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El Estado se convierte en una de las últimas posibilidades para Garbarino antes de ingresar a concurso de acreedores

La reunión se realizó hace unos días en el despacho del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien escuchó de boca de Carlos Rosales, dueño de Garbarino, Compumundo y otras cuatro empresas subsidiarias que se hallan al borde del concurso de acreedores, El tema, según trascendió por fuentes oficiales y periodísticas, fue la gravedad de la situación financiera que mantiene la tradicional casa de electrodomésticos que se encuentra prácticamente paralizada.

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Persianas bajas, pedidos de quiebra, intentos de embargo de mercadería, sueldos sin pagar, por todo ello, Carlos Rosales dueño de Garbarino, fue a pedir ayuda al Estado Nacional.
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Necesito capital de trabajo para poder volver a abrir y  encaminar las ventas y el negocio” pidió Rosales y agregó, “estoy pensando que los créditos que otorga el BICE podrían servir para no terminar en un concurso”.

El BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) es conducido por José Ignacio de Mendiguren y el economista Miguel Peirano y depende del ministro Kulfas. Es un banco público que otorga financiamiento de corto, mediano y largo plazo con foco en los sectores productivos, las pequeñas y medianas empresas y el desarrollo regional. Suele provee asistencia integral a los exportadores, y entre su estatuto tiene como misión, apoyar las oportunidades de negocios dentro de las cadenas de valor para la mejora de la competitividad y gestionar fideicomisos para la ejecución de obras de infraestructura estratégicas para el país.

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Conseguir un crédito para capital de trabajo a largo plazo le serviría a Rosales para adquirir mercadería, abonar alquileres adeudados en las principales ciudades del país y pagar sueldos atrasados,

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Precisamente, los trabajadores de Garbarino son los que están siguiendo con mucha atención lo que pueda salir de estas reuniones con funcionarios estatales porque ya no creen viable ninguna posibilidad de inversión de un privado para capitalizar la empresa.

Emiliano Iglesias es uno de los delegados y en diálogo con la prensa afirmó “por ahora es todo supuesto, nada concreto de que el Estado vaya a interceder, pero es de suma urgencia para nosotros que lo hagan. Todos los trabajadores, realmente estamos desesperados, no se termina más este cuento de los fondos de inversión privados o la devolución de la Agip de Larreta que nunca sucedió. Lo único que sabemos es que no tenemos para comer porque no cobramos nada”.

Dialogar con los trabajadores de estos locales es registrar los mismos pedidos. Que el gobierno interceda porque se llegó a un punto muerto del cual no será fácil salir o se terminará en la quiebra directa.

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Y, la quiebra es una posibilidad cada vez más cercana en el horizonte de la empresa conducida por Carlos Rosales, aunque antes está la posibilidad de convocar a un concurso de acreedores. Hay diferencias porque el concurso busca la continuidad de la empresa, y su objetivo es levantar la situación que motivo la cesación de pagos mientras que la quiebra en cambio es un proceso liquidatorio.

Semana tras semana los locales de la firma van cerrando. Un relevamiento de la agencia Noticias Argentinas anota que el local de Once, en Pueyrredón al 400, luce las persianas bajas al igual que el tradicional local del barrio de Belgrano en Cabildo y Juramento. Desde el interior del país, los delegados explican que en plazas comerciales como, Rosario, Tucumán, pero también en Buenos Aires, por ejemplo, en La Plata, Mar del Plata, José C. Paz o San Martín ya no hay atención al público alguna.

Los cierres se producen más por la falta de pago de los alquileres de los locales que por la ausencia de trabajadores que no cobran sus salarios o la falta de mercaderías para ofrecer. De continuar esta tendencia para fines de este mes, Garbarino tendrá poca presencia comercial a la calle en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, porque los dueños de los locales le están pidiendo a Rosales que devuelva las llaves.

Los trabajadores han contabilizado el cierre de 40 sucursales de las 105 existentes y la gran mayoría de las sucursales de Compumundo que antes de la crisis poseía 46 locales abiertos.

Por otra parte, la compañía se ve jaqueada por los pedidos de quiebra en la Justicia Comercial. Con el retorno de las actividades en el fuero comercial los abogados de Cencosud reclamaron por la vía judicial por los pagos adeudados de los locales que Garbarino ocupaba en los salones de venta de sus shoppings.

A la fecha se enumeran cuatro pedidos de quiebra y se contabiliza una deuda de más de 15.000 millones de pesos. En el Banco Central se informa de los cheques sin fondos o impagos y allí, a la fecha, se anotan deudas por 4.953 millones de pesos por 3.434 cheques rechazados.

Esta situación es lo que genera también una cascada de pedidos de embargo de mercaderías para que no salgan de las sucursales y así evitar un posible vaciamiento además de habilitar una manera desesperada por cobrar sueldos atrasados y pagos de alquileres adeudados.

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