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El día del trabajador de “duelo” en Argentina

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Descacharreo

Opinión. “Lo que nos dejó la semana

En la semana que pasó, uno de los miembros del triunvirato que conduce la CGT explicó a los medios que la central no realizaría actividad callejera el 1 de Mayo, porque “no hay nada que festejar”. Efectivamente, la recuperación de la economía en 2021, luego del retroceso de 2020 y que ahora persiste con menos ímpetu, no sirvió para mejorar la situación de la clase trabajadora argentina.

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Y es que la misma arrastra cinco años de retrocesos en sus condiciones de vida por la pérdida de poder adquisitivo del salario. Sin embargo, el 1 de Mayo no fue concebido como una jornada de celebración sino, por el contrario, como un día internacional de lucha de la clase obrera. Pero la CGT no comparte en la actualidad una perspectiva de lucha y sí prioriza su apoyo político al gobierno. Por lo tanto, es cómplice del desaguisado hecho por el kirchnerismo.

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Los datos oficiales dan cuenta de la degradación del mundo laboral. Mientras el desempleo, a fines de 2021, afectaba solo a un 7,2% de la población económicamente activa (PEA), la pobreza alcanzaba al 37,3% de los argentinos. De allí se desprende que la condición de empleo no garantiza eludir una situación de pobreza. El kirchnerismo hizo posible que ni trabajar alcance para dejar de ser pobre.

De hecho, cabe mencionar que mientras el salario mínimo, vital y móvil alcanzó los $33 mil en marzo de este año, la Canasta Básica Total (CBT, que mide el umbral de la pobreza para una familia compuesta por dos mayores y dos menores) llegó a 89.690 pesos. Un salario mínimo representó en ese mes apenas un 36,7% de una CBT cuando, en enero de 2017, equivalía al 60,5%.

La pandemia y las medidas de restricción sanitaria ineficientes y autoritarias tomadas por parte de la administración de Alberto Fernández y Cristina Kirchner golpearon de lleno al mercado de trabajo. Durante el segundo trimestre de 2020, el desempleo alcanzó un pico del 13,2% pero sobre la base de una reducción sensible de la PEA, el universo sobre el que se realiza tal medición.

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Estimaciones privadas señalaron entonces que, si se hubiera tomado de base de cálculo la PEA promedio de los trimestres anteriores, la desocupación hubiera sido de hasta un 30%. Entre el primero y el segundo trimestre de ese año se destruyeron 3,7 millones de empleos según datos del Indec. Otra vez, este desastre fue posible sólo por la ineficiente administración del cuarto gobierno kirchnerista.

Si bien en el último trimestre de 2021, de la mano de la recuperación económica, se restablecieron prácticamente la totalidad de los puestos de trabajo perdidos, lo cierto es que se verifica un deterioro marcado en las condiciones de contratación y, de allí, en las remuneraciones en términos reales. Incluso dentro del trabajo registrado son las modalidades de monotributo y el empleo público las que explican la mayor parte del empleo recuperado.

Pero esto configura una reconversión de empleos privados hacia modalidades de contratación autónomas y sin estabilidad laboral. Así las cosas, la pandemia y las restricciones trajeron como resultado una reforma laboral en los hechos. De esta manera, queda claro que la hipocresía del kirchnerismo queda comprobada una vez más porque la torpeza de su administración fue la que generó esta reforma laboral ipso facto.

Pero como si todo esto no fuera suficiente, la pandemia, además, cristalizó el deterioro de los ingresos de los asalariados que se venía verificando en los años previos. El poder adquisitivo de los salarios retrocedió entre agosto de 2017 y enero de 2022 un 17,5%, recuperando apenas dos puntos del piso verificado en diciembre de 2019 cuando la caída del salario real llegaba a un 19,5 por ciento.

Ya en el tercer trimestre de 2021, el 28% del total de trabajadores vivían en hogares que no reunían los ingresos necesarios para superar la línea de pobreza. A la hora de la desagregación surge que ese fenómeno afecta al 45% de los empleados no registrados y un 41% a los trabajadores por cuenta propia. En el segmento de los trabajadores registrados, la pobreza afecta al 15%. De vuelta: ¿Qué se festeja entonces en la Argentina?

Si bien se trata de un porcentaje muy inferior al de los empleados precarios, resulta significativo que los convenios colectivos no garanticen cubrir una canasta básica que, además, no incluye el alquiler. Este proceso de precarización laboral y deterioro de los ingresos de los trabajadores se dio en el marco de una gestión kirchnerista que se ubica como la peor de todas las administraciones desde la vuelta de la democracia.

Dentro del deterioro general de las condiciones de la clase trabajadora, son las mujeres quienes no solo arrastraban una peor situación, sino que esta se ha visto agravada por el efecto de la pandemia. Según un estudio del IDAES-UNSAM, “de los 700 mil nuevos empleos que se crearon entre 2019 y 2021, solo el 34% corresponde a puestos ocupados por mujeres”. ¿En dónde quedó eso de que el kirchnerismo era feminista y protegía a las mujeres? Una vez más, puro verso.

La destrucción de empleo durante la pandemia, además, afectó especialmente al sector de trabajadoras de casas particulares, un segmento altamente informal y femenizado. Según un estudio elaborado por el Indec para el 8 de marzo, mientras que el 86,7% de los varones se encuentran empleados, apenas el 63,1% de las mujeres tienen esa condición. Nuevamente, ¿Qué se festeja en la Argentina?

Por otro lado, el trabajo doméstico no remunerado involucra al 81,6% de las mujeres y apenas al 45,5% de los varones lo que representa uno de los principales obstáculos para su participación plena en el mercado laboral. Los ingresos promedio de las mujeres en el sector informal representan el 65% del de los hombres y para el conjunto de los asalariados la brecha marca que de cada $ 100 que gana un varón, una mujer recibe 74 pesos.

En resumen, el estancamiento económico que atraviesa Argentina generó un notable deterioro del mercado laboral, donde no se creó ni un puesto de trabajo privado en blanco en una década y sólo crece el empleo público y la informalidad. El salario también acusa recibo, bajó tanto que lleva a una nueva realidad: trabajadores pobres, incluso estando en blanco. Realidad que se intenta tapar y contener con masivos planes sociales.

Todo este desastre socioeconómico se enmarca en una realidad dolorosa en la que el 56% de pobres no cuenta con acceso al trabajo y en donde miles de argentinos perdieron la dignidad, un fenómeno triste que se repite día a día. Un panorama desolador en el que se observan familias destruidas a causa de la pérdida laboral. Pero, mientras la Argentina se desintegra, el contraste lo aportan funcionarios y políticos kirchneristas cada día más enriquecidos.

Efectivamente, en este primero de mayo que cierra la semana que se esfumó para jamás retornar, la clase trabajadora no tendrá nada para celebrar y, si pretende revertir un proceso que resulta de una orientación de la política económica errada de parte del gobierno, deberá chocar con los intereses del kirchnerismo, al cual sólo le importan los negociados y la impunidad para llevarlos a cabo.

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