Los consumidores se vuelcan por las segundas marcas, caminan más para conseguir los mejores precios y dejan de lado ciertos gastos que hoy la billetera no les permite. Esas postales, que se vuelven cotidianas en cada crisis que atraviesa la Argentina, son la cara visible de una recesión que impactó de lleno en todos los sectores de la economía. Los salarios no acompañaron a la inflación y se encuentran en los valores más bajos desde 2005, las ventas se estancan y ahora los comerciantes empiezan a debatir sobre qué hacer con la mercadería que tienen.
Esta crisis no tomó por sorpresa al Gobierno. Es el escenario previsto por el propio Javier Milei, que en su primer discurso como presidente se encargó de advertirlo. “No hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock. Naturalmente, eso impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”, dijo el 10 de diciembre último. La apuesta del Poder Ejecutivo para los meses venideros es que la recesión permita desacelerar la inflación, una tendencia que empezó a observarse en enero.
Para Camilo Tirscornia, director de C&T Asesores Financieros, la economía está ante un importante cambio de paradigma. En diciembre, los precios pegaron un fuerte salto luego de años de controles, congelamientos y regulaciones. El tipo de cambio mayorista se devaluó el 13 de diciembre un 54% y alcanzó los $800, mientras que las cotizaciones financieras se acomodaban por encima de los $1000. También influyeron las expectativas.
“Las empresas ajustaron porque no sabían qué presión iban a tener o cuál sería la inflación hacia adelante. Eso terminó por generar un desacomodo total y hoy algunos precios quedaron desfasados para el nivel adquisitivo de la gente. Por eso se empezaron a observar más promociones, que intentan acomodarse a la realidad del mercado. Pareciera que el sistema económico no está acostumbrado a esta especie de ‘libertad’, donde la regulación de precios no es porque el Gobierno dijo que algo está muy caro, sino porque la gente no lo compra”, señaló.
De acuerdo con el relevamiento de precios que realiza C&T Asesores Financieros en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, la inflación de marzo se ubicaría en torno del 13%, sobre todo por el impacto del rubro Educación. Sin embargo, agregaron que en algunos productos puntuales se observaron bajas nominales de precios.
“Seguimos varios indicadores y vemos que enero fue un mes duro en términos de actividad, pensando que arrastra la caída de diciembre. La recesión se siente. Además, el poder adquisitivo se ve afectado por la alta inflación de hace varios meses, lo que debilita la posibilidad de consumo. Esto lleva a pensar que la desaceleración de la inflación se ve altamente explicada por una disminución de la posibilidad de compra. En palabras simples: el que ofrece un producto ve que al subir el precio tiene menos ventas porque su público se reduce por un ingreso real menor; entonces, la inflación termina siendo menor, pero por efecto recesivo”, coincidió Florencia Iragui, economista de LCG.
El impacto de la recesión se puede observar en casi todos los sectores de la economía. De acuerdo con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas cayeron un 25,5% interanual en febrero. En tanto, el Indicador de Consumo de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) mostró el mes pasado un retroceso del 3,5% en la comparación interanual, según le adelantaron a LA NACION, aunque el informe se conocerá en los próximos días.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) también publicó algunos datos sobre la caída del consumo. Esta semana se conoció que las ventas en los supermercados se contrajeron en enero un 13,8% real frente al año anterior, mientras que en los autoservicios mayoristas la baja fue del 8,1% interanual. Las ventas en centros comerciales se desplomaron un 21,3% frente a enero del año anterior y el índice de producción industrial se hundió un 12,4%.
“En un contexto recesivo, efectivamente las empresas tienen que tener mucho cuidado en cuanto a trasladar los costos a los precios. Porque es un fino equilibrio contra no vender. El problema es que hay un límite inferior por debajo del cual a las empresas no les sirve no poder trasladar; directamente van a pérdida porque no compensan siquiera los costos fijos en un mediano plazo”, advirtió Martín Kalos, director de Epyca Consultora.
Sin ir más lejos, el ajuste tarifario no solo impactará sobre el consumo de los hogares, sino también sobre los comercios. El cuadro tarifario que publicó el ente regulador de la electricidad (ENRE) prevé subas de entre 293% (para un local grande) y 389% (para un pequeño comercio), lo que encarecerá los costos fijos de las empresas. También los afecta el aumento de los combustibles y del gas, entre otros.
“En etapas de tanta volatilidad nominal, se pone muy en juego este manejo financiero que cualquier empresa quiere evitar. Porque cuando un costo te puede aumentar de un 20%, 40% de un mes para el otro, te afecta la estructura de costos y dificulta las perspectivas para los próximos meses. Estamos hablando de logística, de insumos, de salarios. Por eso la recesión podría moderar un poco la inflación, pero, en un mediano plazo, puede reducir la oferta de bienes y servicios. En este último caso perjudicaría la cantidad de empleo y el margen de rentabilidad de las empresas, así como los bienes y servicios de la economía. Por los tanto, podría generar el efecto contrario y ponerle un piso a la inflación en vez de un tope. Es un proceso que habrá que seguir de cerca mes a mes”, completó Kalos.
Para Tiscornia, es difícil determinar en qué escenario se encuentra hoy el país con respecto a la actividad económica. Los indicadores son “fotos viejas”, con uno o dos meses de demora, y que se explican por la caída del consumo que hubo en los últimos 12 meses. Pero hay algunos signos alentadores. La tasa de interés bajó, el campo está en plena cosecha y los inversores del exterior pusieron un ojo en el país.
“Arrancamos con un fuerte ajuste fiscal, que es bastante recesivo, y generó una caída en el poder adquisitivo de la gente que destruyó el consumo. Pero si hay una recomposición de los ingresos, las jubilaciones empiezan a actualizarse y algunos sectores ven más claro el panorama, tendría que haber una recuperación de la economía”, cerró.