentaje surge de promediar el resultado de las dos últimas elecciones. En 2017, el kirchnerismo y el massismo –que compitieron por separado– obtuvieron el 47% de los votos, lo que redundó en 17 bancas. Dos años después, con el 51,64%, logró 19 escaños.
Habrá que ver si el oficialismo será capaz de realizar la proeza. Sus propios dirigentes parecen ponerlo en duda; en el manual que distribuyeron entre sus candidatos con vistas a la campaña electoral –el cual trascendió a los medios– admiten que si bien se registra una leve mejora de la imagen del gobierno nacional, “la intención de voto en Buenos Aires de entre 10 y 15 puntos menor a la de 2019”. Esto obedece, a su criterio, por el malestar del votante con la gestión económica. “La pandemia justifica pero no funciona como excusa”, admiten.
Juntos por el Cambio, en tanto, pone en juego 14 bancas, cuatro menos que el oficialismo. Hace dos años, cuando cayó ante el Frente de Todos, ganó esta misma cantidad de escaños al llegar al 37,7%, porcentaje al que debería aproximarse para sostener su representación. Todo dependerá, por supuesto, de cómo tallen las terceras fuerzas en la elección, entre ellas, Vamos con Vos, que lidera Florencio Randazzo –su anterior agrupación, Cumplir, obtuvo el 5,2% de los votos y se alzó con un diputado–; el Frente de Izquierda; y Avanza Libertad, de José Luis Espert, entre otras.
Disputas clave
En Córdoba se ponen en juego 9 bancas, de las cuales 5 son de Juntos por el Cambio. Cuando las obtuvo, hace cuatro años, lo hizo con el 48,47%, desempeño al que debería acercarse. El Frente de Todos defiende una sola banca, para la que en 2017 le alcanzó con 9,72%. El kirchnerismo cordobés confía en superar esta marca y acercarse al resultado que obtuvo hace dos años, cuando con el 22,3% se alzó con dos escaños.
El bloque Córdoba Federal, del gobernador Juan Schiaretti, defiende 3 bancas, que consiguió con 30 puntos en 2017. Equidistante del gobierno nacional, esta bancada aprobó la mayoría de las iniciativas del gobierno de Alberto Fernández, pero no acompañó las más polémicas, como la reforma judicial, la modificación de la ley de Ministerio Público y la que otorga superpoderes al gobierno nacional para gestionar la pandemia. Por esta razón, estas son 3 bancas clave que, si la elección se nacionaliza y se polariza entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, podrían eventualmente dividirse entre el oficialismo y su rival opositor.
En Juntos por el Cambio pretenden sacar provecho de las divisiones internas del oficialismo en algunos distritos. Es el caso de Santa Fe: allí, la disputa entre el gobernador Omar Perotti –respaldado por la Casa Rosada y la vicepresidenta Cristina Kirchner– y el exministro de Defensa Agustín Rossi se anticipa intensa y agresiva. En aquella provincia se ponen en juego nueve bancas: cinco de Juntos por el Cambio, tres del Frente de Todos y una del Frente Progresista.
“Estimamos que la elección será más polarizada porque, en las elecciones nacionales, este ha sido el comportamiento electoral de Santa Fe. Creemos que retendremos las cinco bancas en juego pero difícilmente podamos obtener una más. En cambio, sí confiamos en ganar los dos senadores por la mayoría o bien el de la minoría. Hoy no tenemos ninguno”, se esperanzan en la coalición opositora.
En Tucumán sucede algo similar con la dura disputa interna entre el gobernador Juan Manzur, apoyado por el presidente Fernández, y su vicegobernador, Osvaldo Jaldo, quien cuenta con el respaldo del kirchnerismo. En la provincia se ponen en juego cuatro bancas: dos del Frente de Todos, una de Juntos por el Cambio y la restante del Partido por la Justicia Social, de Beatriz Ávila. La legisladora fue aliada del macrismo pero, cuando asumió Alberto Fernández, se desvinculó de la bancada. Ahora Juntos por el Cambio confía en recuperar su banca.
En Tucumán, al igual que en Santa Fe, también están en juego tres bancas claves en el Senado. La división del peronismo alienta las esperanzas de la oposición de lograr un éxito histórico en la provincia, ganar las dos bancas por la mayoría y arrebatarle, así, un escaño que la vicepresidenta jamás soñó que podría perder en este recambio electoral.
“Por de pronto, estamos seguros que podremos retener nuestra banca por la minoría en el Senado y obtener otras dos en la Cámara baja, recuperando la banca que Ávila deja vacante. Ese es el objetivo de mínima”, confía José Cano, un hombre del radicalismo tucumano muy cercano a Gerardo Morales, a quien pretende ofrendarle este eventual triunfo en la disputa que la UCR mantiene con Pro y Horacio Rodríguez Larreta por el liderazgo de Juntos por el Cambio.